- La investigadora de la UV, Elissa Rashkin, reflexionó sobre el nahualismo y la película inspirada en la leyenda
- Dentro de las Jornadas Funerarias y de Otoño 2022, realizadas el 27 y 28 de octubre, por el Centro de Estudios de la Cultura y la Comunicación
Claudia Peralta Vázquez
Fotos: Luis Fernando Fernández Carrillo
02/11/2022, Xalapa, Ver.- “El nahualismo ha sido una fuente inagotable para las historias de fantasmas en México, en la tradición oral contemporánea implica un cambio corporal malévolo, una persona que asume en secreto una figura no humana para llevar a cabo actos malvados como chupar sangre, robar los corazones de niños y niñas para alimentarse y quedarse con la juventud eterna”, dijo Elissa Rashkin, investigadora de la Universidad Veracruzana (UV).
Su reflexión se dio este jueves 28 de octubre durante el inicio de las Jornadas Funerarias y de Otoño 2022, organizadas por el Centro de Estudios de la Cultura y la Comunicación (CECC), a través del Cuerpo Académico (CA) Estudios de la Cultura y la Comunicación en América Latina, e inauguradas por Rafael Figueroa Hernández, coordinador de la entidad universitaria.
Cada año el evento es realizado en el marco de Día de Muertos con la finalidad de aportar algunas reflexiones académicas sobre la muerte, mediante ponencias, un foro académico y otras actividades añadidas para acompañar la jornada.
Elissa Rashkin, investigadora del CECC, doctora en Estudios de la Comunicación y miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), dictó la conferencia magistral “Espectros (de) coloniales en la casona de la Nahuala”.
Su análisis teórico-textual se basó en la película animada La leyenda de la Nahuala (2007), que fue proyectada este mismo día dentro del ciclo de cine de las Jornadas Funerarias. Comentó que este filme se remonta a 1807 y es un homenaje a la historia del cine nacional, al tiempo que ofrece un tema universal con identidad mexicana.
El trabajo de investigación se refleja en cada uno de los dibujos y escenas, por lo que brinda un simpático y detallado retrato de la ciudad de Puebla a principios del siglo XIX.
Es la historia de un niño (Leo San Juan) que logra vencer todos sus miedos a través de una serie de encuentros con los habitantes fantasmales de una mansión abandonada.
Ahí se ponen en juego representaciones culturales de la identidad como: la afrodescendiente nana Dionisia; la chica indígena Xóchitl; la joven blanca de clase alta, Teodora; la propia Nahuala, y otras figuras asociadas con el orden social de la Nueva España.
“Este escenario reconfigura la narrativa nacional como historia de fantasmas y permite el entrelazamiento de elementos coloniales y decoloniales en la fantasmagoría de la película, los cuales surgen a través de la apropiación cómica de parte de los creadores de la narración como medio para mexicanizar la animación cinematográfica.”
Además de presentar a los personajes y lugares, el relato establece marcos temporales entrelazados, entre ellos: la víspera de la lucha por la independencia, y el Día de Muertos, fecha clave en el calendario indígena local, entre otros.
Su director, Ricardo Arnaiz Núñez, comentó que habían ubicado la calle de la Nahuala en un mapa antiguo que consultaron en las primeras etapas de la producción.
Sin embargo, cuando la investigadora intentó localizar la leyenda original o específicamente poblana, todas las búsquedas la condujeron a la película.
“En la casona Villavicencio, lugar donde se desarrolla la trama, no existe ninguna mención relacionada con la Nahuala, tiene otra historia distinta al orden de terror.”
Posteriormente, el cineasta afirmó que la historia se inspiró en el cine mexicano, en películas como Los fantasmas y una muchacha, donde actuaron Germán Valdés “Tin Tan” y su hermano Manuel “El Loco” Valdés.
Es decir, se hizo extensiva la idea de que la bruja conocida como “la Nahuala” era una figura de leyenda popular adaptada a la pantalla.
Al respecto, Elissa Rashkin destacó que la leyenda se inspira en una historia de transculturación y también hace unos movimientos audaces por cuenta propia.
Sobre el origen del nahualismo, explicó que la idea de la bruja surgió en Europa como un medio para combatir las desviaciones del dogma católico, señalando que las mujeres eran especialmente susceptibles de ser acusadas de haber adquirido poderes mediante algún pacto con el diablo.
Dichos imaginarios llegaron con los españoles al continente americano y fueron puestos al servicio de otras formas de dominación basadas en las divisiones entre etnias, raza, clase y género.
Los imaginarios europeos sobre la bruja llegaron a influir en el pensamiento de las prácticas indígenas, hasta el punto de que siglos más tarde, fenómenos como el nahualismo no son simplemente remanentes resistentes de complejos culturales anteriores que sobreviven a pesar de haber sido reprimidos, sino elementos mesoamericanos, africanos, europeos y otros que se entremezclan.