- “Por lo general vamos uno o varios pasos atrás cuando se trata de una epidemia”, expuso la académica de la Facultad de Antropología
“No podemos utilizar la mano, darnos un abrazo o un beso al saludarnos; con la cara tapada de la nariz hacia abajo, la sonrisa ya no tiene ninguna función; los actos masivos que se celebran por motivos religiosos, identitarios o recreativos, y que cumplen funciones catárticas, pueden dejar de realizarse”
Sólo hay que recordar nuestras clases de historia en las que se nos decía que la viruela fue introducida en 1520 por el esclavo negro Francisco Eguía, quien acompañaba la expedición de Pánfilo de Narváez para ir tras Cortés; desde esas clases hemos repetido que la culpa de que se diezmara la población indígena fue de un negro
Karina de la Paz Reyes Díaz
07/09/2020, Xalapa, Ver.– En esta pandemia debe prevalecer el criterio científico y además mirar hacia la historia porque es muy seguro que ésta tenga algo qué decirnos y enseñarnos, indicó la académica de la Universidad Veracruzana (UV), Cristina María Millán Vásquez.
En entrevista para Universo, la académica de la Facultad de Antropología y profesora invitada de la Maestría en Historia Contemporánea, adscrita a la Facultad de Historia, hizo un recuento de las epidemias que se han vivido, desde la Edad Media, las traídas por los españoles al llamado Nuevo mundo, las de los siglos siguientes –en Asia y Europa, por ejemplo–, hasta llegar a la de 2009, la influenza A-H1N1, cuya presencia primigenia se determinó en La Gloria, municipio de Perote, en el estado.
Esto a manera de exponer el papel fundamental que tiene la historia en esta contingencia sanitaria, a la par de otras disciplinas. “Se dice que hay que ver el pasado para comprender el presente, y eso es muy cierto”, argumentó.
“Teniendo estos antecedentes históricos –es decir, volviendo la mirada a la historia, tanto mundial como nacional–, en materia de salud pública tenemos elementos para establecer políticas preventivas y proponer enmiendas.”
Por otro lado, comentó que el presente también es historia, pues la actual pandemia representa un cambio de paradigmas en muchos aspectos de la vida. El más inmediato son los rituales de convivencia, que bien pueden pasar a la historia.
“No podemos utilizar la mano, darnos un abrazo o un beso al saludarnos; con la cara tapada de la nariz hacia abajo, la sonrisa ya no tiene ninguna función; los actos masivos que se celebran por motivos religiosos, identitarios o recreativos, y que cumplen funciones catárticas, pueden dejar de realizarse; en fin.”
Autoridades como Donald Trump plantean que los muros pueden frenar pandemias y profesionales de la epidemiología insisten en que la historia ha comprobado que no. ¿Qué opina usted?
Autoridades como Trump son sobradamente ignorantes, por decir lo menos, así que hay que tener clara esa realidad, porque sólo así se puede entender que el señor haga ese tipo de planteamientos.
Siempre lo más fácil será culpar al otro, al diferente, ésa ha sido la base de ideas xenofóbicas y racistas. Lo imperdonable es que en pleno siglo XXI sigan existiendo esas mentalidades retrógradas.
Lamentablemente, en nuestra historia hemos pasado por algunos episodios asociados con ese pensamiento. Sólo hay que recordar nuestras clases de historia en las que se nos decía que la viruela fue introducida en 1520 por el esclavo negro Francisco Eguía, quien acompañaba la expedición de Pánfilo de Narváez para ir tras Cortés; desde esas clases hemos repetido que la culpa de que se diezmara la población indígena fue de un negro.
Ahora, lo importante es que prevalezca el criterio de los científicos, pero sobre todo que nuestros políticos atiendan las recomendaciones y que prediquen con el ejemplo. De nada sirve que los científicos nos digan que estudios demuestran que el cubrebocas ayuda a evitar contagios si nuestros representantes desestiman la recomendación y ellos mismos no hacen uso de él, por citar un caso.
Hay población que se rehúsa a creer que estamos en pandemia. ¿La incredulidad a las autoridades gubernamentales en pandemias es recurrente en la historia de éstas?
Desafortunadamente es recurrente. Ya hicimos un breve recorrido por la historia de las epidemias en nuestro país y podemos decir que la primera reacción ha sido desestimar la información, aunque también hay que decir: si es que la hay; por lo general, vamos uno o varios pasos atrás cuando se trata de una epidemia. Si no fuera así no habría tantas víctimas.
Ahora, hay que pensar en el porqué de esta reacción, tanto del Estado como de la población en general, y ahí tenemos que se trata de un fenómeno multifactorial: evitar el pánico entre la población, una crisis económica, evidenciar carencias en la infraestructura médica, entre otros muchos motivos.
Volvamos a la historia reciente de nuestro país, cuando en 2009 apareció una influenza que causó alarma en los sistemas de salud; en marzo de ese año, tanto en México como en Estados Unidos se detectaron casos de neumonía atípicos, aunque hubo reportes de que en nuestro país se habían encontrado patrones inusuales de casos agudos de infecciones respiratorias y el Director de Alerta y Respuesta Global de la OMS reveló que había alertado a las autoridades mexicanas, éstas negaron que se tratara de una epidemia.
“Nunca estaremos preparados para un virus que mata” es frase recurrente; compártanos, en términos sociales y de población, ¿por qué?
Existen diversos motivos por los que no estamos preparados para una situación de esta índole. Para responder esta pregunta debemos plantearnos otras tantas como: ¿qué papel juega la política de salud pública en determinado plan de desarrollo?; ¿en qué consiste esa política?; ¿existen reservas económicas suficientes para parar la economía de un municipio, un estado o un país por un tiempo indeterminado?; ¿cómo concebimos culturalmente la salud y la enfermedad?; ¿contamos con infraestructura médica suficiente en el país?; ¿contamos con personal médico suficiente en el país? Es decir, si la respuesta a esas preguntas, y a otras más que nos plantemos, es “sí existen todas esas condiciones”, entonces podremos decir que estamos preparados.
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