- En San Andrés Tlalnelhuayocan
- El académico de la UV, Andrés Rivera Fernández, destacó el compromiso social de la comunidad científica para contribuir a salvaguardar esta riqueza genética
- Construcción de fraccionamientos y casas residenciales desplazan los recursos genéticos
Karina de la Paz Reyes
El director de la Facultad de Ciencias Agrícolas de la Universidad Veracruzana (UV), Andrés Rivera Fernández, expuso que cada vez son más los productores del municipio de San Andrés Tlalnelhuayocan que utilizan variedades de maíz “mejoradas” en detrimento de las nativas.
“No quiere decir que el cultivo del maíz vaya en picada en el municipio de San Andrés. Muchos de los agricultores están utilizando variedades para comercializar, me refiero a los maíces eloteros. Éstos son variedades mejoradas, de endospermo muy suave”, dijo; “lo que no se dan cuenta es que estas variedades están polinizando a las nativas”, añadió.
Esa introgresión genética deprecia las características de calidad de las variedades nativas que están dentro de la localidad. “Es una llamada de atención muy fuerte; es un elemento de riesgo para las variedades nativas”, remarcó.
Andrés Rivera participó en el II Seminario “Resultados de investigación y capacitación de proyectos implementados en la estrategia plataformas de innovación tecnológica”, el jueves 11 de febrero con el tema “Análisis de la variabilidad morfológica del maíz de la región de altitud intermedia del estado de Veracruz y propuestas para su conservación y mejoramiento”.
En el evento, que se desarrolló en el auditorio de la Facultad de Ciencias Agrícolas, reiteró: “Es conveniente que recuperemos esas variedades nativas, sus características de dureza, y orientemos a los productores a darles nuevos usos”.
En la introducción al tema, recordó que México es el centro de origen y uno de los países que más variedades nativas de maíz ha dado al mundo. Quienes han logrado la subsistencia de esta planta son los mismos agricultores, “ellos han sido uno de los principales mejoradores de plantas que han existido, al conservar los recursos genéticos, sacando semilla de una generación a otra”.
En localidades como San Andrés Tlalnelhuayocan, los agricultores continúan la tradición de conservar los recursos genéticos con la obtención de semillas de un ciclo a otro, la selección de las mejores mazorcas y su utilización.
“A nosotros nos llamó la atención San Andrés porque es un área conurbada al municipio de Xalapa y su crecimiento ha ocasionado que áreas de cultivo sean utilizadas para la construcción de fraccionamientos y casas residenciales. Esto constituye un desplazamiento de los recursos genéticos.”
La investigación la desarrollaron bajo la hipótesis de que las condiciones del área municipal reducida, la alta marginación social y cercanía con el municipio de Xalapa favorecen la reducción y pérdida de la variación morfológica de las variedades de maíz que ahí se cultivan.
El objetivo general fue realizar un inventario de este material genético, caracterizar todas las variedades recolectadas en la cabecera municipal y determinar su variedad morfológica.
Los objetivos específicos fueron reunir las mazorcas (nueve personas donaron 824 piezas de diferentes variedades); obtener información adicional mediante la aplicación de una encuesta (identificaron, por ejemplo, que la edad de quienes se dedican al cultivo del campo oscila entre los 48 y 86 años, es decir, es una población vieja la que trabaja estos recursos genéticos).
Además, realizaron una clasificación morfológica de las mazorcas (forma, tamaño, color), iniciaron un ciclo de siembra con los materiales obtenidos más representativos y determinaron las características de las mazorcas. Finalmente, generaron un banco de germoplasma.
El académico resaltó que a la introgresión genética de las variedades nativas hay que añadir otras dos problemáticas: la edad de los productores que conservan los recursos genéticos y la disminución de superficies de cultivo debido al crecimiento de la mancha urbana.
“Tenemos un compromiso social muy importante en rescatar estos recursos genéticos. Creamos un banco de germoplasma y las perspectivas para continuar la investigación son amplias.”
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