Los libros

Hace un par de meses tuve ocasión de presenciar una de esas conferencias que resultan reveladoras y de un particular aprendizaje. Esto porque si bien el expositor era un académico, hablaba desde su experiencia como editor de una de las más importantes revistas bilingües que se publican desde la madre patria -como dijeran los clásicos: Comunicar.

En medio de una serie de consideraciones al respecto de aquello que es importante vigilar cuando se desea publicar en un revista de alto impacto, se daba la ocasión de realizar apuntes, compartir algunas anécdota, hacer recomendaciones.

Fue en el contexto de esto último, cuando hizo un par de apuntes que quiero traer a colación en el contexto de estas reflexiones: como obligación, todo académico e investigador, debe leer por lo menos entre 1 y 2 artículos diarios, lo que desde aquel momento he procurado y aún cuando pareciera simple, lo cierto es que no siempre lo es, en virtud de la cantidad de compromisos, responsabilidades, tareas que hoy tenemos los académicos. El otro, fue sobre el valor que este hábito tenía, en especial cuando requerimos fundamentar un texto científico.

Ante esta sugerencia, dejó deslizar un comentario que -en lo personal- no puedo compartir del todo: desde su mirada y experiencia, más o menos dijo que los libros han dejado de ser las fuentes que históricamente han sido, pues a cambio de ellos, las publicaciones periódicas demandan más el empleo de artículos científicos que se encuentran en publicaciones periódicas de alto impacto.

Sin duda esto me llamó la atención, pues en lo personal, siempre he considerado que el papel de un libro en el contexto de un ejercicio de escritura académica, seguirá teniendo presencia no sólo por lo que han sido en la historia de la academia, sino porque -por lo menos- en el área de las humanidades, un libro termina por ser una fuente imprescindible, en virtud de ser el medio a través del cual se han vertido y sigue haciéndose los planteamientos que llegado a representar un punto de quiebre, a sacudir el pensamiento.

Y suelo pensar y decir esto, porque al indagar en la literatura especializada, difícilmente se encuentra el caso de un artículo que, en las ciencias sociales y las humanidades, haya sido un parteaguas, un punto de ruptura, lo que sin duda ha sido así en el área de las naturales o las exactas; después de todo, desde sus orígenes, la publicación de artículo ha sido parte de la tradición en esas áreas de conocimiento. No obstante, el lo social y lo humanos, la capacidad argumentativa, discursiva, el nivel de profundidad en sus abordajes, frente a la disposición de un espacio resulta poco afortunado, pues regularmente en las revistas, el espacio del que se dispone termina por ser acotado, lo que impide o inhibe el desborde del pensamiento, lo que en los libros no es impedimento alguno.

Hoy lo saco a colación porque recién he concluido la lectura de un libro que me regalara un querido amigo, en cuyo título se queda evocado la propia condición de lo que históricamente han representado este tipo de obras en la historia del ser humano: El infinito en un junco de Irene Vallejo (Siruela, 2021, edición De Bolsillo), ensayo encaminado a analizar el papel que en la historia de la humanidad ha representado la invención del libro; ejercicio histórico, cultural y literario (considero yo) que aprovecha las bondades del ensayo para desarrollar un estilo expositivo que le permite a su autora recrear pasajes documentados pero también bordar desde sus recuerdos como lectora apasionada una obra que se estructura a partir de un puñado de capítulos y apartados, muchos de los cuales me han resultado exquisitos y memorables, desde una sencillez prosística que no impide reconocer la brillantez con la que quedan expuestos los distintos temas en esta obra abordados, si resquemor desde una posición docta pero no por ello menos disfrutable.

Imagen tomada de: https://certeza.com/producto/el-infinito-en-un-junco-la-invencion-de-los-libros-en-el-mundo-antiguo/

Sobre todo por la generosidad que, siento como lector y docente, muestra la autora para hacer a un lado los datos técnicos de la cantidad de obras consultadas (las mismas de las que da cuenta en la bibliografía y su correspondiente índice onomástico), al compartir anécdotas que hacen un libro más cercano a quien lee: películas, fábulas, leyendas, obras de teatro, novelas, forman parte del ramillete de recursos de los que se vale para abrir un apartado, para ilustrar, para aclarar un punto, siempre con la intención de contextualizar y hacer más amigable la exposición que realiza; por lo que termina poniéndose del lado del lector al emplear un lenguaje amigable y con ello apelar a la imaginación para también situarse, en ese milenario recorrido que realiza a lo largo de su obra, Irene Vallejo.

Imagen tomada de: https://www.semana.com/cultura/articulo/en-el-infinito-en-un-junco-quise-contar-la-epica-del-conocimiento-irene-vallejo/202100/

Si a recaudo de la memoria recordamos algunos libros que nos han marcado o dejado algo como lectores o como académicos, seguramente en un par de minutos un puñado de ellos volvería en nuestros recuerdos: En busca del tiempo perdido, El Quijote, El viejo y el mar, La rueda, Ulises, El nombre de la Rosa, El amor en los tiempos de cólera, Así hablaba Zaratustra, La esquina del círculo, por nombrar algunos; pero también pudieran ser La era de la información, Crítica a la modernidad, La distinción, Culturas híbridas, El paradigma perdido: ensayo de bioantropolgía, El árbol del conocimiento, La invención de la ciudad, Tiempos líquidos, El crepúsculo del deber, Los no lugares, entre muchos otros que en lo académico he disfrutado; lo que no resulta igual si tratamos de recordar algún artículo que haya provocado lo mismo: Incluso si hacemos un ejercicio exploratorio en Internet para ver qué artículos en el campo de las humanidades han sido cimeros, resulta particularmente complicado.

Así que si se quiere de pasar algunas tarde-noches disfrutando de una buena lectura, bien vale la pena echarse una zambullida en El infinito en un junco, pero si no se tiene tiempo, igual vale la pena acercarse a algunos de los trabajos en video que suelen encontrarse en Internet, para quizá sentir una provocación y con ello andar en la búsqueda de algo más acabado, como es el libro al que me refiero en esta entrega; después de todo se trata de disfrutar, de aprender, como también dejarse sorprender ante datos que solemos no imaginar, como por ejer saber que de la importancia de la biblioteca de Alejandría, del papel que jugaron el intercambio comercial, las conquistas y sus saqueos como también que Platón llegó a condenar los libros, la quema de bibliotecas y de libros en distintos periodos de la humanidad, en fin, todo un recorrido histórico que bien vale la pena hagamos todos aquellos a quienes los libros nos siguen apasionando.

Es cierto, los artículos como otro tipo de fuentes de referencia, hoy han cobrado un valor importante, en términos de su utilidad pues los tiempos de edición que una revista demanda por su periodicidad, son garantes y la confirmación del avance en los conocimientos en estos tiempos; pero en mi entender, no suelen alcanzar la dimensión simbólica que algunos libros tienen por lo que le han aportado, de allí que algunos sean clásicos e imprescindibles hoy día, aun cuando también sea cierto que puede haber algunos que ya no pueden llegar a explicar de qué van estos tiempos, pero esa es otra historia.

Comentarios
  • Genaro Aguirre Aguilar
    2022-02-07 7:58 PM

    Que así sea querido José Manuel. Un fuerte abrazo

  • José Manuel Asún
    2022-02-07 4:29 PM

    Fantástico querido Genaro ¡vivan los libros! Y los amigos

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