La primera ocasión que tuve oportunidad de asistir a un evento vinculado al Comic y su universo, fue hace algunos años cuando para fortuna mi visita a la ciudad de México, coincidió con un evento internacional que tenía lugar en el WTC, en el que tuve ocasión de acercarme por primera vez a un fenómeno global que se fue consolidando al cabo de los años.
Algunos años después, ya en Veracruz mi hijo Aldo me pidió lo llevará a una Expo que por entonces se celebraría en las instalaciones del Club de Leones. Si mal no recuerdo al año siguiente por allí anduvimos, hasta que llegaría el momento en que su sede pasaría al WTC, ya con mi hija Ximena y Emilio, como los instigadores para llevarlos a la Expo Mac que suele celebrarse en la ciudad de Boca del Río.
Para entonces, si bien sabía que estaba ante un fenómeno global y una industria poderosa, no imaginaba aún el impacto que en las juventudes de la conurbación tendría un evento que este año ha cumplido sus primeros 15 años; como tampoco que hubiese tanta demanda como para ver nacer otro similar en su fórmula y oferta, pero en cuyo nombre se asoma un elemento de distinción cultural: KiPon, detrás del cual se encuentra ese fenómeno que hoy representa la música coreana entre los jóvenes del mundo.
Si bien ambos eventos permiten reconocer la importancia que a nivel global tiene una industria cultural y del entretenimiento ligado al universo Otaku, el mundo del Cosplay, el ánime, el manga, el comic, el cine de superhéroes, así como el llamado K-Pop, lo cierto es que no deja de sorprender la forma en que los jóvenes veracruzanos se han apropiado de tales propuestas, siendo que no sólo es asistir, sino investirse del personaje por el que se sienten atraídos, para con ello rendir su admiración, incluso tributo que encuentra en estos eventos el espacio ritualizable desde el que se es parte de una comunidad de práctica y sentido.
El asombro viene de la mano al reconocer en la confección de los atuendos que portan muchos de los niños, los adolescentes y jóvenes asistentes, una significativa inversión que hace suponer que, mayormente quienes acuden son quizá y preferentemente de una clase media en construcción o consolidada, pues aun con lo artesanal de los diseños, la manufactura de los mismos requiere un mínimo de inversión: en pelucas multicolores, maquillajes, accesorios y por supuesto en los vestuarios.
En esta puesta en escena, no faltan las ofertas que al interior de las sedes se realiza: desde la venta de accesorios, afiches y muchos otros bienes relacionados con esta cultura, además de concursos de baile, de vestuarios, como la participación de profesionales: cosplay, actores de doblaje, autores o productores de contenido relacionados con esta industria.
En fin rasgos y evidencias de un fenómeno global que se recrea, se reproduce en un par de eventos que pueden llegar a convocarse más de dos veces al año, uno y otro, lo que no deja de exigir una inversión que los mismos padres o abuelos están prestos a cubrir cuando el hijo o las nietas se lo requieren; después de todo, hay una sociedad de consumo poderosa que convoca, entusiasma por la forma en que desde sus agencias de interpelación también contribuyen a definir las identidades de las juventudes actuales. Y ahí, es oportuno que las familias den cuentan también del afecto y efecto que estas convocatorias juveniles les plantean.
Comentarios
Estimado Dr. Genaro, como siempre un gusto leer sus reflexiones.
Debo decir que sorprende la forma en la que los jóvenes han venido construyendo una comunidad con un intereses compartido.
En la preparatoria tuve algunos compañeros que eran fanáticos del fenómeno y me parece que resultaron ser clave para acercarme a ese mundo, me sorprendía la inversión que hacen pues además de los cosplay que elaboran, también compran en tiendas especializadas en manga y comic. Recuerdo una en el centro del Puerto, especializada en los mangas, era alucinante la cantidad de historias y finalmente las inversiones. Un gusto que viene acompañado de toda una industria.
Saludos.
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