Hace unos días hice un alto en el camino en los grupos a quienes imparto clases en este periodo. La razón: dialogar para tratar de entender, desde las voces de los propios universitarios, las razones del porqué, hasta ese momento, había sido reiterativo el atraso o incumplimiento en la entrega de actividades escolares.
Y es que si bien es cierto en la literatura académica desde hace algunos años, pero sobre todo recrudecidos con la pandemia, ya se venía hablando de los problemas que, de diverso tipo, vienen observando las nuevas generaciones universitarias, no dejaba de llamarme la atención el porqué algunos de mis estudiantes, estaban dejando de cumplir con la entrega de evidencias de aprendizaje; por cierto, una problemática lo mismo entre estudiantes de segundo que de cuarto o sexo periodo.
Ello en el contexto de experiencias educativas vinculadas a la investigación, para las que -invariablemente y desde hace muchos años- suelo emplear plataformas y recursos educativos abiertos en diversos formatos, para encontrar las vías que faciliten el tratamiento de contenidos teórico-metodológicos. Por eso mismo, suelo emplear la plataforma institucional EMINUS en su cuarta versión, como también TEAMS y Lienzos (esta última, una plataforma educativa echada a andar por la Universidad Veracruzana hace poco tiempo), a través de la cual se pueden diseñar objetos de aprendizaje para la autogestión de conocimientos; tanto como otras comerciales a las que me encuentro suscrito para emplearlas en mi práctica docente.
No obstante, haber hablado de las razones del porqué emplearíamos estas plataformas como medios para dar continuidad a lo que ocurre en el aula a través de ambientes virtuales para programar actividades asincrónicas, parece que los estudiantes universitarios no han terminado por dimensionar lo que les demanda este regreso, pasando por lo actitudinal como de un puñado de habilidades y disposiciones que demanda una nueva normalidad académica como la que requiere la presencialidad.
Pero como llegué a decirles, esa es la lectura que puedo hacer, pero lo mejor era conocer desde ellos sus puntos de vista: sus razones, sus motivos, sus inquietudes, en fin, las incertidumbres que pueden causarle la implementación de dinámicas como las que exige el uso de tales recursos. Sin embargo, ante esta invitación, apenas y se sumó un puñado de jóvenes; mientras la gran mayoría guardaron un silencio preocupante.
Incluso llegué a decirles que frente a este regreso, los docentes estamos echando mano de una nueva sensibilidad como para reconocer la pertinencia de otorgar prórrogas, de volver a repetir las instrucciones, de seguir compartiendo ejemplos; pero que si, en ellos no hay un cambio de actitud, difícilmente saldríamos del problema que están reportando algunas investigaciones a nivel internacional, sobre el empobrecimiento en los conocimientos y las destrezas que están adquiriendo los universitarios a nivel global, y no únicamente como resultado de la pandemia, sino que viene de tiempo atrás, donde lo más rudo, es el bajo nivel de pensamiento crítico que dice la OCDE (2022) hoy muestran estas generaciones de universitarios.
En fin, que hay mucho… mucho, por hacer, donde se requiere un trabajo docente colegiado para diseñar agendas y estrategias que contribuyan a enfrentar estos dilemas en la enseñanza superior. Pero también es verdad que -parece-, entre los académicos hay quienes no han alcanzado a visualizar la responsabilidad que en todo esto tenemos, como para colaborar en el trazo de caminos que permitan ir saliendo de un problema que -sin duda- nos compete.
Comentarios
Mi estimado Genaro, interesante lo que has escrito sobre el fenómeno al que nos enfrentamos en el día a día. Sin embargo, no comentaste sobre las respuestas que te dieron los estudiantes sobre la lectura que le están dando a este problema (si es que para ellos es un problema).
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