- Maximiliano Sauza obtuvo el apoyo del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA) 2020
- El ganador del Premio Latinoamericano de Primera Novela “Sergio Galindo” 2020 señaló que su proyecto es el resultado de tres años de trabajo
La llama trémula es una novela que, a grandes rasgos, se desarrolla en la segunda mitad del siglo XVII, con Sor Juana Inés de la Cruz y don Carlos de Sigüenza y Góngora como personajes protagónicos
David Sandoval Rodríguez
06/06/2020 Xalapa, Ver.- Maximiliano Sauza Durán, egresado de la Licenciatura en Arqueología y de la Maestría en Literatura Mexicana de la Universidad Veracruzana (UV), fue beneficiado en la convocatoria 2020 del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA), para desarrollar el proyecto “La llama trémula: novela histórica”.
El joven concluyó la Maestría en Literatura Mexicana del Instituto de Investigaciones Lingüístico Literarias (II-LL) en diciembre del año pasado y desde hace tres años ha venido trabajando en esta idea.
La convocatoria del PECDA tiene como propósito promover el desarrollo cultural del país, mediante el apoyo conjunto del gobierno federal, de los gobiernos estatales, la sociedad civil y la comunidad artística, para estimular la creación artística y cultural de calidad.
“Es muy gratificante ver el esfuerzo materializado en estímulos”, comentó Sauza Durán, “mi proyecto no es algo que surgió de la noche a la mañana, llevo tres años pensándolo, planeándolo, haciendo mapas conceptuales y plagando de ripios muchas libretas; y a pesar de que ya había concursado en otras becas, es la primera vez que se me apoya con La llama trémula”.
Detalló que La llama trémula es una novela que, a grandes rasgos, se desarrolla en la segunda mitad del siglo XVII, con Sor Juana Inés de la Cruz y don Carlos de Sigüenza y Góngora como personajes protagónicos.
“Ambos fueron grandes intelectuales barrocos, cada uno desempeñado en distintas áreas del pensamiento: aquélla fue la gran figura de la poesía en nuestra lengua; éste fue pionero de la novela, la arqueología, la astronomía y ambos fueron pioneros en el pensamiento ilustrado en el Nuevo Mundo. El título lo he tomado de un poema de José Emilio Pacheco que se llama ‘Sor Juana’ y dice: Es la llama trémula en la noche de piedra del virreinato”.
Señaló que se vincula directamente con su obra anterior que ganó el Premio Latinoamericano de Primera Novela “Sergio Galindo” 2020, Los dioses que huyeron, y que a su vez pertenecen a una saga que va a conformarse de al menos otras tres novelas, cuentos, poemas y ensayos.
“Una parte de ese material ya está terminado y sólo falta limarse, otro sigue en obra negra. En el caso de La llama trémula considero que ya está lo más difícil, que es planear y atar cabos, el resto es sólo escribir, borrar y transcribir”.
Maximiliano Sauza reconoció que su interés por participar en la convocatoria fue “principalmente por la necesidad de comer y tener con qué pagar la renta. Mucha gente cree que una novela se escribe como un hobby o como salida de los ‘deberes’; y quizá pueda ser cierto, pero en mi caso es lo que da sentido a mi vida. Dedico todo mi tiempo a leer y escribir. Mi tiempo gira en torno a eso y dependo muchísimo de los horarios de las bibliotecas, porque como ya no soy estudiante no puedo sacar libros y este tipo de estímulos económicos me permiten poder trabajar a mi ritmo; el estar ahora tanto tiempo en casa me permite digerir bien los libros que tengo y leer y releer mis borradores”.
El escritor obtuvo en 2017 el Premio Teotihuacán que otorga el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y explicó su imbricación con el presente proyecto, “por supuesto, la forma en que yo hago arqueología es intentando hacer literatura. Todos mis personajes son históricos, y todos se relacionan entre sí con el pensamiento antropológico. La ficción dilata la realidad y el que yo me enfrente con los textos originales de los frailes, los cronistas, los poetas barrocos, los pensadores renacentistas, los ilustrados, los románticos, me ha aclarado mucho el panorama del humanismo y del devenir de la ciencia. Muchas veces el motivo de un ensayo despierta la curiosidad necesaria para redactar un cuento, o un poema, o un capítulo de novela”.
