- El arqueólogo Omar Melo explicó que estas esculturas femeninas son un ejemplo de cómo las sociedades del México prehispánico percibían la muerte
- El MAX resguarda alrededor de una veintena de representaciones de la Cihuateteotl y 14 de ellas están en exhibición
Karina de la Paz Reyes Díaz
03/11/2017, Xalapa, Ver.- Fieles Difuntos, Todos Santos, Día de Muertos o Xantolo son sólo algunos de los nombres que recibe una fiesta producto del sincretismo de elementos mesoamericanos y europeos, pero era tal el culto que aquí se le tenía a la muerte en la época prehispánica que, por ejemplo, se divinizaba a las mujeres que perdían la vida en el parto y se les consideraba guerreras, explicó el curador del acervo Culturas del Centro del Museo de Antropología de Xalapa (MAX) de la Universidad Veracruzana (UV), Omar Melo Martínez.
“El trasfondo es tanto prehispánico como católico, por parte de los españoles. Aquí, en Mesoamérica, se celebraban diversos rituales dedicados a deidades y había una festividad que se realizaba en honor a los muertos.”
De aquel sincretismo es que nace la celebración que a la fecha perdura en México y, según la información de los cronistas de la Conquista, también ofrendaban elementos relacionados al difunto, así como alimentos (cacao, atoles y aves, entre otros).
Los elementos en aquellas ofrendas eran la luz o el fuego, (representadas con ramitas de ocote encendidas), el agua, el copal y otros en alusión a la tierra, tal es el caso de las frutas.
El Curador del Acervo Culturas del Centro del MAX explicó que en Mesoamérica los antiguos pueblos prehispánicos creían que la estructura del universo fue decidida por los dioses; por ello, los astros, la tierra y el hombre mismo, tenían un lugar determinado. Esa cosmovisión establecía tres planos o niveles: el supramundo, el plano terrenal y el inframundo. “Para ellos, en el primero y el último estaban los dioses, y en el terrenal las personas”.
Asimismo, pensaban que del ámbito terrenal partían los cuatro rumbos del universo, los cuales tenían una deidad regente e inclusive se les asociaba con un color determinado: al Este u Oriente, se le identificaba con algún dios relacionado a la fecundidad, la siembra o el agua, ya que se consideraba que era un lugar donde la tierra proporcionaba abundancia y fertilidad, su color era el rojo y tenía por símbolo una caña.
Al Norte, se le relacionaba con Tezcatlipoca y se asociaba con el color negro, este rumbo era la entrada al inframundo, morada de los muertos; su símbolo era un pedernal. Al Sur, lo relacionaban con Huitzilopochtli, dios solar y guerrero por excelencia; a este lugar llegaban los guerreros caídos en combate, se identificaba con el azul y su insignia era el conejo. El Oeste o Poniente, correspondía a Quetzalcoal, relacionándolo con el color blanco y se identificaba con Calli (Casa).
“Obviamente todo esto lo tenemos consignado por los cronistas y es difícil saber cuál era la creencia (específica) de los olmecas, por ejemplo, o de algún otro grupo cultural de ese momento; pero creo que tanto olmecas, teotihuacanos o toltecas, dejaron reminiscencias de su cosmovisión que al final retomaron los aztecas.”
Las mujeres divinizadas y guerreras
Omar Melo Martínez destacó que en el MAX de la UV es posible apreciar “cómo las sociedades prehispánicas percibían la muerte”, con la serie de piezas de barro que representan a Cihuateteotl, provenientes, principalmente, de El Zapotal, ubicado en el municipio de Ignacio de la Llave.
Cronistas como Bernal Díaz del Castillo dieron cuenta de estas mujeres-diosas, y las piezas que están bajo el resguardo del MAX, además de ser un claro ejemplo de cómo vivían y celebraban a la muerte en el México antiguo, son distintivas y únicas en el país, dada su manufactura de barro.
“Estas esculturas femeninas de tamaño natural son un rasgo típico del centro sur de Veracruz y representan a mujeres muertas en el parto. Al morir dando a luz se les consideraba guerreras, obteniendo con ello el derecho de acompañar al sol durante su trayecto por el firmamento”, indica la ficha informativa.
Añade que el conjunto de esculturas que se observan en esa sala “fueron encontradas en un adoratorio dedicado al dios Mictlantecutli, en el lado Oeste, región del cihuatlampa, y son consideradas Cihuateotl ya que los ojos cerrados y la boca abierta dan muestra que están muertas; las serpientes que llevan sobre su cintura representan la fertilidad y la bolsa de copal que portan sobre su brazo izquierdo indica que van purificando su caminar”.
Se trata de un “claro e interesante” ejemplo de la celebración a la muerte y el hallazgo se dio en la década de 1970, precisó el entrevistado. “Afortunadamente llegó gente de la UV (arqueólogos como Manuel Torres Guzmán y Ramón Arellanos) y también del Instituto Nacional de Antropología e Historia, quienes lograron generar temporadas de excavación en las cuales encontraron un gran adoratorio a Mictlantecutli y al frente precisamente estaban estas mujeres en línea, mirándolo”.
El MAX está abierto al público de martes a domingo de 9:00 a 17:00 horas. Para mayor información llamar al teléfono (228) 8150920 o en el Facebook Museo de Antropología de Xalapa.
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