- Para Caleb Rascón, académico de la UNAM, el proceso científico es largo pero fundamental, comparado con las obras de ficción
David Sandoval Rodríguez
29/01/2018, Xalapa, Ver.- Existe una gran distancia entre la ciencia y la ciencia ficción, no obstante a que la última ha inspirado a generaciones para desarrollar la tecnología, puntualizó Caleb Antonio Rascón Estebané, académico del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas (IIMAS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Al participar en la 4ª Escuela de Invierno de Robótica (EIR), organizada por el Centro de Investigación en Inteligencia Artificial (CIIA) de la Universidad Veracruzana (UV), el investigador conversó acerca de la audición robótica y abordó el impacto que tienen en la cultura las obras de ciencia ficción y cómo han servido para impulsar el desarrollo tecnológico desde hace varios siglos.
Puso como ejemplo el relato de Mark Twain “Del Times de Londres de 1904”, escrito en 1898, donde se habla de un dispositivo que asemeja al Internet, así como las películas Yo Robot e Iron Man, donde se plantea una inteligencia artificial altamente desarrollada.
En su opinión, a los seres humanos nos gustan las cosas “sexis”, en el sentido de que nos parecen atractivas y atrapan nuestra atención, “la ciencia ficción es una de ellas y un aspecto muy atractivo se relaciona con la robótica y si observamos las imágenes pensamos que estamos muy cerca de llegar a eso”.
El problema radica en que “realmente no estamos así de cerca, estos procesos son en realidad muy lentos y hay una gran distancia entre la ciencia y la ciencia ficción, que esto es algo que no se discute pero así es el proceso científico”.
A esto se suma el hecho de que a la ciencia ficción no le interesa mostrar el proceso científico sino las consecuencias de la tecnología y la ciencia.
Pero ello no la minimiza, recalcó Rascón Estebané, porque “la ciencia ficción ha sido el mejor predictor de la tecnología a largo plazo desde hace tiempo; la tecnología del iPad aparece en la serie Star Trek, la tecnología de robots de servicio aparece en la obra Yo Robot de Isaac Asimov y hasta en la Robotina de los Supersónicos, son cosas que soñamos hace 50 años y ya las estamos haciendo”.
La primera mención del Internet, detalló, está en el relato de Twain, donde mediante una red telefónica conectada a escala mundial las personas pueden comunicarse individualmente y compartir noticias.
Advirtió que esto no significa que las personas sean psíquicas o hayan tenido la capacidad de ver el futuro, sino que son visionarios porque imaginan cómo será nuestra vida en el futuro, eso es lo que nos fascina e impulsa a tratar de reproducir lo que narran en la realidad.
“¿Cuántas personas en Apple habrán sido fanáticos de Star Trek para pensar que querían hacer lo que veían en la serie y desarrollaron el iPad?”, preguntó el ponente, “seguramente pensaron: yo quiero hacer esto también”.
En realidad, afirmó, “la ciencia ficción es una muy buena fuente de inspiración, pero es muy importante que no se confunda con el cómo se produce la ciencia, por ello tiene ficción en su nombre, porque es justamente eso”.
Por otro lado, la que es considerada la “parte aburrida de la ciencia”, aquella que no aparece en las películas, es fundamental en el proceso, desde el inicio, cuando se trabaja en el planteamiento del problema a resolver, es una labor que lleva tiempo y paciencia, recordó.
“Tenemos que ser conscientes de que hay resultados apasionantes y que a otros les puede parecer un trabajo aburrido, pero hay que amar ese proceso; lo más emocionante de tener un trabajo arduo y aburrido es que podemos darle la vuelta, donde algo a simple vista aburrido puede generar un avance”, concluyó.
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