- La integrante del programa Fulbright colabora con el Programa de Estudios sobre América del Norte
- Al visitar el Museo de Antropología de Xalapa sintió que debía quedarse un periodo más largo en la capital veracruzana
- Quiere transmitir a los universitarios que deben aventurarse a conocer el mundo y que el idioma no es una barrera
David Sandoval Rodríguez
02/10/2017.- Xalapa, Ver.- Edythe Weeks, profesora de la Universidad de Missouri en Estados Unidos de Norteamérica (EEUU) y académica del programa Fulbright, realiza una segunda estancia en la Universidad Veracruzana (UV) para compartir sus conocimientos con los estudiantes e instarlos a tener un pensamiento global sin que el lenguaje ni la procedencia sean limitantes para su crecimiento personal y profesional, como ocurrió en su caso al sentir una conexión especial con la capital veracruzana.
Weeks, quien es experta en ciencia política y derecho espacial, imparte experiencias educativas en inglés del Programa de Estudios sobre América del Norte (PEAN) sobre la historia de EEUU, con la finalidad de familiarizar a los alumnos con el idioma, así como incentivarlos a participar y debatir.
Aunado a ello, le interesa transmitir a las nuevas generaciones que el idioma no es una barrera y que deben aventurarse a conocer el mundo.
Explicó que en 2016 la UV solicitó especialistas que vinieran a conversar sobre la elección de Donald Trump y las repercusiones políticas y económicas que tendría en México. Hubo una persona propuesta y de último minuto se retiró, entonces ella acudió en su lugar.
“Al mismo tiempo, la comunidad internacional que estudia el derecho espacial se reuniría en un foro en Guadalajara, Jalisco, yo había solicitado como especialista del programa Fulbright asistir a dicho evento como lo había hecho en Siberia el otoño anterior y me preguntaron si podría asistir a Xalapa a dar una conferencia sobre política, así que se combinó la asistencia al evento en Jalisco y a la UV.”
Residió tres semanas en Guadalajara, efectuando diversas actividades con su universidad y luego viajó a Xalapa para la conferencia, un taller y un seminario que iniciaron el 28 de octubre.
Al llegar a la capital veracruzana se sintió como si estuviera en casa, cómoda, ya que Guadalajara es una gran ciudad, semejante a las de EEUU, pero Xalapa es pequeña y la definió como una localidad universitaria; siempre se ha sentido más a gusto aquí, como en Columbia, Missouri, donde estudió su doctorado.
El paisaje y las personas le hicieron sentir como en casa, recordando su infancia en los años cincuenta, “fue como volver al pasado, las formas de comportarse, el ambiente, las sensaciones y la ausencia del estrés de las grandes ciudades”, comentó.
Destacó la libertad que le ofrecieron Daniel Romero León e Ignacio Sánchez Juárez, académicos del PEAN, para enseñar ciencia política; al compaginar sus conocimientos sobre derecho espacial y sus regulaciones con la política internacional de EEUU, tuvo que sintetizarlo para que los estudiantes pudieran tener una comprensión y desarrollaran un conocimiento general sobre algunos aspectos que les fueran útiles.
En muchas universidades las opciones serían más rígidas y tendría que elegir entre enseñar derecho espacial o política internacional, abundó.
Compartió que un momento decisivo que le hizo considerar volver a la capital sucedió al final de su primera estancia y platicó que una estudiante asignada como su asistente la llevó al Museo de Antropología de Xalapa (MAX) y conoció la cultura olmeca.
“Fue algo muy profundo para mí porque los afroamericanos nos referimos a los olmecas como ancestros lejanos y cuando le explicaba a la estudiante ella respondía que en México es la cultura originaria; al final no importa cuál sea la historia, todas esas cabezas olmecas impactaron en mi mente.”
El hecho de tomarse una fotografía con una de las cabezas colosales y enviarla a sus amigos le hizo sentirse muy conectada con el pasado, “todo ha sido fascinante, como todas las variedades del color verde a la vista, los pueblos mágicos y las personas”.
Desde que regresó a su país buscó la forma de volver a Xalapa y fue Robert Kruger, profesor de la Facultad de Antropología y de la Escuela para Estudiantes Extranjeros, quien le ofreció su cabaña, así que escribió a las autoridades universitarias y rápidamente organizó su estancia, teniendo que aprender lo básico por su cuenta.
Los estudiantes han estado muy interesados en sus conocimientos y para ella tener la posibilidad de enseñarles, además de su motivación para comprender lo que había visto y vivido, fue fundamental. “Yo también he sido estudiante y pensé: ¡Vaya! Todo aquello que he aprendido puede servir para que ellos hagan algo y en este punto de mi historia fue muy valioso saber que toda la investigación, todo el trabajo y todos los análisis que he efectuado tienen una utilidad y podrán servir para el futuro, a través de los jóvenes”.
