- “Yo no sé si el Flos sanctorum fue uno de los libros con mayor difusión después de la Biblia, pero sí puedo afirmar que es muy importante para la cultura occidental, de la cual nosotros formamos parte”, expuso el editor Marcos Cortés Guadarrama
Karina de la Paz Reyes Díaz
01/03/19, Xalapa, Ver.- Flos sanctorum con sus etimologías. Lo maravilloso hagiográfico es una de las novedades que la Editorial de la Universidad Veracruzana (UV) presentará en la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU), cuya edición, introducción, selección y notas son del académico del Instituto de Investigaciones Lingüístico- Literarias (IIL-L), Marcos Cortés Guadarrama.
Las milagrías compiladas en la obra permitirán al lector disfrutar, reír y conocer de la literatura religiosa de la época medieval, expuso Marcos Cortés en entrevista con Universo. El libro ya está a la venta en la sede de la editorial (Hidalgo 9, centro de Xalapa); también se puede adquirir en línea y lo tendrá a la mano durante la presentación en la FILU, programada para el 11 de abril en el gimnasio Omega.
“Estoy muy contento de que este libro pueda generar lectores, no sólo especialistas. La selección que hice está dirigida para el lector curioso, para quien quiera conocer esa ancha vena de la literatura religiosa que tiene mucho del folclor, antes de que existieran instituciones de vigilancia como la Inquisición. Antes de todo eso, bastaba con que el hombre dejara volar su imaginación para contar sobre el poder taumatúrgico de distintos personajes del credo cristiano.”
En la reseña se lee: “El anónimo Flos sanctorum con sus etimologías es uno de los primeros incunables de la península ibérica. Pieza única, hoy en día yace en la colección de libros raros y colecciones especiales de la Biblioteca del Congreso de Washington. Es representante de la exitosísima recepción y difusión que en distintas lenguas romances tuvo la latina Legenda aurea (s. XIII) de Santiago de Vorágine y, hasta la publicación de este libro, sus características eran un misterio para filólogos e historiadores”.
Cabe citar que los libros incunables fueron editados durante un periodo que comprende entre la invención de la imprenta y el inicio del siglo XVI. La mayoría de los estudiosos dedicados al periodo incunable se quejan de que tales libros interesan por su calidad de objeto: materiales con que se elaboraron, impresor, cajista, entre otros; y se descuida el contenido. Ésta es una de las distinciones y por las que tiene valía Flos sanctorum con sus etimologías. Lo maravilloso hagiográfico, de la Editorial UV.
“En este caso, lo que interesó a esta primera imprenta fue devolver a un texto que tenía una amplia tradición de una difusión manuscrita medieval, una calidad científica. Si usted ofrece un Flos sanctorum que dice ‘con sus etimologías’, es que está tratando de apegarse lo más posible a un estado científico del credo cristiano. Por supuesto éste no es tal, porque las etimologías son inventadas, es decir, es producto de ese fondo oscuro que en realidad todos somos, como decía José Ortega y Gasset; es producto de la imaginación y en ese sentido es muy bonita la lectura de este libro.”
El hoy académico del IIL-L de la UV estudió el Doctorado en Filología Hispánica en la Universidad de Oviedo, becado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, y la obra en mención es producto de su tesis “El Flos sanctorum con sus etimologías”. Edición y estudio (2010). Cabe citar que ésta fue dirigida por Fernando Baños Vallejo y en 2013 la propia institución española le otorgó el Premio Extraordinario de Doctorado; en su momento, Marcos Cortés fue el único extranjero en ganar tal galardón.
El filólogo precisó que la obra publicada por la Editorial UV es producto de seis años de trabajo, de los cuales cinco fueron dedicados a la investigación y uno más a darle el formato de libro. Su importancia también reside en que “los Flos sanctorum son los únicos libros que dejaron tener a nuestros tatarabuelos indígenas”.
Recordó que antes de que se hicieran los famosos concilios de la iglesia mexicana, los primeros franciscanos que vinieron a evangelizar a la entonces Nueva España, creyeron que sería un punto de apoyo si se les permitía a los indígenas tener esta clase de libros entre sus posesiones.
