- La codirectora del Centro para la Equidad de Género de la Western New Mexico University impartió conferencia en Humanidades
- El momento actual de las movilizaciones ocurre en un contexto similar al del siglo XIX, apuntó la socióloga
David Sandoval Rodríguez
07/03/18, Xalapa, Ver.- Los movimientos pro mujeres en los Estados Unidos (EEUU) tienen su origen en el siglo XIX, sin embargo han estado marcados por un divisionismo interno que se asemeja al momento actual, planteó Emma Bailey, codirectora del Centro para la Equidad de Género e investigadora de la Western New Mexico University.
Como becaria del Programa Fulbright, la profesora dictó el martes 6 de marzo la conferencia “Ser feminista en Estados Unidos”, en el Salón Azul de la Unidad de Humanidades de la Universidad Veracruzana (UV) a invitación del Centro de Estudios de Género (CEGUV). El evento convocó a estudiantes y académicos, así como a María Eugenia Guadarrama Olivera, coordinadora de dicho centro, y Daniel Romero León, coordinador del Programa de Estudios sobre América del Norte (PEAN).
Bailey señaló que trazar una historia de los movimientos gestados por mujeres es “muy difícil porque los temas del racismo y el clasismo, así como el sexismo, provocan muchas reacciones en la sociedad”.
La académica clasificó al movimiento en tres olas: la primera, a mediados del siglo XIX; la segunda, a mitad del siglo XX, y la tercera, a finales del mismo siglo con un resurgimiento en el momento actual, precisamente un día después de que Donald Trump asumiera la presidencia de EEUU y motivadas por tal hecho.
Desde el siglo XIX, las hermanas Sarah y Angelina Grimké fueron de las primeras abolicionistas e impulsoras de la igualdad de género, además inspiraron al movimiento del sufragio femenino comenzado en el siglo XX.
Asimismo, Ida Wells-Barnett, destacada periodista, activista social afroamericana y cofundadora de la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color, fue otra figura emblemática en este panorama, evidenciando con su participación una diferencia esencial que se estableció desde los inicios: había un movimiento impulsado por las personas blancas y otro movimiento, con otros objetivos, para las personas de color.
Reconocidas activistas pugnaron por eliminar esta distinción, tal fue el caso de “Mother” Jones, quien además de ser socialista instó y organizó diversas huelgas, en particular de los mineros, para el reconocimiento a sus derechos laborales.
Ya a mediados del siglo XX, Betty Friedan escribió La mística de la feminidad, obra clave que enmarca la segunda ola del feminismo, cuya principal cualidad fue articular diversos movimientos al interior.
En la segunda ola ocurre nuevamente que las mujeres afroamericanas no se sienten representadas, al igual que las mujeres migrantes de América Latina, quienes inician el movimiento de “Chicanas”, así como un fuerte movimiento de lesbianas pugnando por su liberación y reconocimiento.
Surgió también una teoría que busca explicar esta proliferación de diversos movimientos bajo un mismo propósito, llamada teoría interseccional, “una teoría muy importante para comprender el ahora”.
La tercera ola marca una diferencia al cambiar de dirección y mentalidad, principalmente al ser de corte personal con acciones individuales, a diferencia de los movimientos anteriores.
Los grupos más destacados provienen de la esfera artística, particularmente el movimiento conocido como “Riot Grrrl”, con bandas de rock punk integradas por mujeres y el colectivo de “Gorilla Girls”, comunidad de artistas conceptuales que denuncian el machismo y la falta de reconocimientos y espacios para mujeres artistas.
En 2017 inició el movimiento “Women’s march”, que empezó con una publicación en redes sociales por una mujer y provocó que más de 600 mil féminas marcharan hacia Washington, D.C., un día después de la toma de protesta a Donald Trump, registrando el mayor número de personas en una marcha de la época contemporánea.
Las organizadoras han recomendado integrar un comité representativo de todos los grupos que se han unido con el propósito de caer en el divisionismo de los movimientos pertenecientes a la primera y la segunda olas; sin embargo, el futuro es incierto aunque se tiene clara una agenda de temas que atender.
“Pero hay un problema: la representación del movimiento en los medios se ha centrado en blancos, aunque también hay personas de color”, observó la ponente.
“Para mí es un momento interesante porque las mujeres quieren cambiar la sociedad, ¿pero cómo?”, se preguntó al señalar que éste es el reto al que se enfrenta el movimiento actual.
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