- A lo largo de la historia se ha restringido su acceso a las universidades y al reconocimiento entre científicos
- Las instituciones pueden apoyar su formación con programas de mentorías, capacitación, igualdad de oportunidades y paridad salarial
David Sandoval Rodríguez
Fotos: José Miguel Hernández Platas
12/02/2024, Xalapa, Ver.- Es necesario que entre las mujeres dedicadas a la investigación, y a la ciencia en general, se generen redes, así como también que las instituciones promuevan políticas de género y oportunidades equitativas, planteó Zaira Julieta Domínguez Esquivel, investigadora del Instituto de Química Aplicada de la Universidad Veracruzana (UV).
La también docente en la Facultad de Química Farmacéutica Biológica y el programa educativo de Ingeniería Ambiental, participó en el marco del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia con la charla “¿Es posible ser científica sin morir en el intento?”.
“Necesitamos hacer redes entre nosotras, que las instituciones promuevan políticas de género y oportunidades, que se sancione el acoso y se brinden apoyos para la crianza”, expresó respecto a la situación actual de las mujeres profesionistas en las disciplinas científicas.
Domínguez Esquivel dio un repaso histórico de las situaciones por las que han atravesado las mujeres con interés por la investigación, recordando que Pitágoras tenía un número equilibrado de discípulos entre hombres y mujeres en su escuela.
Mencionó también a Agnódice, considerada la primera ginecóloga de la que se tiene registro. Graduada de la escuela de Herófilo de Calcedonia, era muy buscada por las pacientes que preferían ser atendidas por ella; los hombres sintieron celos y tuvo que emigrar y disfrazarse de hombre para continuar atendiendo y aprendiendo.
Otras mujeres a quienes se les conoce por sus aportes al conocimiento son María la Judía o Miriam la Profetisa, a quien se le atribuye la invención de un destilador y otro dispositivo llamado kerotakis; Hipatia de Alejandría, a quien era recurrente que líderes le pidieran consejos y fue asesinada por un grupo de cristianos luego de una revuelta.
En 1377, la Universidad de Bolonia cierra el acceso a las mujeres, prohibiendo expresamente su ingreso a través de un decreto.
Ya en el siglo XIX ocurren diferentes sucesos como los movimientos feministas y es el inicio de la apertura de algunas universidades a recibir mujeres, entre ellas Matilde Montoya, mexicana, quien para poder estudiar tuvo que solicitar un permiso del entonces presidente Porfirio Díaz; Elizabeth Blackwell, de Reino Unido, graduada en los Estados Unidos; Margaret Bulkley, conocida oficialmente como James Barry, médica de la Real Armada Británica que durante sus años de servicio ejerció vestida de hombre.
La científica subrayó que desde 1901, con la entrega del Premio Nobel han sido galardonadas 227 personas en el área de fisiología y medicina, pero sólo 13 son mujeres, mientras que en el área de física lo han recibido 225 personas y sólo cinco son mujeres.
Mencionó el efecto “Matilda”, propuesto por Matilda Jocelyn Gage, activista y abolicionista norteamericana del siglo XIX quien planteó este desplazamiento sistemático de mujeres en las premiaciones y reconocimientos, a pesar de formar parte de los equipos de trabajo que lograron descubrimientos importantes.
“Pareciera que la academia es un ‘club de Toby’ donde los hombres se premian entre ellos”, refirió; “esto ha ido cambiando pero no ha sido gratuito, sino gracias a las distintas etapas del movimiento feminista, aun así los datos no son alentadores, todavía no existe una equidad en los campos de la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, apenas se alcanza el 33.3%, una brecha de género amplia que hay que subsanar”.
Respecto a cómo se puede afrontar la brecha de género, recordó que se debe generar un entorno social y familiar en el que se apoye y promueva la participación de las niñas, debe impulsarse un profesorado con perspectiva de género: capacitado para fomentar la igualdad en la educación científica. También se requieren apoyos institucionales para fomentar la participación de las mujeres en la ciencia.
Un elemento decisivo son los programas de mentoría para jóvenes científicas, con el fin de impulsar su desarrollo profesional, al igual que las políticas contra el hostigamiento sexual, la igualdad de oportunidades, paridad salarial, representación en academias científicas y eliminar sesgos de género en publicaciones.
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