- El pintor y escultor es autor de la exposición Mariposa de obsidiana y la escultura monumental Mar Rojo
“Descubrir los vestigios de unas culturas que desconocía marcó mi devenir artístico”
Carlos Hugo Hermida Rosales
16/05/18, Xalapa, Ver.- Brian Nissen es un pintor, escultor y escritor nativo del Reino Unido que realizó estudios en la Escuela de Artes Gráficas de Londres y en la Escuela de Bellas Artes de París, entre otras instituciones. En 1963 se trasladó a vivir a México, donde radicó por una larga temporada y actualmente combina su residencia con Estados Unidos.
Sus obras han sido expuestas en importantes recintos de todo el orbe como la Galería Whitechapel de Londres, el Museo de Arte Moderno de México, el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, y el Cooper Union de Nueva York. En nuestro país son famosas su exposición Mariposa de obsidiana y su escultura monumental Mar Rojo.
En entrevista para Universo, compartió cómo llegó a México y la influencia que el arte prehispánico ha tenido en sus obras.
¿Cómo fue el nacimiento de su carrera artística?
Nunca dudé sobre aquello a lo que me iba a dedicar, ya que el gusto por la pintura me surgió desde muy pequeño. A los siete años comencé a dibujar escenas y personas, así como el entorno que las rodeaba; desde entonces no he dejado de producir arte.
¿Cómo es que llegó a México?
La razón por la cual llegué a este país es muy curiosa. Yo radicaba en París a los 21 años y en ese entonces como hasta hoy siempre he sido un gran lector, y es muy común que en mis ratos libres esté con la nariz metida en un libro. En esa etapa de mi vida llegó a mis manos el texto Bajo el volcán, de Malcolm Lowry, obra cuya trama transcurre en el Día de Muertos en la ciudad de Cuernavaca, y gracias a la cual quedé fascinado con la cultura mexicana.
En ese momento tenía la idea de buscar un país en el cual vivir y desarrollar mi arte, y este libro hizo que me decidiera por México.
A partir de su llegada a México, ¿el arte prehispánico ha influido en sus obras?
Llegué a la Ciudad de México en otoño de 1963, y un día mientras daba un paseo por la Avenida Juárez vi una muchedumbre que escoltaba una plataforma de doble remolque que avanzaba de una manera muy lenta. Al acercarme pude ver que se trataba de un monolito del dios Tláloc que era transportado desde un pueblo del norte del país al Museo de Antropología del bosque de Chapultepec. El público que seguía esta escultura lo hacía con mucho entusiasmo, lo cual era muy conmovedor; ése fue mi primer encuentro con el arte prehispánico mexicano.
A raíz de eso adquirí la costumbre de visitar el antiguo Museo de Antropología, ubicado atrás de Palacio Nacional; descubrir los vestigios de unas culturas que desconocía marcó mi devenir artístico.
Muchas personas dicen que no encuentran pinturas o esculturas prehispánicas dentro de mis obras, pero yo les explico que no las van a ver, ya que la influencia de éstas en mi arte viene de otro lado. Gracias a las obras prehispánicas comencé a apreciar las piezas de arte no por su belleza estética, sino por la magia que encierran.
El arte prehispánico me enseñó que una obra es un objeto mágico que contiene los poderes de su creador y cómo ésta puede comunicar emotiva e intelectualmente, y a la vez dialogar con un espectador. Esta visión del arte es completamente distinta a la que yo tenía.
Mariposa de obsidiana es una de sus exposiciones más representativas en México. ¿Cómo fue que surgió la idea para llevar a cabo esta muestra basada en un poema de Octavio Paz?
Un día, al platicar con Octavio Paz le comenté que deseaba realizar versiones contemporáneas de los viejos códices mexicanos y me expresó que le encantaría colaborar conmigo y que tenía un poema perfecto para ello.
Este texto resultó ser la elección perfecta para realizar una muestra de mis obras, las que plasmé en un códice que tenía la forma de un libro desplegado y contenía 70 imágenes entre pinturas, relieves, collages y esculturas; el poema fue para mí una veta muy rica a partir de la que produje mucha obra.
Esta muestra se estrenó en el Museo “Rufino Tamayo” en 1983 e incluyó una danza en la que los bailarines se movían al ritmo de la voz de Paz previamente grabada, por lo que los asistentes observaban la coreografía al tiempo que escuchaban la voz del escritor.
Otra obra representativa de usted es Mar Rojo, escultura monumental ubicada en el Centro Comunitario Judío “Maguén David” de la Ciudad de México. ¿Qué tan complicado fue adecuar esta obra al edificio?
La escultura Mar Rojo la realicé sobre un muro que tiene una característica muy especial: a lo largo de sus 45 metros de largo se encuentra bañado en luz que proviene de una claraboya que corre a lo largo del techo.
Al realizar la escultura decidí aprovechar esta luz que bañaba la pared para hacer un relieve que representara un juego de luces y sombras, utilicé un diseño que partía del centro, el cual es una analogía de la apertura del mar Rojo.
¿Qué es lo que busca mostrar al público que aprecia sus obras?
Todo arte es una comunicación, y lo que el artista intenta hacer con sus creaciones es dialogar con el público, que aunque sólo ve la culminación de las obras interviene de cierta forma en las mismas. Cada espectador tiene una visión distinta de las obras de arte y se lleva algo al apreciarlas, que es la intención final.
Hoy en día la gente se confunde ya que existen muchos estilos de arte como el conceptual, minimalista, abstracto o figurativo, por mencionar algunos, lo cual en ocasiones es muy confuso, pero a final de cuentas lo que todo artista busca es comunicar algo al público que debe descifrar y entender su lenguaje para disfrutar sus creaciones.
¿Qué es lo que le atrapó de México?
México es un gran país con una cultura formidable, muy distinta a la nación en la que crecí y me críe. Actualmente radico en México y Estados Unidos, aunque suelo pasar más tiempo en el primero.
Encuentro muy enriquecedor poder vivir distintas realidades, y una diferencia mayor entre México y el Reino Unido difícilmente se encuentra.
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