- Dentro del conversatorio “Agroecologías interculturales en Veracruz y en América Latina
- Intervinieron ponentes de México, Colombia, España, Bolivia y Uruguay
Claudia Peralta Vázquez
Fotos: Luis Fernando Fernández Carrillo
22/06/2022, Xalapa, Ver.- Especialistas de México, Uruguay, Bolivia, Colombia y España dialogaron en torno a las prácticas bioculturales vivas en agroecología, dentro del conversatorio “Agroecologías interculturales en Veracruz y en América Latina”.
Organizado por la Universidad Veracruzana Intercultural (UV-Intercultural) y el grupo de trabajo (GT) Agroecología Política del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), el foro contó con la participación de Georgina Catacora, presidenta de la Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología, con sede en Bolivia.
También participaron María Inés Gazzano, co-coordinadora del GT Agroecología Política de Clacso, en Uruguay; Manuel González de Molina, catedrático de la Universidad “Pablo Olavide” de Sevilla, España; y Javier Tobar, coordinador de la Maestría en Estudios Interdisciplinarios del Desarrollo de la Universidad del Cauca, Colombia.
El conversatorio, moderado por Juliana Merçon, tuvo lugar en el auditorio de la UV-Intercultural, en Xalapa, y fue transmitido a través de Zoom a docentes y estudiantes de las sedes: Huasteca, Totonacapan, Grandes Montañas y Las Selvas.
Por vía remota, Daniel Bello López, director de la UV-Intercultural, dio la bienvenida a los participantes y celebró que eventos como éste amplíen los horizontes en torno a la agroecología, sustentabilidad y derechos humanos.
Humberto Hernández Eslava, coordinador de la Licenciatura en Agroecología y Soberanía Alimentaria, dio una introducción sobre este programa educativo que desde 2021 se imparte en la sede Xalapa; en Las Selvas y Huasteca, a partir de 2022.
Javier Tobar opinó que las universidades se han construido bajo un paradigma disciplinar dejando de lado la diversidad epistémica.
“Países como México, Colombia y América Latina somos una potencia epistémica en la medida de que hay una diversidad de saberes, sentires, estéticas, artes y pensamiento.”
Por ello, una nueva formación tendría que ver con el reconocimiento y diálogo de esas epistemologías del cosmos vivo, que son milenarias y que están en los territorios, en los ríos, en las selvas y el mar. “Esas epistemologías son vivas porque están ahí”.
Ése es un gran reto para las universidades campesinas, indígenas e interculturales, el de superar el paradigma disciplinar para avanzar hacia uno interepistémico, pluriepistémico e intercultural, agregó.
Georgina Catacora, docente de una unidad académica campesina, comentó que sin duda las naciones indígenas manejan el sistema socioecológico de manera más consciente.
Todos estos atributos no sólo son únicos de los pueblos indígenas y comunidades locales campesinas, sino también de quienes pescan o recolectan. “Por ejemplo, nosotros mismos también lo hacemos, sólo que quizá hemos perdido esa consciencia”.
Dijo que los elementos del legado biocultural que han sido priorizados se llevan a la práctica de la investigación, pero también tienen una relevancia importante en la organización del territorio, diseño de políticas comunitarias o a mayores escalas.
Por su parte, María Inés Gazzano se refirió a la gran revuelta epistemológica que debe plantearse en los centros de estudio dentro del contexto actual de crisis civilizatorias, del fuerte impacto ambiental, económico, político y cultural.
“Es en ese contexto en el cual nosotros enseñamos o intentamos hacer un diálogo de conocimientos de procesos de aprendizaje, pero que tiene un sentido de cambiar las cosas.”
Enseguida, Manuel González de Molina resaltó que la agroecología lleva reivindicando sus principios, diálogo de saberes y la importancia de las culturas y el conocimiento tradicional, asociado a la solución de la crisis ambiental en el campo, la agricultura y la alimentación.
“El conocimiento tradicional implica el rechazo central a la agricultura industrial en todos los niveles, y significa que las soluciones técnicas tienen que basarse necesariamente en aquellas prácticas que han estado adaptadas a las propias dinámicas de los agroecosistemas.”
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