- Tiene 14 años y ya es alumno de la Facultad de idiomas y de la Escuela para Estudiantes Extranjeros
- A los nueve fue diagnosticado como niño sobredotado por el Centro de Atención al Talento
- Desea estudiar Medicina y una maestría en Ingeniería Biomédica
- “Quisiera ser conocido como el joven mexicano que creó un exoesqueleto para parapléjicos o el joven que volvió a México a hacer un cambio”
David Sandoval Rodríguez
Xalapa, Ver. 19/09/2016.- Antonio de Jesús Cruz Ceballos estudia el quinto semestre de la Licenciatura en Lengua Inglesa en la Facultad de Idiomas de la Universidad Veracruzana (UV) y también el Diplomado en Didáctica del Español como Lengua Extranjera. El joven, que también quiere ser médico y cursar una maestría en Ingeniería Biomédica, sólo tiene 14 años y aunque su capacidad intelectual es sobresaliente, no se considera un niño genio.
Cuando tenía nueve años y después de luchar contra la resistencia de su escuela primaria por adaptarse a sus capacidades, fue llevado por sus padres al Centro de Atención al Talento (Cedat) donde lo diagnosticaron como un niño sobredotado.
Entonces descubrió que había otros niños como él y dejó de estar triste y deprimido, estudió para aprobar la escuela secundaria y el bachillerato en sistema abierto y al finalizar, aprobando sus respectivos exámenes, decidió ingresar a la UV.
“La verdad elegí la Universidad Veracruzana porque somos residentes en Xalapa y porque soy veracruzano, me siento orgulloso de serlo; había considerado la posibilidad de estudiar en algún otro estado o en el extranjero, pero soy veracruzano y primero pienso formarme profesionalmente aquí, más adelante si se presenta la posibilidad de estudiar en el extranjero con gusto lo haría. Mi objetivo es prepararme para hacer un cambio en Veracruz y en México.”
El adolescente explicó que desde su ingreso a la licenciatura trazó un plan con el apoyo de sus padres y la asesoría de la directora de la Facultad de Idiomas, Carmen Báez Velázquez, el cual involucra seguir su formación profesional pero en la Licenciatura en Medicina, posiblemente en la misma UV.
“Mi meta es estudiar una Maestría en Ingeniería Biomédica, porque mi interés es crear prótesis, exoesqueletos y equipo de diagnóstico y control de enfermedades; preferí la lengua inglesa porque es la más utilizada en el mundo y muchos documentos en medicina están en ese idioma, si tengo la oportunidad en la UV aprovecharé para aprender otro idioma como el francés o el alemán. Estudiar lengua inglesa fue la mejor opción para mi futura formación profesional.”
Al mencionar su interés por la ingeniería biomédica, reconoció que no recordaba con precisión el origen, pero sus padres relatan que aprendió a leer a los cuatro años con libros de biología, ya que tenía una curiosidad por saber cómo funciona el cuerpo humano y la facilidad de comprender cómo operaban los dispositivos electrónicos, computadoras.
“Tenía interés por la invención de artefactos y comencé a mentalizarme en hacer algo enfocado a la medicina combinado con la tecnología y la biología.”
“Me decían que era presumido porque sabía más”
Antonio recuerda claramente que comenzó a sentirse diferente a sus compañeros de clase cuando aprendió a hablar y escribir muy pequeño. Aunque no tenía una buena caligrafía se le facilitaba escribir a través del teclado, así podía expresarse mejor. “Quería dejar huella de lo que sabía a los cuatro años, dejar un registro de lo que estaba aprendiendo, poco a poco me fui convenciendo de que en realidad mi pasión era leer sobre biología, medicina, no quería dejarlo en la teoría sino en hacer algo”.
Hasta cuarto año de primaria “tuve varias discrepancias con mis compañeros y maestros, me decían que era presumido y prepotente porque sabía más y eso constantemente causó varios roces, también los maestros se sentían amenazados y enfatizaban que debía seguir el programa, eso poco a poco comenzó a frustrarme porque yo sabía más de lo que estábamos viendo, me deprimí porque quería ir más rápido y que las clases fueran acordes a mis intereses”.
Cuando su familia se dio cuenta que estaba triste y no tenía ganas de asistir a la escuela, buscaron alternativas. “Acudimos al Centro de Atención al Talento en la Ciudad de México, fue entonces cuando, a través de una evaluación psicométrica, comencé a acreditar lo restante de la educación primaria, al igual que la secundaria y el bachillerato, todo fue por medio de exámenes”. Así concluyó la secundaria en cinco meses y el bachillerato en 10.
Cruz Ceballos dudó en principio si este nuevo sistema de aprendizaje sería la solución, no obstante descubrió que era la mejor opción para ejercer sus capacidades. “Al principio tenía dudas porque desde pequeño nos dimos cuenta que era autodidacta, buscaba información en Internet sin necesidad de un asesor y a veces causaba conflictos mientras estudiaba en la primaria, en los exámenes de acreditación tenía que estudiar varias antologías y me di cuenta que éste era realmente mi ritmo, encajaba bien con mi estilo de aprendizaje”.
