- El proyecto de investigación de Laura Leticia Castañeda Landa, quien cursa el Doctorado en Neuroetología, se enfoca en el desarrollo cognitivo de este grupo poblacional
- Trabaja en colaboración con estudiantes y profesores del plantel Conalep 162 de Xalapa
David Sandoval Rodríguez
Fotos: Instituto de Neuroetología
14/01/2025, Xalapa, Ver.- Atender de manera integral las problemáticas surgidas a causa de la pandemia por COVID-19, en particular las relacionadas con las y los jóvenes, es el origen de la investigación titulada “Cerebros en construcción: Factores de riesgo y el desarrollo de la cognición social en adolescentes”, proyecto de titulación del Doctorado en Neuroetología que realiza Laura Leticia Castañeda Landa en la Universidad Veracruzana (UV).
La universitaria, egresada de la Maestría del Instituto de Neuroetología de la UV, conversó junto con su directora del proyecto, la investigadora y académica del mismo organismo, Tamara Cibrián Llanderal, respecto a la importancia de brindar un enfoque de atención integral a esta población, analizando desde su campo disciplinar el impacto que a nivel cognitivo les produjo la pandemia.
Para realizar su investigación cuenta con el respaldo y apoyo de la comunidad académica y estudiantil del Consejo Nacional de Educación Profesional Técnica (Conalep) plantel 162 “Manuel Rivera Cambas”, ubicado en Xalapa, además del consentimiento e interés de los padres de familia.
Castañeda Landa precisó que el proyecto surge ante la necesidad de la población adolescente, que se considera un grupo vulnerable después de los efectos de la pandemia, dado que se observó un incremento en sintomatología de ansiedad y depresión, principalmente en jóvenes desde los 15 años hasta la adultez temprana.
“Nos interesa identificar cuáles son las sintomatologías principales que se presentan en los adolescentes y cómo establecer estrategias para poder intervenir, y de esta manera el proyecto contribuya al conocimiento en estas temáticas, bajo las circunstancias de la pandemia, pero además proveer una estrategia de tratamiento que sea accesible para los adolescentes en condición de vulnerabilidad”, explicó la doctorante.
Laura Leticia Castañeda recordó que la línea de investigación de Tamara Cibrián se ha enfocado en trabajar los comportamientos de cognición social, de habilidades cognitivas y afectivas que ya ha medido el equipo de trabajo en poblaciones de adultos o con otras sintomatologías post-COVID.
Por tal motivo, su proyecto se enfoca en estos factores y está articulado en dos fases: la primera –actualmente en curso– consiste en una serie de evaluaciones de cognición social, de salud mental y de las condiciones de riesgo en las que podrían estar los adolescentes.
“Esto ya nos da una idea de las problemáticas que pudieran presentarse, pero también nos permite –en la segunda etapa– hacer una intervención, es decir, diseñar un programa que precisamente esté enfocado en atender esta problemática o estos factores de riesgo que estamos detectando”, amplió la doctoranda.
La estudiante comentó que en los primeros datos recopilados se observa un incremento importante de la ansiedad en sintomatologías específicas, relacionadas a los contextos familiar, de amigos y al escolar, las tres esferas más importantes en su desarrollo.
“Ha sido un trabajo realmente integral que ha ocurrido por fases, en su mayoría con seres humanos menores de edad, aunque también hay alumnos que superan los 18 años de edad; la base siempre es la neuroetología, lo que está actuando a nivel cerebral, lo que estamos observando a nivel de la conducta y personal, pues el proyecto me permite integrarme en las diferentes actividades que finalmente nos forman como doctorantes”, expresó Laura Castañeda.
Por su parte, Cibrián Llanderal recordó que la adolescencia es un periodo crítico en donde hay modulaciones y modificaciones del sistema nervioso y del cerebro.
Precisó que desde la preadolescencia el cerebro se modifica, especializa, y se generan redes neurales que tienen que volverse mucho más eficientes y mucho más capaces; “además, son de utilidad durante todo nuestro proceso, tanto educativo como emocional, en todas nuestras capacidades cognitivas y ejecutivas, por ello es importante hacer una evaluación de sus capacidades sociales. La cognición social son todas estas habilidades o capacidades que tienen los individuos para reconocer e interpretar los signos sociales y de esta manera responder de manera adecuada”.
Indicó que el niño y el adolescente deben estar insertados en espacios sociales que cuenten con redes de apoyo, con condiciones que los motiven, que los acompañen y tengan lugares para divertirse, en particular durante la adolescencia, un periodo crítico en donde la socialización es sumamente importante.
Destacó que el plantel del Conalep ha prestado todas las facilidades para la investigación, “ha sido realmente una muy buena comunicación, un apoyo constante de parte de las autoridades del Conalep; hacer una colaboración de este tipo nos permite tanto a nosotros como a ellos conocer una realidad de la población con la que están trabajando y tener una idea más clara de cuáles son los factores importantes que se deben atender”.
Es por ello que, agradeció al Departamento de Psicología del plantel, que se ha mostrado sumamente participativo brindando todas las facilidades, al igual que su gestión con los padres de familia.
La académica resaltó que el protocolo de investigación del proyecto está aprobado por Comité de Ética en la Investigación y por el Comité de Investigación de la UV.
“El enfoque que se le está dando al proyecto –aunque tiene un componente importante de psicología– es desde la neuroetología; es decir, analizando cuáles son los procesos subyacentes a nivel del sistema nervioso y cómo estos pueden reflejarse en las conductas de los adolescentes. Las acciones que se hagan durante este periodo van a sumar o a restar de acuerdo con lo que vaya sucediendo en el largo plazo, en la adultez de estos jóvenes.”
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