La primera vez que fui consciente del uso que a una canción como recurso didáctico podía darle, fue cuando tuve ocasión de impartir un Taller de tesis para estudiantes egresados de diversos programas educativos de la Universidad Cristóbal Colón, en el puerto de Veracruz, pues lo mismo cientistas en la educación que arquitectos, ingenieros o abogados formaban parte de aquel curso variopinto en lo disciplinar.
Mi dilema docente fue cuando me preguntaron cómo podían entender lo que era describir un contexto para situar allí el tema de investigación sobre el que querían problematizar. Y la verdad, descubrirlo fue una fortuna, pues iba de regreso a casa cuando al sonar una canción de Natalia y La Forquetina, vino la «iluminación». Y es que en su primer éxito En el 2000, esta cantante esboza un contexto histórico particularmente interesante, antes que por el tema, por las variables políticas, sociales, culturales, incluso económicas que emplea para reflexionar, analizar y poner sobre la mesa un tema que, en su mirada, resulta ser mejor entendido a la luz de un puñado de factores de los que habla para situar su tema.
De entonces a la fecha, la música y algunas canciones han acompañado mi práctica docente, de allí que por aquel entonces haya publicado un ensayo en un Anuario de Investigación, para hablar del potencial que algunas letras tienen para promover ambientes sonoros de aprendizaje, a partir de análisis de una docena de canciones donde la ciudad y sus personajes, permiten problematizar sobre lo contemporáneo, a la luz de las temáticas o problemáticas que son abordas en aquellas canciones; una experiencia que luego llevaría a uno de los encuentros de la Red Latinoamericana de Metodología de la Investigación.
Así, con los años he tenido ocasión de emplear este recurso en mis clases de licenciatura, especialidad, maestría y doctorado, siempre con la intención pedagógica que los estudiantes comprenden algún tópico relacionado con la planeación de un proyecto de investigación, incluso para dimensionar lo complejo que es el análisis de hallazgos cualitativos.
Es cierto, el uso de la letra de una canción pasa primero por la apropiación de quien escribe, para vislumbrar el tipo de itinerario educativo que se puede diseñar para abordar estratégicamente y desde una posibilidad distinta, algún contenido curricular: sobre los marcos contextuales, sobre el diseño del perfil de sujetos de estudio, para ilustrar la forma en que pueden emplear referencias que legitimen y fundamenten ideas, para aprender a parafrasear ideas.
En fin, que los caminos de la enseñanza de la investigación, empleando canciones que medien en el aprendizaje, pueden ser tan amplios como la imaginación, la creatividad, el atrevimiento y el oficio docente, lo permitan.
En cierto, aquí también intervienen los gustos musicales como las historias emocionales de los docentes y acervo musical que se tenga, razón por la cual, al adquirir una disco o descubrir alguna novedad de mis cantantes preferidos, asumo una actitud de escucha y contemplativa par poder recrearme en sus letras y dejarme maravillar por el uso que hacen del lenguaje, la pericia para dar con la metáfora mejor
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