- Mientras el Mercosur suspendió de manera indefinida a Venezuela por “ruptura del orden democrático”, en la OEA no se logró la mayoría para el mismo fin, señaló el académico de la Universidad de la República de Uruguay
“En el ámbito multilateral, es decir Naciones Unidas, no hay una sola mención a la democracia; no es una forma de gobierno obligatoria en el derecho internacional público”: Alejandro Pastori
Karina de la Paz Reyes Díaz
21/03/2018, Xalapa, Ver.- Alejandro Pastori, de la Universidad de la República de Uruguay, destacó que en el contexto internacional el hecho de que un país cumpla con todos los indicadores para ser calificado como democrático no es garantía de que también prevalezca el respeto a los derechos humanos.
El académico presentó la conferencia magistral “La democracia como obligación jurídica internacional: ¿garantía de legalidad institucional o insoportable levedad del derecho internacional?”, el viernes 16 de marzo en el Aula Magna “Guillermo Ortiz Mayagoitia” de la Facultad de Derecho de la Universidad Veracruzana (UV).
“Desde el derecho internacional público, ¿existe un criterio único de democracia universal?, ¿están todos los estados de acuerdo en lo que es ‘democracia’?, ¿hay conjuntos de estados que están de acuerdo en lo que es ‘democracia’ y otros no? Para algunos estados quizá no tiene valor la democracia”, planteó.
A manera de demostrar que a nivel internacional no existe un criterio único de democracia, detalló cláusulas sobre el tema en tratados como el del Mercado Común del Sur (MercoSur), Unión de Naciones Suramericanas (UnaSur), la Alianza del Pacífico, las Organizaciones de los Estados Americanos (OEA), incluso citó a la Unión Europea.
“Si nos atenemos a la normativa internacional y vamos de la más general a la más particular, lo advertimos muy claramente. En el ámbito multilateral, es decir Naciones Unidas, no hay una sola mención a la democracia; no es una forma de gobierno obligatoria en el derecho internacional público; no hay norma general que nos obligue a adoptar un régimen democrático.”
Incluso criticó: “Existen demasiados tratados con obligaciones internacionales de ser democráticos, pero no existe claridad en cuanto a la definición de serlo”.
Para muestra, un ejemplo: mientras los ministros de relaciones exteriores del Mercosur decidieron suspender de manera indefinida a Venezuela por “ruptura del orden democrático”, en la OEA no se logró la mayoría por el mismo fin; esto quiere decir que para algunos países allá hay democracia y para otros no.
Además, cuestionó la eficacia de las sanciones que se aplican por la “ruptura del orden democrático”; continuó con el ejemplo y cuestionó: “¿Ha cambiado algo en Venezuela por la sanción (entiéndanse salida) del Mercosur?, da la impresión de que no”.
Por otro lado, planteó la interconexión entre democracia y derechos humanos, toda vez que es “bastante difícil” sostener que un país es democrático por el hecho de que en él se desarrollan procesos electorales, si a la vez no existen todas las garantías de respeto a los derechos humanos.
A propósito de ello citó a Singapur y China, países donde tienen un partido único que siempre gana las alecciones, no obstante son potencia mundial en varios índices de desarrollo. “¿Alguien dice algo? Nadie. Todo el mundo dice ‘¡qué lindo sería ir a vivir a Singapur!’, ahí, donde está prohibido fumar y los derechos del fumador no son respetados”.
Para el uruguayo son otras concepciones respecto de los valores que deben prevalecer en la sociedad y “de eso se trata cuando se habla de democracia material y sustancial”, pues mientras para el mundo occidental la libertad de expresión es básica, no es así en todo el mundo.
“Quizá para el modelo asiático el orden, la estabilidad, tranquilidad y seguridad son valores mucho más importantes que los que para nosotros conforman nuestra democracia.”
Es más, los hay en el norte de África y Medio Oriente donde las sociedades se rigen por la “voz de Dios” es primero y la del pueblo después. “¿Podemos exportar la democracia occidental en países donde el orden de los factores en importancia es otro?”.
En ese sentido, recalcó que el modelo democrático occidental no es aplicable en todos los países, lo que sí debería ser así es el respeto a los derechos humanos:
“La democracia no asegura el respeto de los derechos humanos; lo que sí parece es a la inversa: el respeto a los derechos humanos parece florecer mucho más en gobiernos que provienen de regímenes democráticos. En realidad, van juntos pero pueden no ir, depende de la sociedad en que estemos y la situación particular.”
A manera de conclusión, se pronunció por trabajar a favor de la democracia, pero con criterio y sentido común a la hora de definir a qué se refiere, y al aplicar sanciones a los países que no se sujetan.
“No dejemos librado al poder político la determinación de la democracia con tanta discrecionalidad”, subrayó el académico y propuso que en las cláusulas sobre el tema –en los diferentes tratados internaciones– exista la figura de un tribunal independiente.
Para muestra citó el caso de Brasil, donde destituyeron a la presidenta Dilma Rousseff. “Fue un proceso cuestionado, ¿estuvo bien?, ¿fue democrático?, no se planteó en el Mercosur, en la OEA ni en la UnaSur”.
En la conferencia le acompañaron el director general del Área Académica de Humanidades, José Luis Martínez Suárez; el director de la Facultad de Derecho, José Luis Cuevas Gayosso, y el representante de la UV en la Ciudad de México, José Sadot Rivera Banuet.
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