Fue entonces cuando comenzó a sentirse más tranquilo y estable, porque estaba aprendiendo a su ritmo, “fue un contraste enorme con la educación primaria presencial”.
Señaló además que para estudiar no sigue una metodología específica, “todo lo que leía desde los cuatro años lo retenía en mi memoria, podían pasar meses y recordar de manera fotográfica lo que decía, es algo que no puedo explicar; al encontrarme con una antología no tengo una técnica específica de lectura, si me nace el interés continúo investigando”.
Volver a clases en la universidad
Respecto a cómo vivió el regreso a una institución educativa, en este caso la universidad ─hace dos años─, tras aprobar la primaria, secundaria y bachillerato por medio de exámenes, recordó que al principio fue impactante para él, para los profesores y para los alumnos.
“Algo que me llamó la atención fue la respuesta de los maestros, tenían dudas. Conforme fui progresando en las materias comenzaron a ver que era diferente, no era como los demás niños, ni en mi capacidad intelectual ni en mi conducta, también me fui dando cuenta de que contaba con su apoyo en alguna materia o para cuestiones empíricas, es decir, aquellas derivadas de la experiencia y con las cuales no estoy familiarizado por mi edad.”
Ahora sus compañeros lo tratan con respeto y es muy claro en su conducta; si no tiene la tarea asignada ellos se la proporcionan y viceversa, si falta algo con mucho gusto les ayuda, eso se hizo presente desde que ingresó, “hay muchas cosas que no comprendo hasta la fecha y mis maestros y compañeros son comprensivos, porque había inquietudes y pensaban que tendrían que adaptar sus clases o cambiar el programa, pero ese no fue el caso, por el contrario, yo me adapté a sus clases”.
En las ocasiones que se debe trabajar en equipo la interacción es muy pacífica, apuntó, en los primeros semestres los profesores advertían a la clase que no hubiera expresiones vulgares en su presencia, “aun cuando el catedrático no estaba ellos de cierta forma se moderaban en lo que hacían o decían, había un cambio porque, como soy inexperto también soy algo influenciable”.
Mencionó que los trabajos en equipo se realizan cooperativamente; no por ser niño trabaja menos ni por ser el más inteligente del grupo le corresponde trabajar más, “el trabajo es igualitario y la manera en que convivimos es algo armónico, yo aprendo de ellos y ellos de mí”.
“No me considero niño genio”
Con relación a la definición de “niño genio” como se le presentó en la revista Forbes de julio-agosto, manifestó que “niño genio es un término que se ha usado para referirse a niños con alta capacidad intelectual pero yo, sinceramente, no me considero así. En la definición de genio se reconoce a alguien por sus méritos más que por su inteligencia, y mi inteligencia no proviene de mis méritos, sino de Dios”.
Al preguntar a Antonio si considera su inteligencia como un don y en qué le gustaría aplicarlo, imaginando dónde estará dentro de 10 años, el joven respondió que se imagina concluyendo sus estudios de Lengua Inglesa y Medicina. A los 24 años, consideró, tendrá un posgrado en ingeniería biomédica pero dependerá de las oportunidades que se le presenten, ya sea en México o en el extranjero, participando en proyectos que beneficien al país.
Otra posibilidad es que se desempeñe profesionalmente en el extranjero, pero nunca descarta el hecho de que hará cambios aquí, trabajando probablemente en una empresa extranjera.
Antonio de Jesús enfatizó su procedencia y su compromiso con la entidad, “soy mexicano, soy veracruzano, es un sentimiento de patriotismo benigno, sin llegar al grado de chauvinismo o nacionalismo maligno, estoy orgulloso de ser mexicano porque es donde nací, donde nacieron mis padres y mis abuelos, porque recuerdo que cuando asistía a los exámenes en la Ciudad de México solían llamarme ‘el jarocho’, era el único que provenía de Veracruz y me hizo sentir especial”.
Contrario a lo que pudiera suponerse, el hecho de ser un adolescente cursando una licenciatura en la UV puede parecerles una labor de tiempo completo, no obstante advirtió que “pueden pensar que soy un cerebrito o un ratón de biblioteca, pero realmente no, he logrado lo que consideramos un desarrollo integral porque soy un niño a final de cuentas y como tal no debo descartar la posibilidad del desarrollo físico y mental, por lo tanto acostumbro ver la televisión, alguna película, sin dejar de atender los deberes escolares y las tareas”.
Como pasatiempo le gusta pasear en bicicleta y patinar, durante un tiempo practicó taekwondo, que fue muy favorable en el sentido de la disciplina además del aspecto físico, ya que le brindó una estabilidad necesaria en el momento de la transición de un salón de clases a estudiar de forma autodidacta en casa.
