- En la FILU 2024 narró la vida de su padre, Pelayo Vilar Canales, quien siempre tuvo un amor y gratitud por México
- Dictó la conferencia “Memorias de un médico catalán en la sanidad militar republicana”, en el Foro Académico “Exilios: raíces y contribuciones de destierros internacionales en México”
Claudia Peralta Vázquez
Fotos: César Pisil Ramos
16/05/2024, Xalapa, Ver.- “Pelayo Vilar Canales, junto con su compañera, nuestra madre, Ángela Puig Soriano, lograron darnos a mi hermana y a mí una familia que no pudo destruir la guerra ni el exilio”, expresó Pelayo Vilar Puig, médico cirujano egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien a una corta edad llegó a este país ante el impacto de la guerra civil española.
Su participación se dio en el marco de la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU) 2024 de la Universidad Veracruzana (UV), con la conferencia magistral “Memorias de un médico catalán en la sanidad militar republicana”, como parte del Foro Académico “Exilios: raíces y contribuciones de destierros internacionales en México”, que se desarrolla en la Sala Anexa de Tlaqná, Centro Cultural, del 13 al 17 de mayo.
Frente a un nutrido público conformado por estudiantes universitarios, académicos, investigadores de esta casa de estudios y público en general, Vilar Puig, nacido en Barcelona, España, y reconocido especialista en el área de la otorrinolaringología, compartió la historia de adversidad enfrentada por su padre tras el golpe de Estado encabezado por Francisco Franco, entre julio de 1936 y abril de 1939.
Este evento, considerado la antesala de la Segunda Guerra Mundial, pues permitió a la Alemania nazi y la Italia fascista intervenir a placer con tropas y armamento moderno a favor de los franquistas, provocó la huida de alrededor de 400 mil personas debido a la derrota del ejército republicano.
México fue de los pocos países que auxilió a la España democrática, aun cuando pronto fue neutralizado por el comité de no intervención controlado por Inglaterra y los países citados.
Durante la guerra, Pelayo Vilar Canales, médico cirujano nacido en Oviedo, España, en 1909, descendiente de una familia de clase media e intelectual, fungió como capitán, mayor y comandante de sanidad militar del Ejército Popular Republicano.
A raíz de los bombardeos en Barcelona, la familia tuvo que trasladarse a diferentes poblaciones al interior de Cataluña. En los últimos meses de 1938 la familia se desarticuló. Vilar Canales cayó en campos de concentración y de refugiados, donde nunca dejó de lado su profesión; “mi padre nunca se quebró y se manifestó como médico”, recordó el ponente.
En octubre de 1942 llegó al puerto de Veracruz, ya que México, representado en ese entonces por Lázaro Cárdenas del Río, fue el país que más se solidarizó con la causa republicana.
Tan sólo, de 1939 a 1950 ingresaron a México 19 mil 960 exiliados españoles, la mayoría desde Francia. Algunos lo hicieron desde Marruecos, países del Caribe, de Centro y Sudamérica, Estados Unidos y España.
Los barcos fletados por el gobierno de México eran financiados por el gobierno republicano español y llegaron, principalmente, a Veracruz.
El colectivo de médicos republicanos españoles exiliados era heterogéneo, por lo que, en 1943, a Vilar Canales lo trasladaron a la ciudad de Pachuca, Hidalgo, donde se desarrolló profesionalmente como otorrinolaringólogo, tanto en la práctica privada como en la pública, en hospitales de asistencia. Cabe señalar que sólo eran dos especialistas en esa área.
Sus contribuciones al campo médico hidalguense fueron incontables, en cuanto al tratamiento quirúrgico de labio paladar hendido, cirugía oncológica (en el área de otorrinolaringología), otomastoidea y microcirugía de las hipoacusias. Aportó los primeros equipos en audiología, entre otros avances.
Publicó 40 artículos de la especialidad y editó el libro Mis médicos mexicanos, como un homenaje a ellos, pues decía: “Los médicos mexicanos siempre nos vieron como pares y hermanos”.
Al final de la ponencia, moderada por Patricia Pavón León, médico cirujano por la UV, Vilar Puig catalogó a su progenitor y mejor amigo como una persona con profundos valores éticos, vocación de servicio, amor por su profesión, superación permanente, trato amable con sus pacientes y registro preciso en las historias médicas, entre otras cosas.
“Mi padre hizo cosas fantásticas, nunca renunció a sus principios políticos, a su gratitud y amor por México”, expresó.
“Cuando llegamos, yo de 11 años y medio y mi hermana de nueve, nos dijo: ¡Éste es su nuevo país, lo tienen que querer, respetar y ser buenos ciudadanos, no olviden por qué estamos aquí y todo lo que nos hicieron del otro lado del Atlántico!”
Pelayo Vilar Canales murió en la Ciudad de México, en 1993. Ejerció como médico otorrinolaringólogo de forma privada, hasta los 80 años.
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