- Estudiante de Ingeniería Mecánica se sobrepone a las carencias
- “Como mujeres, no debemos encasillarnos. Podemos destacar en lo que sea”, aseguró
- Por sus estudios, ha trabajado, cambió de carrera para disminuir costos y siempre tiene en mente el esfuerzo de sus padres
Claudia Peralta Vázquez
Sobresalir en un área en la que normalmente impera la población masculina ha sido uno de los grandes retos de Brianda Estefanía Centeno Mireles, estudiante del séptimo semestre de Ingeniería Mecánica de la Universidad Veracruzana (UV), quien expresó que la condición de género no es una limitante para innovar en cualquier ámbito que uno se proponga.
La universitaria es originaria del municipio de Acayucan, ubicado al sur del estado de Veracruz, tiene 25 años de edad y es una de las 10 mujeres que estudia Ingeniería Mecánica en una generación integrada por 65 alumnos.
“Es muy importante valorarnos como mujeres y saber que podemos hacer lo mismo que los hombres, en estos tiempos no debemos encasillarnos, bien podemos destacar en cualquier cosa, siempre hay que salir adelante.”
Para ella el estudio siempre fue un peregrinar, y no por carecer de iniciativa, sino por la falta de recursos económicos que limitaban esa posibilidad cada vez que su padre perdía el empleo de forma temporal.
Brianda compartió que para concluir su educación de nivel básico ella vendía dulces en la escuela y su mamá la apoyaba con lo que ganaba cosiendo (vestidos) para otras personas.
El problema fue al ingresar al cuarto semestre de la carrera de Ingeniería Petrolera en el campus Coatzacoalcos, cuando su padre nuevamente perdió su empleo de manera indefinida, truncando así sus sueños de llegar a ser una profesionista.
Por esa razón, decidió darse de baja de la escuela y reincorporarse dos años después pero en la carrera de Ingeniería Mecánica, en la ciudad de Xalapa, donde las rentas y alimentos tienen un costo menor para los estudiantes, en comparación con otros lugares, dijo la universitaria.
“Me gusta ser diferente del resto de las personas, por eso elegí una carrera que sea algo nuevo y que no haya muchas mujeres en esa área. Por ejemplo, para mí ha sido muy complicado –mas no imposible– aprender a soldar, por lo general son los hombres quienes se encargan de ese tipo de cosas, así como manejar un torno o una fresadora”, resaltó durante la entrevista.
El campo laboral de esta carrera es la industria, porque ahí siempre se necesita de un ingeniero mecánico para maniobrar cualquier tipo de artefactos, desde los más simples hasta tornos, máquinas para automatizar y soldar.
No obstante, desde el principio no tuvo otra opción que buscar empleo para cubrir sus gastos escolares y de alimentación, ya que su padre volvió a conseguir trabajo pero con un ingreso menor que el anterior.
Primero se desempeñó como hostess o anfitriona en un restaurante, donde cubría un horario de 20:00 a 2:00 horas, y por las mañanas acudía a la Facultad.
“Ahí me pagaban 100 pesos diarios, a veces me daban propina para los taxis. Sólo aguanté tres meses pues el horario era muy pesado.”
Después se dedicó a realizar rifas y tandas con el apoyo de los compañeros de su escuela.
“También trabajé como telefonista en una agencia de viajes y como demostradora de productos en supermercados; con ese dinero me ayudaba para mis comidas, cosas de la escuela y trabajos, mientras que mi papá me enviaba dinero para renta e inscripción.”
Para Brianda, sus maestros han representado un respaldo igual de importante que el de su familia, toda vez que al notar el esfuerzo e inquietud de la joven por salir adelante, la han impulsado para obtener alguna beca o apoyo.
Uno de éstos consistió en elaborar un proyecto para la construcción de un amortiguador. En otra ocasión le propusieron ingresar como estudiante de apoyo de la UV, a cambio de una contribución económica mensual de 750 pesos.
“Vieron que me gusta mucho mi carrera y salió de ellos brindarme esa ayuda, dijeron que no era necesario que buscara trabajo si podían otorgarme una oportunidad dentro de la escuela y así no descuidar mis estudios.”
Brianda destacó que durante el presente año ha realizado estancias estudiantiles en Morelia, Michoacán, y Guadalajara, Jalisco. En la primera, participó en un curso sobre metales y metalurgia, en la Escuela Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
Y hace apenas dos semanas estuvo en una escuela especializada en microtribología, donde tomó un curso taller sobre tribología, ciencia que se encarga del estudio de la corrosión, fricción y desgaste de las máquinas. Sus gastos fueron cubiertos por la Red de Tribología, misma que fue organizadora del evento mencionado.
“Esta área me ha abierto muchas puertas porque hice mi servicio social en el Laboratorio de Tribología de la Facultad de Mecánica. Ahora que estoy a punto de concluir mi carrera, quiero realizar algún estudio de posgrado”, agregó.
Esta idea la atribuye a la satisfacción que dejaron en ella los cursos en los cuales participó. Tan sólo en el de Morelia, comentó que un especialista de una universidad sueca la invitó abiertamente a viajar a ese país para efectuar una estancia académica.
Subrayó que aunque se trata de una propuesta muy interesante, considera que antes debe terminar la carrera y dominar bien el idioma inglés, porque es una herramienta básica que le abrirá más puertas.
Al concluir la entrevista, compartió que ha recorrido un camino muy difícil, pero es parte de las enseñanzas de la vida.
“Mi papá sabe que el esfuerzo que ha hecho rendirá frutos en algún momento. Todo lo que obtienes a base de esfuerzo te deja mayor satisfacción”, puntualizó.
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