- El declive del éxito reproductivo de las aves marinas se corresponde con las tasas de calentamiento marino hemisférico y muestra un cambio más rápido en los ecosistemas marinos del hemisferio norte
Enriqueta Velarde/ Instituto de Ciencias Marinas y Pesquerías
28/05/2021, Xalapa, Ver.- Hay una conciencia pública creciente de que los océanos del mundo están en crisis debido a la sobrepesca y la contaminación por plásticos, dos de los problemas más severos y tangibles. Y ahora las aves marinas están enviado un mensaje de advertencia acerca de otra grave situación.
Sirviendo como traductores del mensaje de las aves marinas, un equipo internacional de 40 científicos, con la participación de Enriqueta Velarde, del Instituto de Ciencias Marinas y Pesquerías de la UV, y liderados por William Sydemann del Instituto Farallón en el norte de California, el 28 de mayo publicaron sus hallazgos en la revista Science.
Los científicos han encontrado que algunas aves marinas luchan por criar a sus polluelos en zonas del planeta que se están calentando más rápidamente –en el hemisferio norte.
Usando datos recabados por más de 50 años de 67 especies de aves marinas de todo el mundo, el equipo encontró que el éxito reproductivo de estas aves que se alimentan de peces en el hemisferio norte ha disminuido con el tiempo, lo cual significa que cada año reproducen menos crías. Los autores indican que “las aves marinas pueden soportar declives de corto plazo en su éxito reproductivo, pero cuando éste es bajo de forma crónica, entonces hay un problema”.
Ellos explican que, dado que las aves marinas dependen de alimento tal como los pequeños peces pelágicos y el plancton (por ejemplo, el krill), los declives de largo plazo de su éxito reproductivo señalan que el recurso alimentario está disminuyendo en los ecosistemas donde la tasa de calentamiento del océano y otros impactos humanos son más altos.
Los ecólogos marinos han equiparado a las aves marinas con el “canario en la mina” (a inicios del siglo XX se acostumbraba tener un canario enjaulado en las minas de carbón, donde se acumulaba el gas tóxico de monóxido de carbón; el ave, al ser mucho más sensible al gas que las personas, enfermaba antes que ellas y daba oportunidad a que los mineros escaparan, por lo cual se usan como ejemplo de “especie centinela”). Esta sensibilidad se debe a los retos de criar polluelos en sitios específicos en tierra (generalmente islas o hielo estacionario), mientras que su fuente alimentaria en el océano se mueve constantemente. Más aún, las aves marinas requieren consumir aproximadamente la mitad de su peso en alimento cuando están criando polluelos, de ahí que la disminución del alimento debido al clima y a otros factores las hace susceptibles.
Marisol García-Reyes, oceanóloga del Instituto Farallón, explica que el calentamiento afecta los hábitats marinos, y la ubicación de las zonas de temperatura en las cuales abunda el alimento de las aves marinas pueden desplazarse lejos de los sitios de anidación. Es entonces cuando las aves marinas sufren efectos negativos. Hace menos de una década se estimó que un millón de alcas comunes (Uria aalge) murió de hambre en el Pacífico norte debido a una onda cálida marina sin precedentes que afectó la red trófica.
De acuerdo a los autores, si bien las ondas cálidas pueden producir una dramática mortalidad como ésta, la degradación de largo plazo de nuestros ecosistemas marinos es un problema aún más insidioso. Enfatizan que las implicaciones del estudio se extienden mucho más allá de las aves marinas.
“Lo que está en juego es también la salud de las poblaciones de peces como jureles y pargos, así como de mamíferos marinos y grandes invertebrados como el calamar, que se alimentan de los mismos peces pelágicos menores y plancton, al igual que las aves marinas. Cuando a éstas no les está yendo bien, significa que algo más grande está sucediendo bajo la superficie del océano, lo cual es preocupante ya que nuestra calidad de vida también depende de océanos saludables”.
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