Un 9 que esperemos no se olvide

La iniciativa que en su origen tuvo la agrupación feminista las Brujas del mar, para que el próximo 9 de marzo las mujeres mexicanas hagan un paro nacional como protesta por la ola de violencia de género y el incremento en los feminicidios (en el contexto en un México donde se sigue esperando la eficiencia en la prevención del delito y en la impartición de justicia), sin duda ha sacudido parte de la agenda mediática, política, incluso empresarial, en virtud del poder de convocatoria que, a lo largo y ancho del país, ha tenido este llamado para beneplácito de las convocantes y para inquietud de un sector de la clase gobernante.

#UnDíaSinMujeres o #UnDíaSinNosotras, son los hashtag que se han empleado para promover en redes sociales un movimiento de suyo sui géneris en una sociedad como la mexicana, si se dimensiona el impacto que ha tenido así como la naturaleza de este llamado; no porque sea la primera vez que los sectores femeninos levantan la voz ante el menosprecio a su dignidad y la agresión virulenta que a diario viven en un mundo modelado en sus narrativas y prácticas desde lo masculino y falocéntrico, sino por la forma en que una propuesta legítima, se ha convertido en una bola de nieve, que puede llegar a convertirse en una auténtica avalancha..

Tan peculiar y distinto ha sido este llamado, que no se ha hecho para el 8 de marzo, el Día internacional de la mujer, sino para un día después, por lo que podemos esperar dos jornadas en las que las mujeres mexicanas, levantarán la voz para trastocar el orden social y político ante el acecho y la violencia que viven a diario. Primero, para seguir conmemorando su histórica lucha por la igualdad, la equidad, la participación, la dignificación y desarrollo íntegro como persona; mientras que para el segundo día, será la demostración de una fuerza que sigue viéndose diferencialmente, aun cuando en el terreno cultural, social, económico, laboral (finalmente, en el que se vea y reconozca), suele ser vilipendiada, menospreciada, subordinada y, casi siempre, medida con un la vara diferente al del hombre.

Pero sin duda, lo más importante y significativo, es lo que en la práctica y simbólicamente representa como un acto digno ante la ola de violencia y criminalidad que viven diariamente. De allí que mientras las universidades, algunas instancias de gobierno, el sector educativo, las cámaras de diputados y senadores; el sector empresarial, bancario y comercial, incluso una parte del sector religioso, se hayan sumado a esta convocatoria de #UnDíaSinMujeres, anunciando que darán las condiciones para que aquellas mujeres que deseen participar, tengan los permisos o autorizaciones correspondientes; lo que sin duda puede entenderse -para el caso de algunos sectores- como una mascarada o una respuesta políticamente correcta; pero eso no debe impedir reconocer que -en muchos casos- son actos de voluntad para sumarse a un clamor ante el poco tiempo que como sociedad tenemos, para reclamar acciones que prevengan o inhiban, combatan y castiguen el feminicidio como cualquier otra forma de violencia que vive el sector femenino.

En esa contexto, es verdaderamente lamentable la actitud que de inicio y hasta el día en que esto escribo, ha mostrado el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien si bien en otros espacios he dicho tiene derecho a equivocarse, incluso a demostrar ignorancia sobre algunos temas como una condición propia de todo ser humano, lo cierto es que -como ha sido una característica de su mandato- la ausencia de reconocimiento del otro (o en todo caso, el reduccionismo con que suele ver las cosas y que se verbaliza a través de un lenguaje particularmente mezquino), lo ha terminado por pintar y en otros momentos exhibir, ante una compleja problemática que sigue sin comprender.

Por estas y otras razones, esta convocatoria me entusiasma como ciudadano, como  académico y como padre de familia. De allí que espero este 9 de marzo, pueda ser nuestro Día D, en donde #UnDíaSinMujeres pueda demostrar que en lo económico (algunos ya vaticinan pérdidas por más de 50 mil millones de pesos), el lo social (en calles y espacios laborales puede llegar a percibirse una atmósfera de desaliento ante la ausencia de lo que espero sean millones de mujeres), en lo cultural (espero que la auto invisibilidad de la mujer este día lleve a comprender que sus inteligencias, sus capacidades, su creatividad, su sensibilidad, sus oficios, son activos imprescindibles en la historia humana); incluso en la dimensión psicológica, su ausencia espero sacuda en lo emocional, afectivo e intelectual a quienes históricamente hemos sido sus enemigos, por el lugar que desde siempre le hemos dado y la forma egoísta en que hemos hecho un mundo a nuestra imagen y semejanza, regateando su dignidad y el reconocimiento que deben tener en su propia condición de mujer o ser humano.

Tengo la impresión que el colectivo feminista Las Brujas del mar, no imaginaron el impacto nacional de su propuesta, lo cierto es que se ha convertido en un parteaguas que demuestra y confirma el poder de las redes sociales cuando son bien empleadas; pero también el nuevo protagonismo femenino así como la solidaridad a que pueden conducir las buenas causas, en una sociedad que pareciera ha perdido la capacidad de asombro y -por momentos- muestra signos de haber naturalizado diversas formas de violencia; generando condiciones propicias para la producción y reproducción de una violencia estructural que ha colocado a las mujeres como un sector particularmente vulnerado y vulnerable. Vaya desde aquí mi solidaridad. Por ello, el 9 ninguna se mueve, un día sin mujeres que espero no lo olvidemos nunca.

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