- Thania Gaspar investiga sobre la variedad Capsicum annuum var. annuum L. en la región centro de Veracruz
Paola Cortés Pérez
13/08/18, Xalapa, Ver.- Thania Francely Gaspar Moctezuma, estudiante de la Maestría en Ecología Tropical adscrita al Centro de Investigaciones Tropicales (Citro) de la Universidad Veracruzana (UV), analiza los chiles criollos de la variedad Capsicum annuum var. annuum L., ya que son importantes para la cultura, tradiciones y gastronomía del estado de Veracruz.
La universitaria desarrolla la investigación intitulada “Etnobotánica de chiles criollos (Capsicum annuum var. annuum L.) de la región centro de Veracruz” en las poblaciones de Colipa y Misantla, donde se tiene registro de uso desde hace más de 80 años.
El objetivo es conocer la distribución del chile jalapeño criollo en dicha zona, ya que este alimento junto con el maíz es importante dentro de la cultura y gastronomía del país, ejemplo de ello es que desde hace seis mil años han estado presentes en la cultura y gastronomía, antes y después de la Conquista.
“Es un alimento muy apreciado porque da un toque significativo a las comidas mexicanas, aportando picor, color y mucho sabor.”
Mencionó que México es el centro y origen de la diversidad genética de la especie más importante de chiles Capsicum annuum con sus dos variedades: glabriusculum que son las variedades silvestres como el chiltepín o piquín, y annuum que son los domesticados y se sabe que tienen alrededor de dos mil razas en el mundo.
De los chiles domesticados, dijo que hay dos tipos: los que son producidos a gran escala (jalapeño, poblano, morrón, de árbol, entre otros) y los cultivados a pequeña escala, consumidos de manera regional o local, como los chiles criollos.
Thania Gaspar dijo que es relevante estudiar los chiles criollos porque están resguardados en el trópico mexicano y su producción es tradicional, tienen una gran variedad genética y se desconoce dónde se localizan, cómo se manejan y qué los caracteriza del resto.
“Son domesticados nativamente, sus semillas se han heredado de mano en mano entre los agricultores y sus familias, de acuerdo a las preferencias, costumbres y tradiciones de cada región.
”Conocer las relaciones entre las tradiciones y la riqueza gastronómica de estos chiles nos permitirá entender cuáles son los factores que han permitido su permanencia a través del tiempo y del espacio.”
Los objetivos de la investigación, indicó, son: generar un mapa de la distribución actual de las especies pertenecientes a la variedad Capsicum annuum en el estado; elaborar un mapa de las parcelas (espacio de estudio); describir los caracteres de la planta del chile jalapeño criollo, así como conocer el manejo, cultivo y uso cultural de esta especie de chile.
Para elaborar los mapas de distribución del género, detalló que usó tres bases de datos: los herbarios de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Instituto de Ecología (Inecol), y las colectas de investigadores.
En el caso de la distribución de parcelas, la estudiante visitó cada uno de los chilares para registrar los datos correspondientes.
Respecto al trabajo botánico, comentó que realizó colectas de la especie, para ello de cada chilar se tomaron 10 plantas con flor y fruto; posteriormente, entrevistó a hombres y mujeres.
Aunque la investigación aún no concluye, compartió algunos resultados preliminares, entre ellos la elaboración del mapa sobre la especie Capsicum annuum –considerando sus dos variedades–, con 429 registros.
La universitaria dijo que en las entrevistas los productores revelaron que son pocos los agricultores que se dedican al cultivo del chile jalapeño criollo, lo hacen por tradición pues su precio y demanda han bajado.
“Me dijeron que los cultivos son afectados por plagas y enfermedades que hace algunos años no reportaban, como la mosca blanca, las larvas y otras.”
Los productores comentaron que el chile jalapeño criollo lo venden en los mercados regionales, locales o en sus casas; aunque es pequeño de tamaño tiene un mejor sabor y más picor que el producido a gran escala.
La cosecha está lista a partir de febrero y concluye en mayo-junio, aunque pueden consumirse frescos son más valorados en seco, lo cual hacen de forma tradicional.
Por último, Thania Gaspar expresó: “La importancia de este trabajo es reconocer el valor gastronómico y cultural del chile criollo, con la finalidad de rescatarlo y que no se pierda su cultivo”.
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