- El libro La iluminación natural y artificial en edificaciones y espacios abiertos es parte de su legado
- Los arquitectos deben ser versátiles y comprometerse con la disciplina, expresó
Karina de la Paz Reyes Díaz
20/02/2020, Xalapa, Ver.-“Siempre fui un profesor muy exigente, ésa ha sido una de mis características, mi motivo fue trabajar como realmente se hace en el campo profesional”, expresó Enrique Salazar Martínez al hablar sobre sus 47 años como docente de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Veracruzana (UV).
En entrevista con Universo, a propósito de su jubilación, recordó su incorporación a la Facultad como maestro adjunto, una suerte de ayudante que hacía el pase de lista y recogía los trabajos de los estudiantes, entre otras actividades.
Con el tiempo, y de acuerdo a los lineamientos correspondientes, se convirtió en maestro por horas, de medio tiempo y, en 1999, de tiempo completo.
“Poco a poco fui estudiando otras cosas: diplomado, especialización y una maestría. Eso me dio la oportunidad de figurar como profesor de tiempo completo.”
Ese grado de exigencia tenía la finalidad de que las cosas «se hicieran bien y con el justo compromiso», insistió.
Enrique Salazar envió un mensaje a la comunidad estudiantil de Arquitectura y a las generaciones venideras: “Tengan más compromiso consigo mismos y con la sociedad. Hay muchos distractores y algunos jóvenes necesitan ubicarse más. Esta disciplina es ardua, difícil y áspera, pero al fin y al cabo siempre nos deja una satisfacción”.
De acuerdo con el académico, el país requiere más estudios respecto al diseño arquitectónico, toda vez que se hacen construcciones que no son acordes a las necesidades sociales. Como ejemplo citó la casa de interés social: “No está resuelta, es un cobijo nada más, no permite satisfacer ciertas necesidades, como la privacidad. En una casita de 55 metros cuadrados para una familia de cinco personas, no se logra tener la privacidad que requieren los niños o los adolescentes”.
Quizá, dijo, “estamos en la época en que nada más construimos y no hacemos realmente arquitectura”.
Enrique Salazar ha dedicado cuatro décadas de su vida profesional a las instalaciones hidráulicas, sanitarias, eléctricas, de aire acondicionado y gas, lo que le ha merecido un amplio reconocimiento en el gremio arquitectónico y le ha permitido poner en práctica sus conocimientos en muchos lugares del país.
En su honor, el Taller D-103 de la Facultad de Arquitectura lleva su nombre y el 12 de febrero se presentó el libro La iluminación natural y artificial en edificaciones y espacios abiertos, que el homenajeado realizó en coautoría con Bertha Salazar Martínez y Luis Arturo Vázquez Honorato, integrantes del cuerpo académico (CA) Cultura del Hábitat.
El libro compila una parte de los documentos e información que Enrique Salazar posee sobre el tema. “Aunque ya estoy fuera de la escuela, seguiré trabajándolo”, adelantó.
Sobre el libro, mencionó que tiene el propósito de servir como guía a los estudiantes de Arquitectura, porque es acorde al programa de estudios, pero también busca propiciar la autoconstrucción.
Cabe destacar que La iluminación natural y artificial en edificaciones y espacios abiertos cuenta con reconocimiento ISBN y es un apoyo importante para los estudiantes en la comprensión y diseño de instalaciones.
“Soy una persona muy técnica, no me olvido nunca de la arquitectura, me gusta mucho el diseño arquitectónico, siempre he hecho cosas diferentes. No tengo un machote para mis diseños, voy cambiando, aprendí técnicas para diseñar y eso es lo que quise transmitir a los alumnos. Los arquitectos debemos ser versátiles, no siempre hay trabajo de diseño o de construcción y hay que hacer lo necesario en su momento.”
Categorías: General