Lo que escribo a continuación, son un puñado de ideas que han venido apareciendo en mi cabeza con el deseo de escribir sobre ello, pero ante la imposibilidad de contar con el tiempo y la capacidad para hacerlo, las comparto como una suerte de apuntes o ideas a vuelo de pájaro sobre lo que he sentido en esta etapa de confinamiento, como ciudadano, como persona, como académico.
Puedo equivocarme sin duda, pero lo prefiero a quedarme con ellas.
- No cabe duda, en momentos de crisis, suele conocerse de qué se está hecho, sea en lo individual como en lo social. La pandemia global del Coronavirus Covid-19, ha demostrado la vulnerabilidad de un sistema mundo que ha antepuesto lo económico y financiero por encima de la atención a la desigualdad, donde ha quedado entrevisto la vulnerabilidad de los sistemas de salud de muchos países; del centro como de la periferia de este sistema mundial.
- Las prácticas y hábitos de vida, propios de una sociedad de consumo, particularmente urbana, suelen ser definidas por expectativas y anhelos centradas en lo individual antes que en lo colectivo; por lo que, frente a la crisis se han visto desnudados egoísmos e ignorancias de un buena parte de la población mundial.
- Contrario a lo que se ha promovido en los últimos años sobre la importancia del desarrollo tecnológico y la producción de conocimientos como el acceso al mismo ( lo que inciden en la Sociedad de la Información y el Conocimiento), ha chocado con la vuelta a los mitos y leyendas propios de un pensamiento mágico que se pensó superado hacia finales del siglo XIX, con el advenimiento del racionalismo positivista.
- El culto a la desinformación, el analfabetismo mediático y digital, ha confirmado la distancia que se tiene del conocimiento razonado, pertinente y con fundamentos, para privilegiar lo emocional, haciendo de las Fake news, las leyendas urbanas, los rumores, recursos para promover fantasmas y medios entre algunos sectores sociales; pero también para llevar agua al molino de algunos intereses políticos de cierto sectores que han vuelvo a demostrar su mezquindad y miserias humanas.
- Esa barbarie que ha caracterizado a una parte de la población, subordina el interés colectivo, el bien común, poniendo en vilo la salud y la vida de los menos privilegiados; los mismos que en el día a día van un busca de su sustento y a duras penas, sus hijos, nietos, sobrinos, encuentran las condiciones para atender los requerimientos emergentes que han definido las autoridades educativas. Como siempre, ellos terminan por padecer todo los males y lo peor de una sociedad egoísta, históricamente incapaz de pensar en ese Otro tan asimétricamente diferente al proyecto de sociedad impulsado por el neoliberalismo.
- Por otro lado, si bien gracias a la Web 2.0 la posibilidad de producir, difundir y consumir contenidos digitales, nos ha permitido cruzar los umbrales de la sociedad de la información para comenzar a cruzar los umbrales de las del conocimiento, la pandemia que vivimos, nos ha colocado un espejo frente a nosotros como para darnos cuenta que la brecha digital y el acceso al conocimiento, también pasa por la pobre responsabilidad en el uso de la tecnología como de la información que ponemos al alcance de los demás.
- En este contexto, la sociedad mexicana ha demostrado el puñado de contradicciones que la caracterizan: frente a la lejanía del otro, el humor y el menosprecio fueron los signos de distinción al inicio de este año, burlándonos de aquellos que estaban padeciendo la epidemia; para que luego los miedos y fantasmas hicieran presa de algunos sectores sociales, una vez llegada la crisis a nuestro país; quienes confirmaron que en este mundo neoliberal, vuelven a ser los privilegiados quienes deciden qué le dejan a los de abajo: el avituallamiento irresponsable provocó un caos y la escasez de insumos sanitarios que hoy vivimos.
- Son quienes volvieron a confirman que antes que nadie son ellos, por eso habría que desgajar al México de estos días, compartiendo contenidos poco informados, deplorando la complejidad del momento, para caricaturizarla, ridiculizar, espantar a través de cartas apócrifas, información despreciativa que terminar por ser agresiones a la inteligencia de muchos; pero quienes quedan en vilo, son los más vulnerables de este país.
