- Especialistas de la CEDUA, UAM y Oficina de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, participaron en la International Summer School 2024
- Pedro Arrojo advirtió que la tecnología no es la clave para resolver los principales problemas
Paola Cortés Pérez
Fotos: Luis Fernando Fernández
26/06/2024, Xalapa, Ver.- El papel de las ciencias sociales y las humanidades es fundamental en la promoción de una gestión sustentable del agua, enfatizó Judith Domínguez Serrano, investigadora del Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales (CEDUA) de El Colegio de México (Colmex), durante su participación en la International Summer School 2024, organizada por la Universidad Veracruzana (UV).
El evento, gestionado por la Dirección General de Relaciones Internacionales (DGRI) de esta casa de estudios, reúne a especialistas internacionales, investigadores, profesores y estudiantes, en la sala de videoconferencias de la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información (USBI) de la región Xalapa.
Como parte de las actividades se realizó el conversatorio “Crisis del agua y responsabilidad de las instituciones de educación superior (IES)”, en el que participaron: Judith Domínguez, del CEDUA-Colmex; Oscar Monroy Hermosillo, profesor de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Unidad Iztapalapa, y Pedro Arrojo Agudo, relator especial sobre los Derechos Humanos al Agua Potable y al Saneamiento de la Oficina de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
La moderación estuvo a cargo de Eric Pascal Houbron, de la Facultad de Ciencias Químicas de la UV, campus Orizaba.
Judith Domínguez señaló que lo más difícil en la promoción de la cultura de la conservación del agua es la labor social de convencimiento de las personas, comunidades y autoridades, ya que el mayor desafío es persuadirlos sobre la gravedad de la situación hídrica y la elaboración de programas.
“El convencimiento social de ahorrar el agua es muy complicado, aunque depende de las generaciones; por ejemplo, a las personas mayores les cuesta mucho trabajo porque crecieron en un entorno donde había agua.
”Son muy propicios los programas de cultura del agua a nivel primaria y secundaria, los niños y los jóvenes son más conscientes y propicios a entender y aceptar.”
Entonces, planteó que las facultades y los estudiantes de diversas carreras reorienten sus tesis hacia temas de investigación-acción hidrológicos.
Oscar Monroy, al responder sobre cómo las técnicas de ingeniería del agua pueden contribuir a la conservación y uso del recurso en las comunidades, enfatizó en la importancia de formar profesionales competentes en diversas áreas disciplinares y en aplicar tecnologías basadas en la naturaleza, para ello deben conocerse las necesidades principales de las comunidades.
“Está descartado llevar agua a las comunidades ubicadas en las partes altas porque es dónde se genera; entonces, tenemos que armarlos y prepararlos para captarla, almacenarla, potabilizarla, y luego darle un tratamiento adecuado para compartir con las comunidades que se localizan en zonas más bajas.”
En tanto, Pedro Arrojo advirtió que la tecnología no es la clave para resolver los principales problemas y hay expectativas fáciles de vender que desembocan en mayores demandas.
En cuanto a la colaboración entre las IES, gobiernos, grupos comunitarios y asociaciones civiles internacionales, en el tema particular del agua, dijo que el diálogo entre partes distintas o con intereses distintos equivale a una pérdida de tiempo, pues difícilmente habrá consenso.
“Cuando hay una asimetría de poder, el fuerte no dialoga con el débil; en ese contexto, la dificultad es compensar las asimetrías que tenemos en una sociedad civilizada.”
Oscar Monroy expresó: “Es más productivo y fácil entablar diálogo con las comunidades, así podríamos resolver el problema, a partir de los resultados nos acercamos al Estado para implementar mecanismos”.
Si un gobierno es inteligente se apoya en su universidad para generar estudios y tomar decisiones más informadas partiendo de los resultados obtenidos, esto le saldrá más barato económicamente, opinó Judith Domínguez.
“La universidad debe acercarse a las comunidades para ofrecerles capacitación en el manejo sustentable de las fuentes de agua, ya que ellos saben dónde se localizan y su comportamiento temporal.”
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