- En esto coincidieron las y los integrantes de la primera mesa del homenaje que le rindió el Cuerpo Académico Espacio, Tiempo, Cultura, del IIH-S, al que perteneció
- El homenaje llevó por título “El sueño de la razón produce ratas”, en alusión al alias con el que lo conocía su círculo cercano de amistades: “La Rata”
Karina de la Paz Reyes Díaz
Fotos: Luis Fernando Fernández
12/09/2022, Xalapa, Ver.- Colegas, uno de sus mentores y una de sus discípulas conversaron en torno a Luis Fernando Granados, cómo se desenvolvió en el campo de la historia, sus temas de interés, aportaciones y su persona. “Fue un provocador de ideas”, coincidieron.
Se trató de la Mesa 1 del homenaje que le organizó el Cuerpo Académico (CA) del que formó parte, hasta el día de su muerte, Espacio, Tiempo, Cultura, del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales (IIH-S) de la Universidad Veracruzana (UV). El evento se desarrolló en el Salón Azul de la Unidad de Humanidades el lunes 12 de septiembre.
El homenaje llevó por título “El sueño de la razón produce ratas”, en alusión al alias con el que lo conocía su círculo cercano de amistades, “La Rata”.
La mesa fue moderada por Anel Pérez Martínez, directora de Literatura y Fomento a la Lectura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en calidad de cercana amiga y colega.
“En realidad, creo que he conocido pocas mentes tan construidas en la disciplina de la historia y en la consciencia histórica, y con eso quiero decir que él tenía un pensamiento estructurado y educado en lo histórico, pero también una mente que ejercitaba la crítica de manera sistemática.
”Era un provocador, polémico, complejo, necio y absolutamente generoso, ocupado siempre en un tema de justicia”, dijo la académica de la UNAM, no sin antes narrar cómo lo conoció y sus andanzas compartidas en la máxima casa de estudios del país.
Al tratarse de una mesa organizada cronológicamente, intervino Mario Vázquez Olivera, del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe de la UNAM, con quien Granados se conoció desde que estaba estudiando la Licenciatura en Historia, a finales de 1980.
Fue inevitable que lo describiera: “Era un personaje raro, estrafalario, lo recuerdo tartamudo en sus intervenciones en clase, de vestimenta llamativa –un abrigo grueso, una camisa blanca, una bufanda hiciera calor o frío–. Desde entonces destacó. Tuvo muchas pasiones en la vida”.
Una de esas pasiones fue “estudiar la ‘plebe’, las masas movilizadas políticamente, el pueblo amotinado, en rebelión, y su intervención en la configuración del mundo moderno”. Más aún, “la importancia del movimiento popular como un protagonista del cambio político”.
“Era un visionario”, dijo al señalar que empata con un sentido predominante que siempre lo caracterizó: siempre impulsó la generación de grupos colectivos.
Una pasión más de la que abundó: la historia de la ciudad y entender de dónde había salido esa “plebe” que se movilizó políticamente a lo largo del siglo XIX en la Ciudad de México, de lo cual dio luces en su tesis de licenciatura y concretó en la de doctorado, misma que sigue sin publicarse.
Como de ficción, en el inicio de la intervención de Mauricio Tenorio, profesor del Departamento de Historia de la Universidad de Chicago y gran amigo de “La Rata”, apareció un gato atigrado en el Salón Azul; casi al unísono que dijo “Si quieren saber del diálogo historiográfico entre él y yo, lean mis libros y los de él, siempre estábamos peleando”.
Compartió, notoriamente conmovido: “Releer a la ‘La Rata’ es tortuoso, porque es caer una y otra vez y luchar contra esa terrible expresión de nuestras madres y tías ‘¡Qué desperdicio!’. Desperdicio porque la historiografía lo perdió pronto, joven, cuando aún teníamos mucho que leer de él”.
Dejó en claro que no busca idealizar su figura, “La Rata era un mamón”. Para él, “su mamonearía era su irreverencia y ésta era la lección que duele”; como ejemplo cuestionó: ¿quién en nuestros corrillos académicos para dejar una joya de tesis doctoral inédita –que hubiera sido un clásico–, y eso para dedicarse a aprender y hablar de otras cosas?”
Por la plataforma Zoom participó John Tutino, de la Universidad Georgetown, quien hizo un recuento de la vida académica y de investigación del autor de En el espejo haitiano. Los indios del Bajío y el colapso del orden colonial en América Latina (Era, 2016), y tampoco evitó compartir una breve reflexión personal:
“Se dice que Luis Fernando era mi estudiante, es mentira. Al llegar a Georgetown era mi colega intelectual. Aprendí tanto de él como él de mí. Muchas veces era mi mentor.”
Tan lo fue que “gracias” a él escribió Mexico City, 1808: Power, Sovereignty and Silver In an Age of War and Revolution, su único libro de enfoque urbano y por ello se lo dedicó.
Enseguida le correspondió a Dora Sánchez Hidalgo, integrante del IIH-S de la UV y colega en el CA, compartir de su relación intelectual y académica con el homenajeado, a grado tal que marcó su propio trabajo de investigación.
Marcela Gaona Díaz, estudiante del Doctorado en Historia y Estudios Regionales del IIH-S, comentó de las excentricidades: hablaba siempre en femenino, promovía el libre pensamiento, ejercía el método socrático de la mayéutica. Aclaró que para lo que no había concesiones era el plagio.
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