“Hasta la fecha también la necesito porque la demanda cognitiva en la Facultad es alta, por lo tanto hago actividades como las que refiero, me gusta jugar videojuegos como cualquier otro joven de secundaria, salir al cine, al parque, sobre todo convivir con mi familia que es lo más importante, considero que no serviría de nada ser un gran alumno si no estoy bien psicológicamente, si no tengo una inteligencia emocional estable y un contacto con mi familia”.
El joven puntualizó que no le gustaría dejar la impresión de que es un niño genio, “a lo largo de mi trayectoria mi intención nunca ha sido crear impresiones ni dejar imágenes en la gente como el niño genio, lo que sí quiero es dejar huella, que me recuerden por algo práctico que creé, algún descubrimiento o invención que realice en el futuro, encaminado a lo biomédico, eso sería por lo que me gustaría ser recordado: el joven mexicano que, supongamos, creó un exoesqueleto para parapléjicos o el joven que volvió a México a hacer un cambio, pero realmente una impresión, una imagen vanagloriosa hacia mí no ha sido mi objetivo”.
Decisión crucial
Mirna Ceballos Vázquez, madre de Antonio de Jesús, relató la difícil situación que enfrentaban con su hijo antes de que se le diagnosticara como superdotado. “Era un poco problemático, lo que nosotros como padres vivíamos y escuchábamos era diferente a lo que Antonio sentía, como el rechazo de la mayoría de sus compañeros y la barrera que la maestra le ponía, porque si levantaba la mano para aportar algo a la clase la profesora lo excluía, o cuando decía algo le preguntaba dónde lo había leído y era desestimado por ella, para él era triste porque no comía y no quería asistir a la escuela”.
Como padres tomaron cartas en el asunto y conversaron con la maestra y la directora de la escuela, un grupo especializado se involucró y le comentaron a la señora que la misma profesora les había pedido que lo detuvieran, “con esas palabras: deténganlo, que no siga porque en la clase me genera un conflicto y literalmente la maestra se sentía amenazada”, refirió.
Cuando turnaron la situación con la psicóloga escolar era evidente que imperaba un sentimiento de desesperación por no saber qué hacer. “¿Cómo decirle a un niño: no aprendas, no leas? Espera a los demás. Fue muy difícil y como dicen: no hay mal que por bien no venga; eso nos ayudó a buscar alternativas y su solución fue que buscáramos otra escuela y eso hicimos”, comentó la señora.
En esa época apareció en televisión un anuncio del Cedat y el doctor Andrew Almazán Anaya, responsable del centro, que les llamó mucho la atención y comenzaron a buscarlo por Internet, lograron contactarlo e hicieron una cita para realizar un estudio psicométrico de Antonio, cuyo resultado fue que era un niño superdotado y el mismo centro se ofreció a educar al joven.
“Ahí no tienen límites, si quieren aprender más se los permiten, él se sentía como pez en el agua, había chicos que vivían la misma situación y comenzó a percibirlo de diferente manera; al llegar allá y ver a chicos semejantes, darse cuenta de que no estaba solo fue una sensación de bienestar, de regocijo y de decir: somos más”.
En la UV no hay límites para Antonio
Tras esa experiencia, el joven regresó a Veracruz para cursar la preparatoria abierta y desde entonces afirmó que su opción para estudiar una licenciatura era la Universidad Veracruzana.
“Presentó su examen de admisión y como él mismo lo ha referido: aquí no hay límites, está la biblioteca, está el Centro de Autoacceso de la Facultad de Idiomas, donde hace su servicio social y está feliz porque tiene acceso a todo lo que a él le gusta”, detalló su mamá.
Aunado a las capacidades del joven, su madre reconoció que el Modelo Educativo Integral y Flexible (MEIF) le permitió aprobar experiencias educativas del Área Básica de Formación General mediante exámenes de competencia al igual que el EXAVER.
“Gracias al MEIF pudo seleccionar materias y seguir a su ritmo”, aseveró Mirna Ceballos, “fue una buena decisión haber ingresado a la UV, incluso hubo universidades privadas que le ofrecieron beca pero su sistema es rígido y debe cursar las materias de forma seriada, ahí como padres hicimos nuestro trabajo de ubicarnos y pensamos: la escuela de mayor prestigio en Veracruz es la Universidad Veracruzana y eso fue una muy buena opción por el MEIF y la posibilidad de acreditar materias a través de un examen”.
Reconoció que ser padres de Antonio de Jesús los hace sentir muy orgullosos y satisfechos, “aunque es un fuerte compromiso para nosotros, un reto es la asincronía entre su edad biológica y su capacidad intelectual, en cierta forma su padre y yo siempre hemos tratado de que divida su tiempo de forma igualitaria: en el estudio, el deporte y la distracción; al principio era muy difícil sacarlo de la computadora y los libros, ahora él tomó su ritmo y nosotros lo apoyamos, estamos cerca tanto física como emocionalmente, somos felices y muy agradecidos con la Universidad.
”El apoyo ha sido total, desde la Directora de la Facultad de Idiomas, la secretaria Académica Dora Luz Aguilar García y todo el personal administrativo; estamos muy contentos y muy agradecidos con la institución.”
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