- A través de su obra Mi poncho es un kimono flamenco, que presentó en la Feria Internacional del Libro Universitario 2022
- En entrevista, habló del impacto de la obra, y de la relación entre literatura y periodismo
Claudia Peralta Vázquez
Fotos: César Pisil Ramos
17/09/2022, Xalapa, Ver.- Durante su visita y participación en la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU) 2022 de la Universidad Veracruzana (UV), Fernando Iwasaki, escritor e historiador peruano, habló del impacto de su libro Mi poncho es un kimono flamenco, de la relación entre periodismo y literatura, y de la transición de los libros a las pantallas.
El profesor de la Universidad Loyola visitó por primera vez este evento editorial dedicado a la República de Chile, que tuvo lugar del 2 al 11 de septiembre, y fue ahí donde concedió la entrevista.
¿Cuál es el mensaje de su libro?
Este libro nace como una compilación de las conferencias que durante años he impartido en países donde no se habla español. La primera edición salió en 2005; para mí era una prioridad que el libro llegara a jóvenes estudiantes sin grandes recursos económicos.
Hubo ediciones peruanas, ecuatorianas, bolivianas, pero pasado el tiempo, yo daba más conferencias y el libro crecía en páginas. Llegó el momento en que no era posible hacer una edición cartonera de ese libro, pasaron muchos años y no se reeditó.
Incluso, hubo mucha gente que creía que el libro no existía, hasta que, de pronto, el servicio de publicaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México, a través de Socorro Venegas, me ofreció la posibilidad de publicar una edición definitiva de Mi poncho es un kimono flamenco. Acepté encantado.
Ahora sí añadiría que es un libro que toca el tema de la identidad desde los puntos de vista musical, literario, incluso futbolístico, porque es perfectamente normal en esta época de la globalización que, aparte de los equipos que les gustan a los chicos, como el Manchester City o el Real Madrid, haya una mundialización de los afectos musicales, culturales y literarios.
Creo que eso justifica que uno haga una reflexión humorística y académica de estas cosas raras que tiene la identidad. Como dije en la presentación, no hay nada más mexicano que un mariachi, pero en realidad, si no fuera por el francés la palabra mariachi no existiría, entonces eso es lo que hay.
Su trabajo tiene muchos ensayos, novelas, incluso también es de índole periodístico, ¿qué piensa de la relación entre literatura y periodismo?
Es una relación que siempre ha existido desde el nacimiento de los periódicos, para que éstos pudieran tener lectores y atraer a las comunidades urbanas fue preciso que invitaran a escritores.
Por ejemplo, Alejandro Dumas, Charles Dickens, todos comenzaron escribiendo en los periódicos, sus novelas aparecían enteras, todo Sherlock Holmes se publicó en periódicos y se iba compilando poco a poco.
Para mí, el mundo que existe entre el periodismo y la literatura es una relación muy estrecha; es más, fueron los empresarios de prensa quienes descubrieron el secreto de las ediciones de “quiosco”, esto es algo que aparece en el siglo XIX, pero que marca el inicio de una actividad editorial interesante.
No hay que pensar solamente en autores que escriben en periódicos, y que luego escriben en prensa. Es que los empresarios de las editoriales literarias eran también empresarios de periódicos.
Es una relación que se retroalimenta porque los grandes cronistas, está demostrado, son también grandes escritores de ficción.
¿Considera que el avance tecnológico sea un riesgo para consolidar el hábito lector?
Hay dos cosas que debemos diferenciar, la Ilíada seguirá siendo la Ilíada en papel o en pantalla, no me preocupa el futuro de la literatura en su soporte. El gran peligro es que cuando Brad Pitt hizo la película de Troya muere Agamenón en la guerra, y eso no ocurre así en la literatura.
La literatura no está amenazada por las pantallas, el problema está en los lectores. El mundo de la pantalla no sólo recibe literatura, sino también cine y música.
Luego está la mensajería instantánea, que al ser más una actividad motora que lectora, ha derivado en que cada vez se economice más en la escritura y se combinen las palabras con ideogramas y emoticonos.
Hay gente que no tiene necesidad de decirle a alguien que la quiere, le manda un emoticón o besucón y eso empobrece el lenguaje.
Una persona que durante décadas va interactuando con un teléfono inteligente, con una pantalla, se va volviendo cada vez más pobre en su expresión oral, emocional, porque en las pantallas, prácticamente, no hay un efecto de rugosidad de conflicto, la pantalla es algo liso, brillante, y el lenguaje tiene claroscuros, intensidad, espesor.
Creo que el problema no es la literatura en las pantallas, el problema es el ser humano interactuando con las pantallas, es algo que lo corroboran las neurociencias.
El hemisferio izquierdo del cerebro está experimentando grandes atrofias en las generaciones más jóvenes por el uso y abuso de las pantallas.
Categorías: Cultura, Entrevista, FILU 2022