The truth is out there … Or could it be elsewhere?

Estaba sentado en la sala de casa viendo la TV, cuando mi suegra se acercó y me preguntó si podía hablar conmigo. Sonreí y le dije que sí. Tomó asiento a mi lado y viendo a mis ojos me preguntó: ¿Genaro, usted cree en los OVNIS? La pregunta, viniendo de ella, por supuesto que llamó mi atención. Sonreí y le dije que pensaba no éramos los únicos en el universo que, en todo caso, podía decirse que sí.

En esta cuarta entrega de una serie vinculada a la dimensión empírica de un fenómeno que quiero investigar académicamente, refiero esta charla que tuve con mi suegra, porque hace unos días en su casa, desde el lugar en que me encontraba leyendo, volví a escuchar de su voz un par de anécdotas vinculadas a esa extraña experiencia que ella dice haber tenido en distintos momentos de su vida. Lo que vio y vivió mi suegra, de acuerdo a su testimonio, fue un evento extraordinario del que -por lo menos yo- no tengo ninguna duda pudo haber sucedido.

¿Qué haya sido, no lo sé?, no tengo a Scully y Mulder a la mano para que indaguen al respecto, lo que sí comprendo es que no es el único caso de personas que han tenido la ocasión de vivir experiencia cercanas a lo paranormal, a lo místico, a lo fantástico; después de todo, hay algunos gobiernos que han dispuesto de recursos extraordinarios para indagar sobre ciertos fenómenos que -racionalmente- ,pueden resultar inexplicables y sobre los cuáles se busca alguna evidencia que pueda ser sometida a experimentación, confirmación o comprobación por parte de la ciencia,

En esa tesitura no se debe olvidar que desde siempre, el ser humano ha venido encontrando la forma de representar y dar respuestas a fenómenos en donde la razón -no siempre- ha encontrado explicaciones; donde sin duda, la propia mentalidad humana a lo largo de la historia, ha echado mano de medios, de recursos que le permitan nombrar, recrear, ilustrar, representar, encontrar puntos de referencia que sean enclaves explicativos: las brujas, las hadas, los dioses, los extraterrestres, son seres fantásticos que han poblado la imaginación en las distintas culturas del mundo. Y hoy, cuando parecía que la racionalidad positivista se tambalea para dar cabida a otras miradas, a otras narrativas, a distintas posibilidades fenomenológicas y epistémicas, hay una suerte de revival de un pensamiento mágico que, en el contexto de una sociedad del consumo, ha encontrado en las tecnologías digitales los medios para construir relatos, para recrear sus miedos, sus dar sentido a comunidades de práctica, para organizar encuentros de todo signo, siempre que la búsqueda del sentido, se desate de ataduras racionalistas.

Del pensamiento ingenuo al mágico; del conocimiento empírico al racional y científico; del conocimiento religioso al filosófico; de lo perceptual a lo inductivo o deductivo, esta hecha nuestra historia, nuestras experiencias y conocimientos; y con aquella, lugares habitados por seres mitológicos que han venido abonado a la imaginación de las personas. De mitos y leyendas están sembrados los caminos de la humanidad en todas las épocas: en el norte de Europa con sus mitos nórdicos, en occidente con los dioses y héroes griegos o romanos; en Oceanía con la pléyade de seres fantásticos que son raíz en las costumbres aborígenes de aquellos pueblos. Ni qué decir en Sudamérica, Centro América y por su puesto en un país como México.

De tal suerte que, entre mágico y misterioso, podemos deambular entre lo mítico y sus leyendas, a lo fantástico y extraordinario, para tratar de entendernos como humanidad, particularmente en esas forma de depositar en un agente que media entre nuestra vida y las realidades mismas; donde la fe, las creencias, la confianza anda en pos de otros caminos de la imaginación o la inventiva humana.

En ese sentido, lo que me parece particularmente importante y primordial, es tratar de entender para poder explicar, desde dónde y porqué razón, hay grupos humanos, comunidades que suelen depositar sus creencias en alguien que se asume poseedor o depositario de verdades; tanto como en fenómenos que no- siempre- las evidencias que se comparten o presentan son la confirmación de una aseveración, sino el guiño de una posibilidad apenas.

Por ejemplo, en lo personal me parece particularmente significativo que en Taken (Spielberg, 2002), se asegure que la historia es basada en información desclasificada en torno al fenómeno OVNI; como también que series como Los expedientes secretos X (Carter, 1993) hayan pasado a ser un hito cultural en la historia de la televisión a nivel mundial; tan parecido a esa comunión que seriales televisivos como Stranger things (Duffer, Nickson-López & Dufer, 2016); Dark  (Bo Odar, Friese, Berg, Wiedemann & Müsch, 2017) o  Equinox (Lars Hermann, 2020), programas que últimamente han convocado el interés de un público; muchos de los cuales pasan a intercambiar información y consolidar comunidades de práctica o de sentido.

En tales programas, la ficción científica no renuncia a lo mítico para construir relatos que anidan en la imaginación de un público habido de encontrar motivos para seguir construyendo creencias. ¿O acaso sólo ha sido entretenimiento? Aquí, por supuesto que los medios digitales son portentos que facilitan el intercambio de información, la emergencia y constitución de comunidades enredadas en este tipo de contenidos.

Al tenor de estas consideraciones, ¿Que fue lo que vimos una noche mientras andábamos en el río?, no lo sé, pero nadie puede decirme que lo que mis ojos vieron no fue un evento extraordinario, maravilloso por decir lo menos. ¿Qué respondí cuando tiempo después mi suegra me preguntó si era creyente?

Con esta entrega doy por cerrada una aproximación empírica a un objeto que convoca mi interés, en las siguientes indagaré en el terreno académico, particularmente explorando en narrativas vinculadas a la sociología, a la historia, a la psicología, a la antropología; incluso si se da la oportunidad a la historia de las religiones, para tratar de contextualizar académica y disciplinariamente un objeto de estudio.