Ciencia

Luis Beltrán ingresó a la Academia Mexicana de Ciencias

  • Actualmente investiga la ataxia espinocerebelosa tipo 7, que afecta a localidades de Veracruz
  • Su compromiso, explica, es «qué voy a hacer por la UV como miembro de la AMC: representarla y participar en la gestión de recursos

 

Es investigador del Laboratorio de Neurofisiología

 

David Sandoval Rodríguez

31/01/2018, Xalapa, Ver.- Luis Beltrán Parrazal, investigador del Laboratorio de Neurofisiología de la Universidad Veracruzana (UV), ingresó a la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), no obstante reconoció que su labor se dificulta por la estrechez financiera e incide directamente en la comprensión de la ataxia espinocerebelosa tipo 7 que afecta a la población de Tlaltetela, Veracruz.

Beltrán Parrazal es egresado de la Licenciatura en Biología y tiene la Maestría en Fisiología, ambas por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y estudió el Doctorado en Neurobiología por el Instituto de Neurobiología también de la UNAM, en Querétaro.

Realizó estancias posdoctorales por seis años en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), ahí fue contratado como académico adjunto en el Departamento de Cirugía de Cabeza y Cuello para después, en la Facultad de Física y Astronomía de la misma universidad, desarrollar trabajos en microscopía.

En 2010 regresó a México e ingresó a la UV como profesor de tiempo completo Nivel C y actualmente es parte del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) Nivel 2 y del cuerpo académico (CA) Consolidado de Neurofisiología.

“Mi línea principal de investigación es el estudio de las mitocondrias: organelos de las células donde se genera la energía necesaria y en particular me interesa el funcionamiento de las neuronas y las células gliales que están en el cerebro y son importantes para el funcionamiento del sistema nervioso central.”

Señaló que es importante saber cómo funcionan las mitocondrias en cada uno de estos grupos celulares, porque cuando comienzan a experimentar cambios bioquímicos y morfológicos o de distribución dentro de la célula se convierten en el inicio de las enfermedades psiquiátricas y motoras.

“Muchas enfermedades, no sólo neuropsiquiátricas, también metabólicas como la diabetes o el Parkinson, el Alzheimer, la ataxia o la enfermedad de Huntington, tienen en común los problemas en las mitocondrias, por ello es tan importante estudiarlas.”

 

Buscar el ingreso a la AMC debe ser una obligación

Con respecto a su ingreso a la AMC, señaló que es importante porque fortalece los indicadores de la UV, apoyando en la obtención de recursos ante la Secretaría de Educación Pública (SEP) y “como obligación académica uno debe de intentarlo”.

“Pero el compromiso es qué voy a hacer por la Universidad Veracruzana como miembro de la AMC, representarla y participar en la gestión de recursos que considero muy necesarios, presionando a quienes tienen puestos claves y pueden incidir en que Conacyt apoye a los investigadores”, dijo.

“Ser investigador no es fácil y la mayoría hace un esfuerzo gigantesco porque le apasiona la ciencia, no porque tiene el título de doctor y quiere que le llamen doctor. Ser investigador requiere de mucho esfuerzo y un alto umbral a la frustración, tanto para hacer los experimentos como para gestionar recursos e incluso ejercerlos, porque a veces es muy difícil hacerlo”.

 

Afecta a Veracruz ataxia extremadamente rara

El investigador se unió a Juan Fernández Ruiz, investigador y académico de la Facultad de Medicina de la UNAM, quien está comisionado en la UV y estudia la ataxia espinocerebelosa tipo 7, “una enfermedad extraordinariamente rara que desafortunadamente en la localidad de Tlaltetela, Veracruz, es muy común y se ha convertido en un problema social, económico y de salud porque tiene todas las características de una epidemia”.

Aunque está focalizada en esta comunidad, se está expandiendo a otras como Xico, Coatepec y Xalapa, e incluso se considera la posibilidad de que haya llegado a Estados Unidos como resultado de la migración en búsqueda de oportunidades laborales.

Es una enfermedad genética que tarda años en manifestarse y además es hereditaria; todas estas características la hacen terrible, provoca discapacidad motora y visual, ha puesto a la región en una situación crítica porque las personas no pueden trabajar y ya hay casos de niños y adolescentes con la enfermedad; asimismo, muchos de sus habitantes no saben que la tienen y la transmiten porque su detección es mediante un análisis genético y es muy costoso.

En su trabajo, ha tratado de vincularse con los laboratorios más importantes de Estados Unidos que investigan el tema, como el Centro de Investigaciones Neurológicas que recientemente se inauguró en la Universidad de Carolina del Sur, donde tienen la posibilidad de generar fármacos genéticos que sean paliativos y que puedan contener el avance de la enfermedad.

Recalcó que un elemento esencial para dicho propósito es el involucramiento de todos los alumnos del Doctorado en Neuroetología, así como estudiantes del Doctorado en Inteligencia Artificial del Centro de Investigación en Inteligencia Artificial (CIIA), quienes desarrollan sensores para detectar el movimiento corporal.

También está participando Consuelo Morgado Valle, investigadora del Cice y colaboradora en el Laboratorio de Neurofisiología, al igual que investigadores del Instituto de Salud Pública (ISP), quienes trabajan en la comunidad pero enfrentan una situación semejante en cuanto a los recursos.

Se está gestionando, conjuntamente con la asociación civil Ataxia México y el Centro de Investigaciones Neurológicas de Estados Unidos, el envío de especialistas a Tlaltetela. “Me gustaría que en el futuro los alumnos de la Facultad de Medicina se involucraran para que conocieran este trabajo”.

 

Necesario, un fondo a la investigación

“No existe un fondo que esté dedicado a la investigación como tal, aunque hay programas que ofrecen un premio a la innovación”, comentó.

En el ámbito universitario, desde hace cuatro años existe una tendencia que plantea como responsabilidad de las universidades resolver ciertos problemas sociales, pero esta competencia en realidad es del gobierno, advirtió. El rol de las universidades es enseñar a los alumnos estrategias para poderse insertar en la sociedad y ser productivos, puntualizó.

También es patente una mala interpretación de lo que significa la innovación, se dice que los profesores deberían ser innovadores pero “hay que leer muy bien los estatutos del SNI sobre qué es la innovación para que quede claro el concepto”.

Respecto a la generación de patentes, expresó: “Por supuesto que las alianzas con el sector privado son esenciales, pero no lo son todo, son complementarias, como lo ha manifestado Lesley Millar-Nicholson, la jefa de patentes del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés). Esta reconocida institución no se sostiene con los registros de patente que obtiene y no trabaja para hacer patentes, es una total distorsión de lo que las universidades públicas tienen que hacer y me preocupa mucho que la sociedad tenga una percepción equivocada de lo que hace la universidad y de las obligaciones que ésta tiene con aquélla”.

Debido a esta carencia de recursos han solicitado apoyo a instituciones del extranjero, principalmente en Estados Unidos, donde se apoya la investigación sobre el cerebro, como es el caso de la Sociedad de Neurociencias o la Fundación Dana, logrando apoyos pequeños que les han permitido seguir adelante.

En ese sentido, el investigador opinó que “como institución es necesario hacer mayor gestión ante las cámaras de Diputados y de Senadores para la obtención de recursos, como ocurre con la UNAM, que gestiona directamente con el Conacyt… eso tiene que cambiar porque permitirá mejorar la situación de las investigaciones al interior de la institución”.

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