Aníbal Carlos Zottele Allende
Xalapa, Ver. 15/11/2016.- El triunfo de Donald Trump es resultado de un creciente cuestionamiento a las políticas neoliberales que se convirtieron en el discurso único no sólo de los sectores conservadores del mundo. También la social democracia en sus distintas expresiones contribuyó al acervo de estas ideas y desarrolló, especialmente en Europa, programas de gobierno en los que se privilegió el remanido repertorio del Fondo Monetario Internacional y sus réplicas del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo, entre otros.
Esa estructura de pensamiento dominante desconoció que la base de las recurrentes crisis sistémicas se apoya en la creciente desigualdad en la distribución del ingreso y que sólo la presencia del estado puede alterar los grados de concentración del Producto Interno Bruto y del patrimonio.
¡Menos estado y más mercado! es la consigna que se impuso abrumadoramente mientras más sectores de la sociedad en las economías capitalistas desarrolladas y en vías de desarrollo ven alejarse la posibilidad de cumplir con algún sueño colectivo parecido al american way of life.
Pareció que las rebeliones griegas y sudamericanas iban al encuentro de la falacia de laissez-faire, pero un fuerte aparato represivo con su aval mediático ha atemperado provisoriamente los ímpetus nacionalistas y populares de esas regiones y han puesto a la defensiva a sus principales liderazgos con la complicidad de un sistema judicial corrupto y conservador.
Pero los fenómenos económicos y sus impactos sociales no se detienen porque provisoriamente sean eliminados de la agenda periodística.
La economía de EEUU a partir de las reglas impuestas desde varias décadas atrás e independientemente de ciertos matices se ha convertido en un laboratorio privilegiado de lo que es capaz de generar el capitalismo salvaje. Hasta el 2007-2008 el aparato financiero con su política de préstamos, especialmente notable en el sector de hipotecas, disimuló parcialmente un hecho incontrastable: el sueño americano sólo es posible si a cambio de ello se endeudan las futuras generaciones, llegó la etapa en la que pertenecer tiene un costo, una deuda creciente con los dueños del dinero.
Así es como cada vez más el salario del trabajador medio sólo pudo sustentar una parte de sus consumos, mientras los ingresos importantes que antes se dirigían al 1 por ciento de la población, ahora se concentran y en mayor magnitud absoluta y relativa, en el .5 por ciento de ése total.
Luego, el consumo que es una condición sine qua non para el funcionamiento del sistema, cada vez más se basó en la deuda privada de los de menor ingreso.
La secuela es conocida: hoy EEUU es un país con millones de pobres, que perdieron su propiedad recientemente, que no ven en los políticos tradicionales ninguna respuesta a su vida sobre rolling boxes a la vera de los caminos.
Entonces estas personas que como en otros lados de la tierra, como en el Reino Unido por ir muy cerca, no están preparadas para entender el daño que les causa el sistema depredador en el que viven y aprecian los discursos xenófobos que identifican el mal en su vecino, en el marginado (como ellos) de otro color o nacionalidad víctima también del mismo demonio irracional.
Pero ahora llegamos de nuevo a las ideas del Señor Donald que no sólo apuntan a echar a un montón de mexicanos, latinos, chinos y vietnamitas. Y el problema que es que el líder del nuevo mundo blanco debe ponerse a trabajar en alguno de los daños que provoca el sistema y que se va a encontrar con que desde “el vamos” tendrá una gran parte del aparato industrial y financiero (y de servicios) en la vereda de enfrente.
Va a ser una gran prueba a partir del 20 de enero ver cómo se mueve esta disputa interna. Que incluye además cambios en las estrategias internacionales, verbigracia Ucrania, el Oriente Medio y otros temas de alta sensibilidad mundial.
Por lo pronto, la oficina de Comercio del gobierno del presidente estadounidense Barack Obama decidió suspender sus esfuerzos para aprobar la firma del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por su sigla en inglés) antes de que asuma el mandatario electo Donald Trump. Con ello, además de la postura contraria a otros acuerdos comerciales del mandatario electo, dejan al TPP agónico, y su destino dependerá de Trump y los Republicanos.
Este giro en torno al TPP es de la mayor importancia porque de un plumazo, toda la estrategia anti china que las últimas tres administraciones elaboraron meticulosamente convenciendo países y poniendo a EEUU en la cima de la confiabilidad mundial se fueron al demonio. Es apenas un ejemplo del cambio de rumbo.
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