Un pequeño detalle marcó significativamente sus decisiones, como recordó al estar contemplando un collar en el MAX y darse cuenta que era muy similar al que portaba, en ese momento se sintió con una gran conexión con el lugar.
Cuando pensó en volver consideró exponer el derretimiento de los polos terrestres y sus implicaciones respecto a la colonización porque se ha descubierto oro y petróleo, además hay personas que ya comenzaron a desplazarse a las regiones. “¿Qué significa esto? ¿Volveremos a ver la colonización? Quería mezclarlo con las investigaciones sobre el espacio exterior ya que son los nuevos territorios para colonizar y se necesitarán especialistas en una comunidad internacional en la cual pueden crearse posibilidades sin límites”.
Se dio cuenta que los jóvenes en las universidades desconocen esto al constatar su experiencia en Siberia, porque en EEUU es diferente, ahí las oportunidades surgen durante todo el día, pero en países donde no se habla inglés existe un desconocimiento de las posibilidades que existen a nivel mundial.
Además, la humanidad está en un momento histórico en el que es muy factible que inicie una nueva etapa de colonización, pero al contrastarlo con las experiencias del pasado emergen las preocupaciones de genocidio y esclavitud.
Será diferente a lo que hemos visto en el pasado, añadió, “porque los estudiantes que están aprendiendo sobre el tema crearán otras formas de involucramiento, aunque existe la posibilidad de que se repitan las acciones del pasado, también es posible que hagamos algo y si ellos actúan diferente será por decisión propia; algo hemos aprendido porque ahora existen leyes contra el genocidio”.
Sin embargo, alertó que el racismo –como se ha constatado con las protestas recientes en EEUU– ahora ocurre de forma más sutil y muchas de las veces son las personas afectadas, como los afroamericanos, quienes sin darse cuenta mantienen la jerarquización social.
Aunque se ha logrado mucho con el reconocimiento de las diferencias y el respeto a los derechos humanos, en las expresiones en el habla cotidiana y los comportamientos habituales persiste una diferenciación étnica latente y lo ejemplificó con una situación que le ocurrió al transbordar en un aeropuerto en EEUU, cuando se percató que las mujeres al interior del sanitario actuaban diferente y ella no lo habría notado de no ser porque venía de un vuelo de México y viajaba hacia Canadá.
Por ello enfatizó la importancia de enseñar a los universitarios a ser conscientes de las diferencias que nos integran porque el racismo puede considerarse como un fenómeno invisible que persiste y se ha vuelto más evidente en la actual presidencia de los EEUU.
“Este es el poder de la globalización: el inglés se convirtió en el lenguaje internacional, pero también es una barrera mental, porque los estudiantes se comportan muy diferente cuando hablan su idioma.”
Planteó que con la globalización se ha hecho posible que las personas puedan ponerse en contacto a pesar de que las separen distancias enormes; en el caso de los universitarios, a veces consideran que el lenguaje es una barrera, no importa si no es un inglés perfecto, dijo, si la persona correcta está del otro lado, va a funcionar.
Otra posibilidad que tienen es ofrecerse como voluntarios a nivel internacional, tal vez no reciban un ingreso pero tendrán dónde hospedarse y seguramente alimentos, hasta es posible que les paguen el traslado y todo ello aparecerá en su currículum, incrementando sus posibilidades laborales.
Reconoció que la UV valora todo lo que significa la experiencia Fulbright y ya habían planeado actividades para su estancia; por su parte, tuvo que aprender español y a veces es difícil, pero al ser parte de este programa, analizaron su trayectoria y consideraron cómo podría ser de utilidad; para cuando bajó del avión todo estaba organizado y planeado para su estancia.
La entrevistada se dedica a la docencia desde 2002 y comenzó en tres universidades simultáneamente, por ello se sorprendió cuando resultó electa para formar parte de la plantilla de profesores del programa Fulbright y quizá fue la variedad de temas que maneja lo que facilitó el ingreso.
Es la primera vez que toma un periodo de descanso y ahora trata de sintetizar lo que ha aprendido para una nueva generación, “es como pasar la antorcha, habrá algunos que apenas lo hagan y otros se aferrarán a ella sin importar las circunstancias”.
Compartió que su estancia en Xalapa ha sido tranquila y las personas muy amigables, además de que la ciudad cuenta con impresionantes vistas de los alrededores; esto le ha permitido reflexionar sobre los ritmos y las presiones del sistema y de las grandes ciudades.
“Este lugar se siente como el hogar, hay algo en la ciudad y en las personas, como los taxistas, que se preocupan porque haya llegado al lugar correcto, o las personas que cuentan las monedas para darme el cambio exacto, esto me hace sentir segura, amada y un valioso miembro de la sociedad”, expresó.
En ese sentido, manifestó que durante su estancia ha podido constatar que la Universidad Veracruzana está por toda la ciudad y es responsable de muchos espacios culturales.
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