- Aniko Kurali dijo que las altas temperaturas pueden afectar la reproducción de anfibios
Paola Cortés Pérez
10/06/19, Xalapa, Ver.- Aniko Kurali, quien realiza una estancia posdoctoral en el Centro de Investigaciones Tropicales (Citro) de la Universidad Veracruzana (UV), dijo que ante los cambios de temperatura y en los entornos ambientales es relevante el estudio de la plasticidad fenotípica, al impartir el seminario “Plasticidad fenotípica: defensas inducidas en una especie de anfibio como modelo”, a estudiantes de posgrado del centro.
Cabe mencionar que la plasticidad fenotípica (PF) es la propiedad de un genotipo de producir diferentes fenotipos en respuesta a diversas condiciones ambientales durante la ontogenia.
“Mi objetivo fue realizar una presentación educativa sobre la PF, ya que este aspecto de la ciencia evolutiva en general no es popular ni conocido, además todavía se continúa enseñando la teoría evolutiva clásica.”
Comentó que este concepto es muy reciente, apenas hace algunos años que apareció y es estudiado por la ciencia, por ello decidió hablar de esto a los estudiantes, ya que consiste en la capacidad de los organismos y los animales a adaptarse ante los cambios drásticos del ambiente.
La investigadora dijo que puede manifestarse de diferentes maneras, desde el comportamiento y fisiología y generar respuestas de defensa como como cambios en la producción de las toxinas, entre otros.
“En general, los cambios fenotípicos son producidos a partir del medio ambiente en el que se desarrollan los animales u organismos, no tienen relación con una herencia genética, se gestan conforme al ambiente y sus necesidades, estos cambios fenotípicos no se heredan a la próxima generación, pero la capacidad de cambiar el fenotipo está heredada en los genes”.
Temperaturas altas, riesgo para anfibios
Los anfibios son conocidos por vivir entre el agua y la tierra, están distribuidos por todos los continentes, habitan en el planeta desde hace más de 360 millones de años y son importantes para el mantenimiento de los ecosistemas húmedos.
Se dividen en tres grupos: sapos y ranas (el más numeroso); salamandras y ajolotes, y cecilias. De acuerdo con la página oficial de Biodiversidad Mexicana de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (https://www.biodiversidad.gob.mx), se estima que a nivel mundial hay seis mil 333 especies.
En México viven aproximadamente 376, siendo el quinto país con mayor diversidad de anfibios; de ellos, 237 pertenecen al grupo de sapos y ranas; 137 al de salamandras y ajolotes; y sólo dos al de cecilias.
Al preguntar sobre los efectos de las altas temperaturas en las especies de anfibios, Aniko Kurali explicó que esto podría impactar directamente en el proceso de reproducción, es decir, podrían no aparearse.
“En el clima templado, los anfibios hibernan debajo de la superficie y en las primeras semanas de la primavera salen para reproducirse, pero por el cambio en las temperaturas este proceso ha cambiado. Si el invierno registró temperaturas altas a las esperadas, la hibernación no es completa y pierden energía, esto afecta directamente su reproducción, incluso ocasionaría una disminución en las poblaciones de anfibios o pueden quedar indefensos ante diversos virus, microorganismos u hongos.”
Aquí es donde entra la plasticidad fenotípica, algunos anfibios desarrollan defensas ante microorganismos patógenos, microbios e infecciones, que pueden ser letales para estas especies como la quitridiomicosis.
La quitridiomicosis es una enfermedad infecciosa cutánea provocada por un hongo patógeno, la cual dificulta el flujo de sodio y de otros electrolitos de la piel, provocando una insuficiencia cardiaca en los animales enfermos.
“Este hongo se originó en Europa y fue traído al Trópico en las botas de los científicos que realizaron trabajo de campo en este lugar, esto ocasionó grandes extinciones.”
Por ello, dijo que es importante observar y estudiar la PF pues más allá de desarrollar defensas químicas contra los depredadores invasivos, se busca entender cómo estas especies se adaptan a los cambios climáticos para no perecer.
“También busco entender cómo se han adaptado a los depredadores no comunes, a su capacidad de reacción a entornos ambientales adversos, porque esto también es considerado plasticidad fenotípica”, finalizó.
Aniko Kurali colabora con Cristina Mac Swiney González, investigadora del Citro.
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