- Omar Melo Martínez aseguró que la región central veracruzana era multicultural, lo cual se sustenta en las evidencias y los vestigios dejados por quienes allí se desarrollaron
Karina de la Paz Reyes Díaz
Fotos: César Pisil Ramos
23/01/2022, Xalapa, Ver.- Omar Melo y Chantal Huckert, encargados de la curaduría del acervo Culturas del Centro del Museo de Antropología de Xalapa (MAX) de la Universidad Veracruzana (UV), al hablar de tal patrimonio cultural enfatizan en la variedad étnica y cultural que caracterizó a la región.
En la página oficial del recinto se lee: “Se ha llamado Totonacapan a la región centro de Veracruz, dando una falsa impresión de uniformidad, cuando en realidad sus antiguos pobladores pertenecieron a diversos grupos étnicos y se desarrollaron en épocas distintas, dejando testimonios diferentes”, plantean; “reconocemos en esta área diversos estilos arquitectónicos, cerámicos y escultóricos que nos sugieren una importante variedad étnica y cultural”.
Para abundar en el tema se entrevistó a Omar Melo Martínez, arqueólogo e investigador de UV, quien consideró necesario erradicar la idea de que el territorio que hoy ocupa Veracruz fue habitado en la época prehispánica únicamente por las civilizaciones olmeca, totonaca y huasteca.
El especialista aseguró que la región central veracruzana era multicultural, lo cual se sustenta en las evidencias y los vestigios dejados por quienes allí se desarrollaron.
“Por ella pasaron los comerciantes olmecas en el Preclásico, los mercaderes teotihuacanos en el Clásico y los pochtecas nahuas en el Posclásico. Con los productos bajaban y subían las ideas, y quienes las transportaban en ocasiones se establecían en el centro de Veracruz.”
De ahí la complejidad del área y así, tal cual, el MAX la exhibe a sus visitantes en las Salas 3, 4 y 5, así como en el Patio 3. Más que por regiones, lo hace por sitios arqueológicos, tal es el caso de Las Higueras, El Tajín, El Zapotal, Zempoala y Quiahuiztlán.
Además de la diversidad, a través del acervo del MAX es posible apreciar la cosmovisión, vida cotidiana y particularidades de cada grupo cultural.
No hay pieza distintiva o destacada, aclaró el entrevistado, por el contrario, es una variedad de concepciones, estilos, formas y materiales (varios tipos de piedras, barro, concha, hueso, entre otros). Todo dependerá del gusto, interés y perfil de quien visite.
“Por ejemplo, yo soy arqueólogo y te podría decir que mi interés está en El Mictlantecuhtli, por ser una escultura pequeña (elaborada con base en barro) que está representando al dios de la muerte, pero puede venir una persona abocada a las artes y le interese más la técnica con que lo elaboraron.”
De Remojadas se exhiben los utillajes arqueológicos de mayor antigüedad de la zona; de Las Higueras, lo más representativo es la pintura mural; de El Tajín, es posible apreciar lápidas como el Jugador de pelota o Tablero; de El Zapotal, destacan las mujeres muertas en el parto y cuyo destino fue ser acompañantes del sol, las Cihuateotl, elaboradas en barro y casi del tamaño natural de una persona.
Las salas y el patio de las culturas del centro de Veracruz
En la Sala 3 se exhiben las famosas caritas sonrientes, cuyo hallazgo fue en las inmediaciones de los ríos Blanco y Papaloapan, cerca de Tierra Blanca, en sitios como Nopila, Dicha Tuerta y El Zapotal. Estas figuras nada tienen que ver con la cultura totonaca, aunque por mucho tiempo se les ha clasificado como tal, aclaró el entrevistado.
“En algunas ocasiones se les ha relacionado con entierros secundarios, por lo cual puede pensarse que paradójicamente estos rostros alegres se asociaban con la muerte. Al parecer, la tradición de representar la risa en la escultura se da desde principios del Clásico hasta el Posclásico, pero sólo en esta región central de Veracruz”, explica el propio Catálogo del MAX.
De paso, el arqueólogo entrevistado aclaró que una fue la cultura totonaca y otra la cultura de El Tajín: “Por las evidencias arqueológicas que se han encontrado nos podemos dar cuenta de que esto va más allá de lo que se concibe como totonaco, eso es lo que hace interesante el ámbito geográfico y cultural que tenemos aquí”.
De ahí, palmas, yugos, hachas, sellos, una variedad de esculturas y relieves –como el Jugador de pelota– y más, es parte de lo que se aprecia en la Sala 4.
En la Sala 5 se exhibe cerámica totonaca de Quiahuiztlán, Cempoala y otros sitios como Isla de Sacrificios, fechada en el Posclásico –el último momento antes del contacto con los españoles–. Destaca también un dintel de gran tamaño en basalto, labrado en tres de sus caras, proveniente de Xico Viejo.
Pero quien recibe al público en ésta es Chicomecoatl, del sitio Cuauhtochco, en Fortín de las Flores. La pieza –con apenas 49 centímetros de alto– es una representación de la diosa del maíz y denota una fuerte influencia náhuatl proveniente del centro de México.
Qué decir del Patio 3, desde cuya entrada, a primera vista, destaca el Torso descarnado, escultura de tamaño monumental; al estar frente a él y voltear la mirada a la izquierda se aprecia una tortuga –animal reverenciado y al parecer acompañante de músicos y danzantes– y un conejo, también de gran formato; las dos primeras piezas son del sitio Los Ídolos o Chalahuite, en Misantla, y la tercera del Jamapa.
Si se está frente a las representaciones de los animales y, nuevamente, se voltea la mirada a la izquierda, avasalla el Monolito de Maltrata, procedente del sitio del mismo nombre, por su monumental tamaño y sus dos caras con relieves.
“Aquí se ha dejado de lado la idea tan tradicional de que ‘los huastecos, totonacos y olmecas eran los únicos’. Nos damos cuenta de que hay una diversidad cultural en el estado de Veracruz completamente fascinante. Va más allá de estos tres grupos culturales que mencioné”, insistió Omar Melo.
El MAX está abierto de martes a domingo, de 9:00 a 17:00 horas, aplicando los protocolos sanitarios ante la pandemia de COVID-19. Para más información, consulte su página: www.uv.mx/max.
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