Si algo recuerdo de mis mañanas en la infancia hasta estos días de mi adultez, es el lugar que al despertar y desde siempre ha ocupado la radio.
Desde aquellos años de mocedad, en casa, sea por mis papás o El Chilango o mi Papí, como le decíamos mis hermanos y yo a aquel señor que en la familia como en nuestras vidas ocupó un lugar importante y en cuya casa, terminé por dormir durante buena parte de mi adolescencia y juventud, para acompañarlo en sus soledades, la radio ha estado presente.
Cómo olvidar que junto al canto de los gallos, desde la frecuencia del 930 de AM, tras el Himno Nacional, daba inicio la programación de la XEU, estación que hasta el día hoy ya con su frecuencia en FM en el 98.1, sigue siendo una referencia como en nosotros, en la vida de muchos veracruzanos.
En el caso de quien escribe, aquel poema que abría la programación en la voz de quien luego supe era Romeo Figueroa Bermudez (un profesor y más tarde colega en la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana), para luego dar inicio al programa La tremenda corte, aquella producción cubana en donde Tres patines y compañía hacían las delicias de quienes los escuchábamos; para después entrar al terreno de lo educativo informal con Escuche y aprenda conducido por José Luis Feijó (uno de los programas más viejos en la radio mexicana, con más de 80 años al aire), antes de dar paso a la cobertura informativa, en el Noticiario de la U.
Pues bien, aquellas mañanas que se han extendido hasta ya entrados mis 50 años, aquel poema que conocemos como ¡Hoy tenemos que dar gracias!, y que durante mucho tiempo fue una suerte de aliciente para abrirse a un nuevo día, era con quien nos despertabamos a un nuevo día; pero sobre todo con aquel programa hecho a retazos de cápsulas culturales, algo que literalmente pudo haber sido así, ya que cuando el titular de Escuche y aprenda, fue a dar una charla cuando me formaba en la FACICO, al hablar de la labor de pesquisa diaria que hacía en aquellas fuentes que por entonces le permitían descubrir alguna información histórica, cultural, artística o anecdótica, que luego compartía con los radioescuchas de la XEU, eran sin duda un ejercicio de puzzle informativo.
Ahora que apelo a la memoria para traer al presente aquellos recuerdo en compañía de la XEU, recuerdo a Socorro Aubry, egresada de la entonces facultad de Periodismo de la UV como una de las primeras locutoras que recuerdo haber escuchado conduciendo noticias; más tarde sería Rosa María Hernández Espejo y hoy Betty Zavaleta, las 3 comunicadoras que han dejado y en el último caso, sigue dejando una huella en la memoria de quienes han hecho de esta estación de radio, el medio a través del cual dejarse informar, siempre con un sello y estilo propios.
Hoy cuando este 13 de diciembre del difícil 2020, la XEU cumple 90 años, bien vale la pena reconocer lo que ha llegado a representar en la vida de varias generaciones de veracruzanos, tanto de aquellos que viven en este terruño, como entre quienes han tenido que migrar y gracias a las tecnologías, hoy siguen vinculados a una estación de radio que sigue haciendo agradables sus días.
Diría que -de vez en vez- recuerdo con agrado aquel programa nocturno en el que llegué a colabora junto a Martín, Ricardo y cuyo locutor era mi buen amigo Miguel Ángel El Champiñón, lo mismo para el caso de la colaboración que durante una temporada tuve como comentarista en los propios noticiarios así como en el programa de Ivonne Pacheco.
Total, la XEU ha cumplido 90 años y junto a ella, varias generaciones de veracruzanos. No por menos la Loteria Nacional, llegó a emitir un boleto para un sorteo conmemorativo. Vaya desde aquí, mis felicitaciones.
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