- Si México no divulga el aprendizaje de las lenguas indígenas entre la población mestiza, se corre el riesgo de tener una nación desarraigada
Paola Cortés Pérez
Xalapa, Ver., 26/06/2017.- El escritor bilingüe (náhuatl-español) Natalio Hernández Hernández advirtió que si México no cuenta con un programa de divulgación, reconocimiento y aprendizaje de las lenguas indígenas dirigido a la población mestiza, en unos 20 años se corre el riesgo de tener una nación desarraigada.
El poeta, reconocido a nivel nacional e internacional porque su obra coadyuva en la transmisión de la riqueza del patrimonio cultural y lingüístico de la cultura náhuatl, concedió a Universo una breve entrevista en la que habla de la importancia de una educación intercultural bilingüe, en este momento en que la globalización impulsa un sistema económico neoliberal.
Platicó de cómo el desarraigo y el alejarse de su pueblo natal le causaron una crisis de identidad, misma que lo llevaron a escribir poemas en náhuatl para encontrarse con su cultural, tradición y lengua.
“Me entró una crisis existencial muy fuerte, así que los primeros poemas que escribí son rasgadores; por ejemplo, hay uno que dice: ‘a veces me siento muerto en vida’. Son cantos muy tristes.”
También aborda la discriminación y marginación que enfrenta la literatura mexicana náhuatl: “No es fácil para un escritor indígena porque hay una tradición literaria en español de cinco siglos y hay una tradición literaria de nuestros pueblos originarios que quedó en los archivos”.
Natalio Hernández es profesor del programa México Nacional Multicultural de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), con los temas «Educación intercultural bilingüe para todos los mexicanos» y «Literatura en lenguas indígenas».
En 2008, por encargo de la Comisión del Bicentenario del Senado de la República, tradujo la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos a la lengua náhuatl.
Ha obtenido los premios Nezahualcóyotl de Literatura en Lenguas Indígenas, que otorga el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), actualmente Secretaría de Cultura; el “Bartolomé de las Casas”, por la Casa de América de España, y Toltecayotl de Letras Indígenas, que entrega el Consejo General de la Casa de los Pueblos Indígenas de Puebla.
Ha ocupado diversos cargos institucionales: Subdirector de la Dirección General de Educación Indígena de la Secretaría de Educación Pública (SEP); Subdirector del Programa Nacional de Lenguas y Literatura Indígenas del Conaculta; Director de Educación Informal y Vinculación de la Coordinación General de Educación Intercultural Bilingüe de la SEP.
Desde agosto de 2008 es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte, del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes. Ha sido Presidente de la Asociación de Escritores en Lenguas Indígenas; de la Organización de Profesionistas Indígenas Nahuas, A.C.; de la Alianza Nacional de Profesionistas Indígenas Bilingües, A.C.; y del Seminario de Análisis de Experiencias Indígenas, A.C. Actualmente es Presidente de la Fundación Cultural Macuilxochitl, A.C.
¿Cómo se define Natalio Hernández?
Macehuatl (gente del pueblo), campesino que cultiva la tierra y poeta.
¿Su origen y tradición indígena lo motivó a escribir poemas o hubo algún detonante especial?
La poesía emergió, digamos, de manera circunstancial y por una razón de supervivencia. En la década de los setenta era dirigente de organizaciones indígenas; fui el primer presidente de la Organización de Profesionistas Indígenas Nahuas, A.C.
Al ser nombrado subdirector de Educación Indígena en la SEP, a partir de 1978 tuve que radicar permanentemente en la Ciudad de México junto con mi familia, sólo tenía un hijo y los otros dos ya nacieron allá.
Entonces, como funcionario federal tenía que dejar el rol de dirigente social; tenía que dar respuesta a las demandas de las organizaciones sociales, además de cuidar el discurso, el lenguaje, tener una actitud más formal y con etiqueta.
Como dirigente social, andaba con huaraches, pantalón de mezclilla, camisa de manta, un pañuelo amarrado de color rojo, como se acostumbra en la Huasteca.
Entonces, me entró una crisis existencial muy fuerte, así que los primeros poemas que escribí son rasgadores; por ejemplo, hay uno que dice: “a veces me siento muerto en vida”. Son cantos muy tristes, que en náhuatl se conocen como cantos de tristeza. Esa nostalgia, esa tristeza, esa orfandad que sentía en mi interior, me llevó a reconocer mi infancia en un mundo tan maravilloso, con su lengua, su naturaleza, sus tradiciones, sus relaciones familiares muy comunitarias; todo esto entró en mí como una necesidad de asirme, agarrarme de algo, para poder sobrevivir. Así nació la poesía, alrededor de 1978.
La poesía me salvó de la muerte, incluso tengo un ensayo que dice que escribí para no morir, literalmente empecé a escribir para no poder morir, en mi primera fase que fue en la década de los ochenta. Poco a poco me adentré en la poesía, en toda esa belleza de la lengua, de los cantos ceremoniales, de los cantos populares de la Huasteca, todo esto se manifiesta en mi poesía.
¿Esta crisis que vivió, fue porque se sintió desarraigado, alejado de su pueblo y región?
Efectivamente. Formalmente, en mi acta de nacimiento aparece que soy de Naranjo Dulce, municipio de Ixhuatlán de Madero, Veracruz; allí nací, pero mis padres emigraron a la comunidad Lomas del Dorado, muy cerca de Llano Enmedio, en el mismo municipio.
