- A nivel global las instituciones religiosas se han mundanizado y evidenciado su desapego de los valores que las crearon, expresó el especialista en Sociología del Catolicismo Contemporáneo
- Impartió una charla en el Primer Foro de Sociología de la Religión, organizado por la Facultad de Sociología
David Sandoval Rodríguez
16/10/2019, Xalapa, Ver.- Las iglesias no son la solución al problema de la crisis moral en que vivimos porque la crisis también es su responsabilidad y también están tocadas por los niveles de violencia secular que las han dañado, aseveró Bernardo Barranco Villafán, maestro en Sociología del Catolicismo Contemporáneo por la Escuela de Altos Estudios Sociales de París.
El especialista impartió la conferencia magistral “¿Qué tienen que decir las iglesias ante la violencia en México?”, como parte del Primer Foro de Sociología de la Religión que la Universidad Veracruzana (UV) organizó en el Auditorio “Jesús Morales Fernández” de la Unidad de Humanidades.
“La descomposición social que estamos viviendo también alcanza a las iglesias, éstas predican valores que también se están derrumbando dentro del discurso religioso y nos referimos a las prácticas de abuso sexual e infantil de clérigos; es decir, muchas iglesias se han mundanizado, se han secularizado, también por abusos económicos y abusos de poder”, refirió.
En la charla, que fue moderada por Armando Cervantes, el invitado puntualizó: “Estamos hablando de abusos sexuales y el tema de la pederastia es un tema que ha lacerado la autoridad religiosa de muchas iglesias, por ello la Iglesia católica en América Latina tiene un proceso de caída en picada verdaderamente inusitado”.
En este contexto, lo sagrado ha adquirido un papel diferente en la sociedad, a lo que se suma la mundanización en la prédica y con frecuencia una banalización de lo espiritual, una exaltación del poder económico que, sumado a la participación política, han minado grandemente la imagen de las iglesias, especialmente de la Iglesia católica, puntualizó Barranco Villafán.
“Un ejemplo de esta mundanización sería el cardenal Norberto Rivera, un hombre a quien le gustan los medios de comunicación, el mundo de la socialité, salir en revistas de moda y se reunía con los poderosos y los ricos.”
El ponente se dirigió al auditorio: “¿Ustedes creen que exagero? Lo puedo demostrar con cifras en dos niveles: uno, lo que podríamos llamar cómo la violencia ha alcanzado a las iglesias y el tema de los cultos que en cierto sentido conviven con la violencia”.
Dijo que en el sexenio del presidente Enrique Peña Nieto ocurrieron 28 asesinatos de sacerdotes y en el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa fueron 17; en los últimos 25 años hay más de 60 sacerdotes católicos que han sido asesinados.
Las causas son primordialmente robos, secuestros, extorsiones, asesinatos políticos y la relación con el crimen organizado; es decir, no hay un móvil sino que llega a formar parte de una cultura de la violencia.
Comentó que este fenómeno tiene un origen histórico, “esta violencia tiene como epicentro el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo en Guadalajara, el 24 de mayo de 1993, un hecho inusitado que generó multitud de hipótesis, pero cuyo crimen no ha podido ser aclarado”.
Dijo además que, en cierto sentido, “este periodo termina con el atentado a la casa del cardenal Norberto Rivera, que tampoco se ha esclarecido, está envuelto en muchas oscuridades, desde un intento de robo hasta un intento de asesinato; la pregunta es: ¿cómo es que un príncipe de la iglesia tiene guardia armada?”.
Por otra parte, comentó que el culto a la Santa Muerte aparentemente es un culto que promueve la violencia y es violento en esencia; sin embargo, aclaró que “para empezar no es una religión, no es una iglesia, es un culto popular que refleja lo que es el México actual”.
Sus orígenes están en las zonas urbanas para luego expandirse, surge de entre los sectores más marginados, más desposeídos y excluidos de la sociedad como es el mundo de la economía informal, que responde creando mecanismos para acceder a la economía a través de la piratería y otro tipo de intercambios que conforman una economía subterránea, una especie de autoinclusión que crea sus propias formas de gobierno y sus propias formas de poder que conlleva, a su vez, la creación de formas de deidades.
En el caso de la Santa Muerte se toma como inspiración a la Virgen de Guadalupe, detalló: “La Santa Muerte es una expresión violenta, una imagen provocadora, chocante, pero en el fondo es uno de los rostros de la virgen morena, es una faceta herética de la Virgen de Guadalupe que protege y tiene expresiones de ese ‘mundo rudo’ y sus personajes como las prostitutas, los ladrones y los narcotraficantes”.
Bernardo Barranco apuntó que este culto ejemplifica que “lo religioso refleja el humus cultural, no está aislado, es una construcción religiosa de un momento determinado, de tal manera que uno, como sociólogo, ve cómo las deidades son construcciones humanas y no al revés, como nos han enseñado las religiones del mundo, que los humanos somos creaciones divinas”.
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