FILU 2024

Dentro de la crueldad de la guerra, siempre hay gente buena: Vilar Puig

  • El reconocido médico cirujano impartió la conferencia magistral “Exiliado en la niñez: experiencias de un niño catalán”, en el Foro Académico de la FILU 
  • Narró el largo recorrido que su madre, hermana y él tuvieron que hacer hacia la frontera con Francia 

 

Pelayo Vilar Puig impartió conferencia magistral en el Foro Académico

 

Paola Cortés Pérez 

Fotos: Omar Portilla Palacios 

 

17/05/2024, Xalapa, Ver.- “Dentro de la crueldad de una guerra, siempre hay gente buena”, así lo expresó y constató Pelayo Vilar Puig, médico cirujano egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien en su niñez vivió un exilio a causa de la guerra civil española. 

Como parte de las actividades del Foro Académico “Exilios: raíces y contribuciones de destierros internacionales en México” de la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU) 2024, impartió la conferencia magistral “Exiliado en la niñez: experiencias de un niño catalán”. 

Ante jóvenes, docentes y directivos universitarios, narró el largo recorrido que junto con su madre y hermana tuvieron que realizar hacia la frontera con Francia, debido a la guerra civil española. 

“Cuando el ejército de la República española fue derrotado, de inmediato mi padre nos subió a una ambulancia –junto con otros oficiales y más gente– para llevarnos a la frontera con Francia. Tenía cinco años, era invierno y hacía un frío atroz.

 

Expresó que tuvo una vida muy feliz y tranquila en México

 

”En un momento la ambulancia ya no pudo seguir, por lo que empezamos a caminar; mi madre se torció el tobillo y su maleta cayó a un desfiladero, se quedó sin ropa. Llegamos al pueblo Prats de Molló la Preste, donde los niños y ancianos fueron encerrados en la escuela; recuerdo que dormimos en el suelo cubierto de paja.” 

Durante tres meses se alimentaron de garbanzos. Perdida la guerra, el gobierno francés reconoció al gobierno dictatorial de Francisco Franco, lo que dificultó la estancia de los exiliados españoles. A las mujeres les sugirieron trabajar como sirvientas, mientras los niños irían a casas de cuidado. 

“Recuerdo que mi madre dijo: ‘lo siento mucho, me regreso a España’. Nos llevaron en camiones de redilas, como si fuéramos animales. En el País Vasco nos encerraron en unas fábricas.” 

Dijo que pasados algunos años su abuelo les rentaría una casa cerca de la playa, donde pudieron tomar el sol y comer bien. En diciembre de 1948 les llegó una carta de su padre, diciéndoles que se irían a vivir a México, el barco partiría de Barcelona para llegar al puerto de Veracruz. 

“Fue el día más triste de mi vida, caía la noche y abajo había muchas familias llorando, pero quienes estábamos a bordo también lo hacíamos. Lo recuerdo con mucha pena”, recordó.

 

Narró el recorrido que hizo hacia la frontera con Francia, junto con su madre y hermana

 

Partieron de Barcelona el 28 de febrero de 1949 haciendo escalas en Cádiz, Curazao, Barranquilla y La Habana. Llegaron a Veracruz el 3 de abril y de camino a su destino final, Pachuca, Hidalgo, pasaron a descansar en Fortín de las Flores, Veracruz. 

“Llegamos a vivir a un piso sencillo y muy bonito; mi hermana y yo jugábamos mucho, como éramos muy ruidosos mi padre rápidamente me envió a la escuela. Fue una vida muy amistosa, en una provincia pequeña que nos permitía ir al cine los domingos. 

”Lo primero que quise fue hacer muchos amigos, aprender los albures de Pachuca y dejar atrás el acento catalán –en un mes lo logré– para hablar como el mexicano que soy, todo esto me hizo sentir muy a gusto. Tuvimos una buena acogida y yo cada vez me sentía más contento.” 

Aunque tuvieron una vida muy feliz y tranquila en Pachuca, finalmente su padre decidió que se mudarían a la Ciudad de México, donde se formó como profesionista.

 

Asistieron estudiantes, docentes y directivos de la UV

 

A nombre de quienes huyeron del nazismo y el fascismo, agradeció el apoyo y ayuda de México, al entonces presidente Lázaro Cárdenas y a los notables diplomáticos enviados a Europa (especialmente a Francia) en aquellos años de guerra. 

“Luis Ignacio Rodríguez Taboada, quien se desempeñó como embajador de México en Francia, y Gilberto Bosques Saldívar, quien fue cónsul general de México en Francia, son personajes que las nuevas generaciones debemos recordar como ejemplo a seguir; por favor: contagiemos a la sociedad con el ejemplo de aquellos mexicanos, hombres de integridad absoluta, valentía y compromiso con la defensa de los derechos humanos. Doy las gracias a ellos, siempre estarán en nuestros corazones.”