“Por ejemplo, a finales del siglo XVI tenemos un testamento de un indígena principal de Oaxaca, quien además de declarar que tenía potros, yeguas, cabras, ovejas, tierras, oro; declaró que tenía entre sus posesiones dos libros: Contemptus mundi y un Flos sanctorum con sus etimologías. Ahora bien, la posesión de un libro no necesariamente refleja su lectura, pero vamos a darle el beneficio de la duda, vamos a creer que este indígena (que además declaraba escribir, entender y leer perfectamente en lengua castellana) leía este libro y lo aproximaba con una parte maravillosa de la literatura religiosa, que es lo que me interesa destacar.”
De acuerdo con el académico, la literatura religiosa contiene una ancha veta de la folclórica; en términos coloquiales, varios de ellos son los cuentos que han sido narrados de generación en generación hasta la actualidad. “Hay anécdotas muy divertidas: Estaba un diablo sobre una lechuga y una monja ese día tuvo ganas de hacerse una ensalada, corta la lechuga, la prepara y se come la hojita donde estaba el diablo descansando. Por supuesto, la monja cae en posesión y tiene que venir San Gregorio a sacar el diablo y éste cuando sale dice ‘yo que estaba tranquilamente descansando y fue ella, golosa, la que me comió, y yo soy diablo y hago lo que hago”.
El interés por el tema le nació a Marcos Cortés siendo estudiante de la Licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), época en la que mostró notoria predilección por la literatura medieval, sobre todo por los textos híbridos, “el pensamiento fronterizo”, “la impureza”. Fue Fernando Baños Vallejo quien le propuso trabajar con el incunable en mención.
“Lo empecé a revisar. No voy a mentir, como toda doctrina religiosa, es cansada, pesada, pero si uno llega a apartar esas cuestiones monótonas que quizá tienen más interés para la evangelización, la catequización, y se queda solamente con el relato divertido, uno tiene un texto delicioso con el que se la puede pasar muy bien. Me interesó mucho y siempre tuve como propósito hacer una selección de ese texto. Si yo hubiera editado todo el incunable hubieran sido fácil unos dos o tres tomos de este grosor.”
La obra consta de 726 páginas que compila vidas de santos, historias de mártires que fueron recreadas de manera estética no para espantar al lector, sino para entretenerlo, “para que se diviertan”.
A decir del filólogo, con este libro se ofrece al curioso lector que se aproxime al mundo de las ideas no sólo del siglo cuando fue hecho el libro, sino posteriores. Tan sólo el Flos sanctorum con sus etimologías fue fundamental para lo que a mediados del siglo XX Edmundo O’Gorman (1906-1995) señaló como La invención de América (1958). Es más, “muchas de las ideas medievales que están presentes en el libro nos fueron heredadas y con ellas se crearon las primeas crónicas de la Conquista, tanto de la material como de la espiritual”.
Para ilustrarlo, el entrevistado citó a uno de los primeros franciscanos que fungió como historiador en la época colonial, Toribio de Benavente, comúnmente conocido como Motolinia, quien en su Historia de los indios de la Nueva España habla sobre la fundación de la primera ciudad de españoles acá (Puebla) y lo hace con términos hagiográficos, no cita día ni mes, sino que fue en el día de Santo Toribio.
“Gracias a la lectura de este libro podemos entender por qué San Nicolás es quien trae los regalos cada 6 de diciembre”, dijo a manera de invitar a leer esta obra, cuyo misterio es tal que se desconoce su fecha exacta de creación, aunque Marcos Cortés calcula que data de 1480. “Yo no sé si el Flos sanctorum fue uno de los libros con mayor difusión después de la Biblia, pero sí puedo afirmar que es muy importante para la cultura occidental, de la cual nosotros formamos parte”.
Actualmente, el investigador universitario trabaja en la edición de uno de los primeros tratados de medicina que se publicaron en la Nueva España y compartió su gusto porque su primera obra publicada sea el rescate de una fuente, y además que sea tan voluminosa.
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