Para el autor, obtener este apoyo ha sido el resultado de la disciplina, “yo no creo que la literatura sea una amante (como decía Onetti), sino que es más bien una relación marital, como creían Alfonso Reyes, Carlos Fuentes o Vargas Llosa, y esto se puede extender a la gente deportista, a los músicos, a los artistas. Dedico toda la mañana a leer, la tarde a descansar y la noche a escribir. Es una rutina que me he impuesto y seguido desde hace varios años. Por supuesto que se sacrifican cosas pero uno se acostumbra y al final hay tiempo para todo: salir con los amigos, estar con mi novia, platicar con mis papás, etcétera. Sin embargo, mucha gente piensa que disciplina es sinónimo de martirio y eso es un gran cáncer en la actualidad; poca gente se compromete a sacar adelante sus proyectos –artísticos, académicos– y la verdad es que sólo de los rechazos y fracasos uno aprende. Yo he postulado para mil cosas y si he obtenido algunos premios anteriormente es porque he participado en muchas convocatorias. Supongo que algún chicle tenía que pegar”.
Subrayó que “escribir y leer es lo que más me gusta hacer, y aunque es difícil acostumbrarse a sacrificar cosas por dedicarse de lleno a lo que uno ama, al final es muy gratificante y la gente realmente importante siempre te va a apoyar. Las falsas amistades solas se disipan. Lo mejor siempre es dejar a un lado los prejuicios, propios o ajenos, alejarse de todo lo estorboso y ponerse a trabajar y arriesgarlo todo”.
Describió su método de trabajo en el que primero realiza una selección de lecturas primarias, “jamás inicio desde cero, si quisiera escribir una novela o un ensayo sobre un emperador chino sí tendría que partir de la nada, pero siempre lo hago desde una trinchera conocida. En el caso de la novela histórica La llama trémula, primero he tenido que leer y releer la obra completa de la monja jerónima. Luego buscar a sus principales exégetas: Octavio Paz, Martha Lilia Tenorio, Antonio Alatorre, Plancarte; posteriormente, ya teniendo una idea de cómo pensaba, cómo hablaba, qué creía del cosmos, de Dios, de su tiempo, prosigo en explorar qué otras novelas hay sobre ella y su época; busco minuciosamente qué errores tuvieron sus autores, qué aciertos, qué hallazgos.
Posteriormente inicia el proceso de escritura, agregó, “siempre escribo en libretas; dedico una para cada cosa que me vaya interesando, por ejemplo, para La llama trémula tengo nueve. También es muy importante para mí tener otras obras de literatura que me sirvan de brújulas y mapas. Me gusta mucho lo que decía Marguerite Yourcenar sobre su personaje el emperador romano Adriano del siglo II: la mejor manera de reconstruir el pensamiento de un hombre es reconstruyendo su biblioteca. En el caso de Sor Juana esto ha sido uno de mis principales problemas, porque se dice que tenía cuatro mil libros y yo he identificado al menos dos mil citas en sus poemas”.
Recordó que Sor Juana “era una erudita en todo el sentido de la palabra: conocía el vasco, gallego, portugués, hablaba a la perfección el náhuatl y como buena jerónima el latín era el pan de cada día. He tenido que estudiar autores clásicos, teólogos, astrónomos, estudiar náhuatl y latín, leer muchos estudios sobre su vida y obra, asimismo con cada uno de mis personajes, pero Sor Juana es la verdadera ‘llama trémula’ entre todos. A pesar de todo eso, no hay cosa más divertida que escribir una novela, sinceramente”.
Finalmente afirmó que todo este esfuerzo “ha valido muchísimo la pena, porque he podido publicar muchas cosas y hacer una antología, prologada y comentada, de textos de Sor Juana que será publicada próximamente por la Editorial de la UV. En fin, decía Fernando del Paso que uno no escribe los libros que quiere sino los que puede y, bueno, él escribió Noticias del imperio y si pudo escribir algo así qué esperanzas le quedan a uno. Puros sueños”
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