- Juan José Romero Zúñiga, de la Universidad Nacional de ese país, participó en el Día Mundial de la Estadística, organizado por la UV
Karina de la Paz Reyes Díaz
24/10/2020, Xalapa, Ver.- Para Juan José Romero Zúñiga, de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Nacional de Costa Rica (UNCR), son urgentes y necesarios mejores y mayores datos que posibiliten la inteligencia epidemiológica, en el contexto de la pandemia por Covid-19.
“La epidemiología es prácticamente transversal a todos los elementos de nuestra vida, como lo es la estadística; de hecho, la epidemiología es una disciplina científica con altísima dependencia de la estadística”, dijo el investigador.
Así lo expresó al participar en el Día Mundial de la Estadística, celebrado por estudiantes, académicos e investigadores de la Especialización en Métodos Estadísticos, la Especialización en Estudios de Opinión y la Facultad de Estadística e Informática de la Universidad Veracruzana (UV) el 20 de octubre.
La penúltima actividad virtual de este ejercicio fue la conferencia “El valor de los datos en el análisis de la situación de Covid-19, en Costa Rica”, a cargo de Juan José Romero, quien dijo que en el caso de su país el sistema pre-epidemia no fue suficiente en la epidemia y no se aprovechó el tiempo para hacer adaptaciones mínimas necesarias.
De acuerdo con él, la incapacidad produjo importantes dificultades en la gestión de la información y de la logística, con relevantes efectos en diversos ámbitos de sectores del gobierno –planificación, económicas, físicas y psicológicas en el personal del sistema de salud.
Su investigación la fundamentó en el aforismo de J.J. Romero-Zúñiga “El dato es el dato”, en el sentido de que no puede ser sustituido por ningún otro. De él, también citó y explicó con creces uno más: “Mejor decidir por corazonada que con datos espurios”.
Habló de la inteligencia epidemiológica y su importancia; del estado actual de la epidemia por Covid-19 en Costa Rica (97 mil 75 casos, mil 204 muertes y 59 mil 580 recuperados al 19 de octubre); de las dos fases que identifica, “las dos realidades con los datos”, pues por un lado se dio una vigilancia pasiva-reactiva en toda la epidemia (una vez que una persona que daba positivo a la prueba, se procedía a identificar con quiénes había convivido, como posibles contagiados); y por otro, la vigilancia activa a partir del final de la primera fase e inicio de la segunda (que consistió en que desde el sistema de salud se fuera directo a la búsqueda de personas contagiadas).
El especialista también habló de los elementos negativos que ha identificado en Costa Rica: un sistema de vigilancia pasivo por mucho tiempo en buena parte del territorio nacional, lo cual no ha permitido tener una mejor idea de la cantidad y las características de los casos; así como problemas de capacidad de gestión de las muestras de sangre diarias por parte de los laboratorios oficiales, es decir, rezago de días en los reportes de los resultados.
Ello, dijo, afecta la construcción de estadísticas básicas para la toma de decisiones y ofrece datos espurios para hacer modelos y proyecciones.
Además, los entes oficiales han persistido en la presentación de datos no estrictamente ajustados de la realidad; no ha habido claridad ni sinceridad en la debilidad de los datos, tanto en su origen como en su análisis. Es más, “han inducido a que la prensa reproduzca datos alejados de la realidad o, en el mejor de los casos, de muy pobre relevancia”.
Incluso, la toma de decisiones se ha basado en los datos surgidos de los sistemas de información previamente existentes y modificados para atender la pandemia.
Por ello es que el académico planteó la necesidad de mejores y mayores datos, que posibiliten la inteligencia epidemiológica, a grado tal que los consideró “urgentes”.
“Entonces, ¿cuánto creerle a un dato? Sin duda, ‘el dato es el dato’ ”, concluyó el conferencista.
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