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Instituto de Antropología UV reúne a especialistas en alimentación

  • Es sede del III Congreso Internacional Alimentación en México y América Latina, hasta el 4 de abril 
  • “La lucha contra el hambre no es necesariamente contra la desigualdad”, afirmó investigador de la Universidad Nacional de Quilmes, Argentina 

 

Yamilé Lira López inauguró el III Congreso Internacional Alimentación en México y América Latina “En búsqueda de alternativas saludables y sostenibles”

José Luis Couttolenc Soto 

Fotos: Luis Fernando Fernández, foto 3 cortesía Luis Blacha 

03/04/2025, Xalapa, Ver.- El Instituto de Antropología de la Universidad Veracruzana (UV) alberga a especialistas que en un diálogo con sus pares de esta casa de estudios, del país y el extranjero, abordan temas relacionados con la problemática alimentaria de México y América Latina (AL), y proponen alternativas para su posible solución. 

Yamilé Lira López, directora del instituto anfitrión, expresó lo anterior al inicio del III Congreso Internacional Alimentación en México y América Latina “En búsqueda de alternativas saludables y sostenibles”, evento académico que se realiza del 2 al 4 de abril en modalidad híbrida en la sala de videoconferencias de la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información (USBI). 

 

La lucha contra el hambre no es la lucha contra la desigualdad, destacó Luis Blacha, profesor investigador de la Universidad Nacional de Quilmes, Argentina

 

La lucha es contra el hambre, no la desigualdad 

 Luis Blacha, profesor investigador de la Universidad Nacional de Quilmes, Argentina, impartió la primera ponencia y señaló que hay soluciones alimentarias inclusivas y otras excluyentes, lo que lleva a asegurar que “la lucha contra el hambre no es necesariamente contra la desigualdad”. 

Director del proyecto I+D “El poder de la dieta: Una respuesta sociológica a las desigualdades nutricionales. El caso de la Súper Sopa en un contexto obesogénico”, el investigador compartió su trabajo “Soluciones alimentarias para la inclusión social, herramientas teóricas, análisis de caso y perspectivas para su planificación”. 

Comentó que las tecnologías, no como artefactos sino como procesos y formas de organización, no funcionan por sí mismas, son algo construido que se adopta y adapta para el estudio de los alimentos y los residuos; “el problema del hambre es entendido como la carencia de alimentos y su solución está vinculada con la oferta de ellos, por eso quien define el problema determina para quién es la solución”. 

Expuso que hay al menos tres niveles de análisis del pensamiento alimenticio: los de tecnologías artefactuales (permiten crear objetos que modifican la forma de vida de las personas); la cocina; y los alimentos humanos que generan un conjunto de saberes sobre su preparación.

 

Hay soluciones alimentarias que son inclusivas y otras son excluyentes

 

Las tecnologías de procesos y formas de organización, agregó, están orientadas directa o indirectamente a resolver problemas de hambre y malnutrición; una solución alimentaria puede ser desde una banana hasta una harina enriquecida, también puede ser una cooperativa que permita acceder a alimentos más baratos o más nutritivos, así como una política pública. 

También puede ser un sistema de infraestructura, tendido de red eléctrica, agua potable, una carretera, todo en su conjunto pueden ser soluciones alimentarias directas o indirectas, porque tienen como objetivo atender el hambre y la malnutrición, que igual que los alimentos, se construyen a partir del vínculo entre actores sociales, artefactos y sistemas tecnológicos. 

El profesor investigador refirió que la solución alimentaria está orientada al hambre, a la inexigibilidad total o parcial a los alimentos como característica sistémica, no como falla ni contracara, sino como parte del sistema alimentario, de su funcionamiento, de la carencia absoluta o relativa de alimento, como una forma de desigualdad social. 

Consideró que el problema del hambre se resuelve con la industrialización que permite bajar costos, genera una situación de abundancia cotidiana, pero termina remplazando alimentos nutritivos por un pequeño conjunto de otros que parecen empezar a ser productivos, pero que no resuelven el problema.