- Una vez más, una crisis como la que vivimos, devela la espectacularización de la información que mayormente suelen hacer los medios masivos de comunicación y las nuevas plataformas informativas, al privilegiar un morbo centrado en la muerte antes que en la vida, al construir narrativas que poco contribuyen a visibilizar pero sobre todo a comprender y reconocer la complejidad de una pandemia.
- Tales narrativas muchas veces configuran un paisaje desolador que contribuye al miedo social, a engrandecer el dolor humano, a incentivar el enojo, no siempre con fundamentos; lo que confirma la poca responsabilidad social que tienen muchos de los líderes de opinión y los propios MMC, las plataformas digitales y, por supuesto, las redes sociales.
- Pero también, como se ha dicho antes, desnudó la falta de sapiencia y los conocimientos mínimos de un buen número de periodistas que, de pronto, siendo analistas políticos, pasaron a ser especialistas en salud pública y pandemias; lo que confirma que entre un columnista que confía en lo que aprendió en sus años de estudio, resulta poco afortunado en el contexto de un escenario denso y complejo como el que hoy se vive.
- Triste o lamentable (según se vea o quiera), la ignorancia de algunos medios, de reporteros para entender el lenguaje estadístico en el contexto del informe diario que se da sobre tendencias y el estado de la salud pública provocada por el Covid-19.
- En verdad, no deja de sorprender los tropiezos al enfatizar el dato individual (sea por recuperación o muerte) por encima de lo representativo, pero también por no tener experiencias para comprender el porqué de los modelos matemáticos que explican y aproximan a las condiciones de la pandemia en un país como México.
- Lo ocurrido recientemente con un periodista televisivo, es confirmación de ello, quienes sin el menor rubor exhiben una ignorancia y una falta de principios solidarios que los ciega y los muestra incapaces de dimensionar lo que es la ética en la ciencia, el sentido que tiene el principio de responsabilidad propio de quienes antes que políticos son y seguirán siendo científicos. Por encargo o convencido, terminó por exhibirse y además tomando como fuente a un gobernador que antes de entrar a su mandato, quiso cambiar las leyes en bien de su proyecto político personal.
- Igual de sorprendente es escuchar la simpleza con que muchos columnistas y politólogos se asumieron especialistas en salud y sin ningún rubor, se han convertido en paladines de su única verdad, sin contemplar variables más que las propiedades de una ceguera que antepuso la emoción a la razón, el estómago a la inteligencia; evidencia de lo que es la ausencia de referencias de una ética como principio de vida y profesión.
- En ese contexto, la emergencia de esta crisis ha confirmado lo que históricamente se ha sabido sobre las pandemias (que van y vienen con cada ciclo histórico y de vida), pero sobre todo ha puesto en vilo una ordenanza económica global, en donde vuelve a confirmarse que la variable más importante es la humana y sus vulnerabilidades, antes que los mercados y las economías desde las que se gobierna al actual mundo.
- Es curioso, pero en la historia de las pandemias, se sabe que buena parte de los males han sido las prácticas de higiene, en esta ocasión se vuelve a confirmar; a lo que se suma, los miedos propios del ser humano, en ocasiones razonables pero otras no tanto; tan parecida nuestra sociedad como aquellos tiempos cuando las brujas, los hechiceros, encarnaban miedos o vías para enfrentar lo desconocido; lo que hoy no deja de sorprender por la facilidad para hacernos de información y conocimiento.
- Lo curioso es que estamos en el tercer milenio y hemos sido la única generación que celebró un cambio de época.
- Puñados de ellos la suma de voluntades comprometidas y responsables, el otro, ese que mira desde la distancia e ignora disposiciones centrado en el bien común y la preservación de la vida.
- Parafraseando Edgar Morin, aquellos que vendieron la idea que somos una especie sapiens, el Coronavirus nos confirma que realmente la condición bio/psico/social e histórica, confirma que realmente somos homo sapiens demens.
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