- Las mazorcas y sus granos multicolores atesoran la milenaria tradición a la manera mesoamericana, entre los meses de octubre y noviembre, detalló el investigador Crescencio García Ramos
Carlos Hugo Hermida Rosales
13/10/2021, Xalapa, Ver.- Crescencio García Ramos, académico e investigador del Instituto de Antropología (IA) de la Universidad Veracruzana (UV), mencionó que el Ninín o la celebración totonaca del Día de Muertos se encuentra fuertemente ligada a la cosecha del maíz sagrado: xanátkuxi.
“Al cumplir una vez más su ciclo, las mazorcas y sus granos multicolores atesoran la milenaria tradición totonaca a la manera mesoamericana, entre los meses de octubre y noviembre”, precisó.
El catedrático impartió el 12 de octubre la conferencia “Ya vienen los muertos en Tajín”, dentro del evento anual de Todos Santos realizado por la entidad académica citada.
Crescencio García aseguró que la tradición de muertos entre los totonacas se cubre con una amalgama de creencias, verdades, tradiciones y prácticas que datan de los tiempos prehispánicos.
Muchas de éstas se mantienen a través de la tradición oral que las abuelas y abuelos practican en forma de cuentos o leyendas, que sucedieron en ciertos lugares y momentos en las tierras costeras del Golfo de México.
El investigador comentó que los totonacas se dan cuenta del momento en que arriban los muertos por la llegada de los aires frescos del norte, y enfatizó que en esta venida de las almas es fundamental que los caminos, cementerios, casas y milpas estén muy bien cuidados y limpios antes de su llegada.
Compartió que la festividad en honor a los muertos corresponde a distintas fechas: el 18 de octubre se recibe a los difuntos que fallecieron de manera violenta, los días 30 y 31 se arreglan altares y arcos florales, y el 31 al mediodía llegan los niños finados.
La mesa del altar de la ofrenda va guindada de las vigas del techo, y es construida conforme a la orientación, color e imagen del universo totonaca.
El 1 de noviembre al mediodía se retiran las almas de los infantes y dan paso a las de las personas adultas, quienes a su vez parten el día 2, fecha en que se les acompaña y encamina al cementerio; posteriormente se lleva a cabo el intercambio de ofrendas entre familiares, compadres y amistades.
Finalmente, el 30 de noviembre –día en que se venera a San Andrés– es cuando se despiden todas las almas de los difuntos y la gente vuelve a sus quehaceres, a la siembra del maíz sagrado y al cuidado de la milpa.
Crescencio García detalló que durante esta festividad las personas actúan con mucha cautela y controlan los comportamientos y actitudes hacia los demás, ya que si no lo hacen y no se ponen en práctica los usos y costumbres, se exponen a severos peligros.
“Durante la celebración totonaca del Día de Muertos los difuntos cobran vida en los recuerdos de los vivos, quienes evocan su ser, gustos, virtudes y defectos”, concluyó.
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