En Lomas del Dorado transcurrió mi niñez, mi adolescencia, mi juventud y mi adultez; entonces, yo sentí gran nostalgia al estar en la Ciudad de México, una ciudad enorme, con millones de habitantes, cuando mi pueblo apenas llegamos a los 500. Sentí esa nostalgia, ese desarraigo al estar en la gran ciudad.
La comida, la lengua, las tradiciones, todo eso me hizo mirar hacia mi pueblo, hacia mi comunidad, hacia mi origen, que escribí en los poemas.
¿Es difícil para un escritor y poeta de origen indígena entrar y ser aceptado en el círculo literato? ¿Hay discriminación? ¿Hay fronteras?
Una primera crisis o una primera frontera que debemos vencer, es justamente esta actitud discriminatoria, la descalificación que se hace constantemente de las lenguas indígenas.
Cuando se habla de éstas, se habla de las lenguas estigmatizadas, supuestamente inferiores frente al español, frente al inglés u otras lenguas del mundo –sobre todo las europeas–. Esta parte la tuve que ir superando en el camino, obviamente no fue fácil, me llevó unos 40 años poder superar esta crisis, no por la descalificación externa –ésa se va superando– sino la interna, porque dentro de mí se peleaba el náhuatl con el español.
Sentía que el español lo tenía impuesto y pegado, sentía que la lengua que realmente me arraiga y me da identidad era el náhuatl. Esta crisis la resolví apenas hace 20 años, desde entonces disfruto mucho las dos; cuando me equivoco en náhuatl me río, cuando me equivoco en español me río. Disfruto y amo las dos lenguas, ambas las asumo como mías, es algo maravilloso pero no es fácil.
Entonces, ¿no es fácil para un escritor indígena entrar en el mundo de la literatura?
No, porque hay una tradición literaria en español de cinco siglos y hay una tradición literaria de nuestros pueblos originarios que quedó en los archivos.
En el caso del náhuatl, se conoce como la literatura clásica de la lengua náhuatl y sólo la leen los especialistas. Las obras de Nezahualcóyotl, Tecayehuatzin, Nezahualpilli, Tlaltecatzin, entre otros, esos textos antiguos podemos leerlos en Quince poetas del mundo náhuatl, de Miguel León-Portilla.
La literatura náhuatl emerge hace 30 o 40 años, entonces sí podemos hablar de una literatura náhuatl contemporánea, pero siguen siendo literaturas marginadas en relación con la literatura mexicana en español.
Para este siglo XXI viene una literatura mexicana multilingüe, porque lo que llamamos literatura mexicana es realmente literatura española. El día que tengamos en todas las librerías textos bilingües, trilingües, de náhuatl-español, de mazateco-español, entonces sí hablaríamos de tener una literatura mexicana multilingüe, no sólo en español sino en diferentes lenguas indígenas.
¿Cómo interesar a las editoriales para que publicar y divulguen este tipo de literatura?
Primero tenemos que involucrar a los mestizos, porque si ellos no compran, no se interesan, no valoran, no dignifican las lenguas originarias del país, las editoriales tampoco lo harán.
Si hay interés por adquirir obras en náhuatl-español o en mazateco-español, las editoriales se interesarán y publicarán libros bilingües, trilingües o multilingües, por eso es importante cambiar la actitud del mestizo, quien no tienen una identidad al ser un híbrido cultural.
El mestizo, la raza cósmica de la que habló José Vasconcelos hace 100 años, ya ha caducado; lo que viene ahora es el reconocimiento de las identidades de cada persona, de cada pueblo, y el mestizo no tiene identidades, es un desarraigado cultural.
¿Cómo lograr que los mestizos se sientan identificados y parte de la literatura mexicana?
Deben empezar por aprender, cantar e interesarse por saber qué dicen los idiomas mexicanos, por ejemplo qué quiere decir Xalapa o Naolinco.
Tienen que empezar por revisar toda la toponimia de Xalapa o del lugar en donde viven, pues es una lengua que no le significa porque la desconocen, cuando el territorio que habitan es náhuatl o totonaco. Ésta es la parte que se debe trabajar entre la sociedad mexicana mestiza que es mayoritaria.
Entonces, debemos trabajar en los dos lados, el hablante de náhuatl no podrá sentirse orgulloso mientras el mestizo sigue descalificando y estigmatizando las lenguas originarias de México, esta parte debe trabajarse.
En este mundo globalizado, con un sistema económico salvaje y depredador, ¿qué papel tienen las culturas y tradiciones de los pueblos originarios?
Tienen un papel importante. Si México no trabaja con la población mayoritariamente mestiza, en unos 20 años tendremos una nación desarraigada totalmente, porque los jóvenes no tendrán memoria, historia, raíces, identidad, lo que significa que tenemos que trabajar mucho.
Tengo 13 años trabajando en diferentes facultades de la UNAM y en dos CCH (Colegios de Ciencias y Humanidades) para hablar del tema de la educación intercultural bilingüe para todos los mexicanos ─que es un reto y desafío– y de la literatura en lenguas indígenas.
Lo que nos espera en este siglo es tener una literatura mexicana multilingüe, porque las lenguas nuestras son más antiguas que el español –tiene mil años–, mientras que el náhuatl, el otomí o el popoluca tienen unos cuatro mil años, ahí está nuestra memoria y raíz. Tenemos que trabajar mucho para que no se pierdan, porque cada lengua nos da una identidad propia.
Insisto, lo que nos espera en el futuro próximo es que cada mexicano adopte una lengua regional, local, pero también aprenda inglés, alemán, francés y chino. Aprender nuestras lenguas será el distintivo para cada mexicano, y el inglés o chino serán útiles para la globalización.
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