- Colaboran en el Proyecto Arqueológico Usumacinta Medio
- Destacaron la formación recibida en la institución
Karina de la Paz Reyes Díaz
14/11/2021, Xalapa, Ver.- Melina García Hernández y Miguel García Mollinedo, egresados de la Licenciatura en Arqueología de la Universidad Veracruzana (UV), son parte del equipo multidisciplinario e internacional que conforma el Proyecto Arqueológico Usumacinta Medio (PAUM), cuyos más recientes resultados de investigación informan que a través de un mapeo láser aéreo en Tabasco y Veracruz, descubrieron cerca de 500 sitios tempranos, lo cual transforma la teoría sobre los orígenes de las civilizaciones mesoamericanas.
Ellos se incorporaron al proyecto en 2018, cuando se desarrolló la segunda temporada de campo. A la fecha continúan siendo parte y, más aún, sus investigaciones de posgrado están asociadas a éste. Melina es estudiante de la Maestría en Estudios Mesoamericanos, mientras Miguel lo es del programa de Antropología, ambos adscritos a entidades de la Universidad Nacional Autónoma de México.
En junio del año pasado el PAUM dio cuenta del descubrimiento de la estructura maya de mayores dimensiones y más antigua hasta el momento registrada, ubicada en el sitio de Aguada Fénix, en Tabasco, próximo a la frontera con Guatemala. De ello se dio seguimiento en Universo. Sistema de noticias de la UV.
Los trabajos han continuado y el 25 de octubre publicaron el artículo “Orígenes y difusión de complejos ceremoniales formales en las regiones olmeca y maya revelados por LIDAR aerotransportado” en la revista científica Nature Human Behaviou.
En el área de estudio, que abarca unos 85 mil kilómetros cuadrados, identificaron una serie de complejos arquitectónicos similares; por ejemplo, el patrón Usumacinta Formativo Medio (UFM), mejor conocido por ser el que se presenta en Aguada Fénix, también observaron los del tipo Chiapas Formativo Medio (CFM), Golfo Formativo Medio (GFM), Veracruz Ceremonial (VC) y del patrón rectangular.
En el artículo, el equipo internacional de investigadores dirigido por Takeshi Inomata y Daniela Triadan, de la Escuela de Antropología de la Universidad de Arizona, Estados Unidos, plantea que a través del análisis de mapeo láser aerotransportado o LIDAR (Laser Imaging Detection and Ranging), descubrieron 478 centros ceremoniales en Tabasco y Veracruz, toda vez que se trata de tecnología que permite identificar formas tridimensionales del suelo y sitios arqueológicos penetrando la vegetación.
La mayoría de éstos probablemente datan de 1100-400 años a. C., varios siglos antes del apogeo de la civilización maya en el período Clásico (250-950 d.C.).
Tales descubrimientos “transforman la comprensión de los académicos sobre los orígenes de las civilizaciones mesoamericanas, en particular sobre la relación entre las culturas olmeca y maya”, sostienen en un comunicado.
El estudio se realizó con la autorización del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y utilizó datos públicos generados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), lo que les permitió cubrir un área ya citada, de 85 mil kilómetros cuadrados. A decir del equipo científico, es “el estudio arqueológico de LIDAR más extenso realizado en Mesoamérica”.
Una teoría de interacción, a través de la región del Istmo
Uno de los planteamientos del estudio es que el prototipo de estos complejos estandarizados se desarrolló en el antiguo centro olmeca de San Lorenzo, entre los años 1400 a 1000 a.C., toda vez que ahí detectaron –con LIDAR– una forma rectangular no reconocida previamente.
El planteamiento, añadió Miguel, es que en Mesoamérica surgen características sociales tempranas en diferentes regiones y mientras en la costa del Golfo son las plazas rectangulares –cuyos prototipos se originaron en el centro olmeca de San Lorenzo–, en la costa del Pacífico y cuenca del Grijalva fueron los basamentos piramidales y conjuntos que denominaron Grupos E.
“Lo interesante es que estas dos innovaciones, de diferentes regiones, coinciden en un estilo arquitectónico en el Usumacinta. Lo que tenemos es una teoría de interacción, a través de la región del Istmo, área que comprende la parte sur de la costa del Golfo, la sección central de Chiapas y el sur de la costa del Pacífico.”
De las tantas interrogantes está la que versa sobre la delimitación del área, pues hacen falta estudios en el territorio que ya pertenece al vecino país de Guatemala, así como en el estado de Chiapas, por citar dos.
“No tenemos seguridad de hasta dónde hay conjuntos de este tipo. Tal vez en futuras investigaciones, con otros datos de LIDAR o si se contrasta con los de otros arqueólogos, se puede definir más hasta qué áreas se está abarcando. Esto nos daría una idea más completa del comportamiento de los conjuntos, hasta dónde se extendieron y cuántas otras tradiciones se están conjuntando”, dijo Melina.
Pero hay un contraste que pone en evidencia el citado estudio: Mientras San Lorenzo tenía una organización jerárquica –como lo demuestran las esculturas de cabezas colosales, que probablemente representan gobernantes–, quienes construyeron los sitios estandarizados recientemente identificados probablemente no tuvieron una marcada desigualdad social.
Si bien tanto San Lorenzo como Aguada Fénix son sitios que evidencian mucha inversión de trabajo, en el primer caso se ha constatado la organización jerárquica y el beneficio para un individuo, mientras en el segundo se plantea un bien común, con una gran plaza a la que le caben alrededor de 100 mil personas, detalló Miguel.
De acuerdo con el grupo científico, en general las enormes construcciones realizadas por esos grupos no jerárquicos obligan a los investigadores a repensar cómo se desarrollaron las primeras civilizaciones.
Suponen que los complejos estandarizados en esta área fueron abandonados después del 400 a.C., pero algunos de sus elementos los adoptaron los centros mayas posteriores.
Para Melina, al tratarse de una investigación inicial, cada vez surgen más interrogantes, como la cronología de cada sitio y los procesos de construcción de los mismos.
Miguel también hizo énfasis en la necesidad de saber más de la cronología, toda vez que actualmente tienen datos de excavación de cinco sitios, cuando en la zona del Usumacinta Medio hay alrededor de 80.
Ambos mostraron su satisfacción por la formación profesional recibida en el programa educativo de Arqueología, adscrito a la Facultad de Antropología de la UV, y que les permite ser parte de un equipo científico internacional.
“Lo que más impacta sobre nosotros, sobre nuestra formación como arqueólogos, es el hecho de que tenemos mucho trabajo de campo durante la licenciatura. Hacemos investigación inicial, recorridos, análisis de los materiales, excavaciones. Entonces, cuando salimos, al trabajar en nuestra disciplina, hay pocas cosas de la metodología arqueológica que no sabemos. Estamos formados para salir y trabajar como tal”, dijo orgulloso Miguel.
Además, como la institución está centrada en trabajar los sitios arqueológicos regionales, tanto Miguel como Melina se involucraron en investigaciones que se realizan en sitios olmecas del sur de la entidad, lo que les proveyó de una formación en el periodo preclásico.
A ello se suman experiencias externas a las dadas por la Facultad, experiencia en instancias que trabajan con la UV, como el Museo de Antropología de Xalapa y el Instituto de Antropología, además de intervenciones en salvamentos o labores en proyectos de investigadores nacionales y extranjeros en diferentes puntos del país.
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