- Expresó el rector Martín Aguilar Sánchez, durante el homenaje que en la FILU se le rindió a la escritora y académica
- También entregó un reconocimiento póstumo; lo recibió su hija Alejandra Méndez Palacios, quien describió a su madre como “una mujer rebelde, única, fabulosa”
Claudia Peralta Vázquez
Fotos: Luis Fernando Fernández Carrillo
16/05/2023, Xalapa, Ver.- “El legado de Esther Hernández Palacios es una inspiración para la Universidad Veracruzana (UV) y para la sociedad en su conjunto, no sólo para quienes desean vivir en comunidades que mantengan los principios que profesan defender, sino también para quienes dan pasos decididos que contribuyen a hacerlas una realidad”, expresó Martín Aguilar Sánchez, rector de esta casa de estudios.
Su mensaje se dio en el marco del homenaje póstumo que se le rindió a la escritora, poeta e investigadora en el Foro “Miguel Vélez Arceo”, de la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU), donde amigos, colegas, estudiantes y familiares se reunieron para celebrar su vida y legado.
La ocasión fue oportuna para la entrega de un reconocimiento por su trayectoria y humanismo, el cual recibió su hija Alejandra Méndez Palacios de manos del Rector, a dos meses de la partida física de su madre, a quien recordó como una mujer rebelde, única y fabulosa.
Martín Aguilar se congratuló por rendir homenaje a su obra y persona “por la lucidez, pasión, elocuencia y fidelidad a la idea de responsabilidad ante el conocimiento y la sociedad”.
Expuso que sus libros, magisterio, activismo y su apasionado testimonio de vida ofrecieron su imaginación y pensamiento que ya es parte de sus muchos alumnos y alumnas, lectores y lectoras, amigos, compañeros y compañeras de los movimientos sociales por doquier.
En su discurso, resaltó la posición ejemplar e influyente de Hernández Palacios en la lucha ciudadana durante años, en pro de la justicia y la paz en Veracruz y en México, así como su solidaridad natural con las víctimas alrededor del mundo, justamente celebrada.
Previamente, Alejandra Méndez Palacios compartió con Germán Ceballos Gutiérrez, uno de los discípulos de su madre, y con Mario Muñoz, director de la revista La Palabra y el Hombre, quiera fuera maestro de la homenajeada en la Facultad de Letras Españolas de la UV, algunos recuerdos y anécdotas plagadas de nostalgia, sentimiento y agradecimiento por la empatía, amor y sensibilidad que siempre la caracterizó.
Méndez Palacios describió su infancia rodeada de libros y arrullada por la poesía que su madre leía a ella y a su hermana Irene antes de dormir. Bailar al compás de Para Elisa de Beethoven, mientras su madre ejecutaba esa pieza en el piano, y su padre fumaba pipa, es otra de las imágenes capturadas en su memoria.
“Esther era una mujer rebelde, única y fabulosa, diferente a las demás; sus ojos ardían y no le temía al mundo, no sólo no le temía al mundo, sino que lo retaba.”
Ante los problemas, pérdida, enfermedad y desgracia que enfrentó por el asesinato de su hija Irene, nunca frenó su vida en la academia.
“Su indomable temperamento, su inteligencia avasalladora la mantuvieron activa casi 68 años”, dijo, “mi madre vivió, vaya que lo hizo; vivió y seguirá viviendo en todos los corazones y cabezas que tuvimos el privilegio de que Esther Hernández Palacios nos leyera un poema, nos contara una anécdota, nos diera clases, nos compartiera el vino en la mesa e indicara el camino.”
En este acto de reconocimiento, el escritor Germán Ceballos, egresado de la Maestría en Literatura Mexicana del Instituto de Investigaciones Lingüístico-Literarias (IILL), habló del acercamiento y amistad entrañable que tuvo con Hernández Palacios, desde su etapa como estudiante de la Facultad de Letras Españolas, y hasta la recta final y último aliento en vida.
Después, tuvo la oportunidad de trabajar a su lado en varios proyectos y cargos que desempeñó dentro de la UV.
“Trabajar con Esther era tan grato como complejo. Grato porque son muy pocas las personas que tienen el privilegio de conocer con ese sentido humanista que, congruente, permea todos los ámbitos de su vida, y complejo porque había que seguirle el ritmo a alguien capaz de traer siete cosas en la cabeza y quererlas implementar al mismo tiempo.”
En tanto, Mario Muñoz expresó: “El homenaje para recordar la figura de nuestra querida amiga significa mantener viva su presencia a través de los avatares del tiempo, el tiempo, ese enemigo despiadado que intenta suprimir nuestra memoria”.
Entre el público estuvieron: Yolanda González Molohua, directora general del Área Académica de Humanidades; Alfonso Colorado Hernández, director general de Difusión Cultural; Judith Guadalupe Páez Paniagua, coordinadora de la FILU, y el escritor Luis Arturo Ramos.
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