- Rafael Ramírez González se tituló con el trabajo “Xochiojtli (camino de flores): documentación, animación y difusión del patrimonio cultural y saberes tradicionales del Xochikalli Tepeko de Lomas del Dorado, Ixhuatlán de Madero, Veracruz”
- “…Ixhuatlán de Madero aún sigue siendo un pueblo de caciques y los más afectados y marginados somos los masehualmeh”, dijo el universitario
“Desde que tengo uso de razón, son unos cuantos los que mandan en el pueblo, por eso quise terminar y estudiar para ser crítico ante esas políticas locales que sólo hacen ricos a los coyomeh o mestizos, mientras nuestras comunidades siguen en completo abandono”
Karina de la Paz Reyes Díaz
24/11/2020, Ixhuatlán de Madero, Ver.- Rafael Ramírez González heredó de sus padres el oficio de la panadería, pero sus inquietudes por generar un cambio en la región de la cual es originario, la Huasteca, lo llevaron a estudiar en la Universidad Veracruzana Intercultural (UVI), en su sede de Ixhuatlán de Madero.
Lo que ahí vivió lo llamó xochiojtli (camino de flores), pues se involucró no sólo en la difusión del patrimonio cultural, sino en aprenderlo y enseñarlo, tal es el caso del bordado de la vestimenta tradicional del varón.
Con el documento recepcional “Xochiojtli (camino de flores): documentación, animación y difusión del patrimonio cultural y saberes tradicionales del Xochikalli Tepeko de Lomas del Dorado, Ixhuatlán de Madero, Veracruz”, el joven originario de la comunidad de Joya Grande, del mismo municipio, obtuvo el título de Licenciado en Gestión Intercultural para el Desarrollo por la UVI, sede Huasteca, entidad de la Universidad Veracruzana (UV).
Se trató de una ceremonia emotiva, pues a través de la plataforma Zoom las abuelas del Xochikalli Tepeko de Lomas del Dorado expresaron su contento y satisfacción por la labor aprendida y desarrollada junto con ellas, por parte del egresado de la UVI.
Rafael Ramírez, de 38 años de edad, desde hace 20 vive en uno de los siete barrios que componen la cabecera municipal Ixhuatlán de Madero, de nombre Lucio Blanco; ahí, la mayoría de la gente llegó de otros lugares, por ello hay otomíes, nahuas, totonacos y personas que hablan castellano, pero cuyo origen es indígena.
“Desde antes que entrara a la UVI me dediqué a hacer pan artesanal junto con mi mamá y mi papá; después, por las mañanas lo vendía en el centro de Ixhuatlán de Madero y luego subía a tomar clases a la UVI”, narró de su vida estudiantil Rafael, quien también es músico –toca la quinta huapanguera– y junto con su papá interpretan música ritual, sones llamados Xochitlatsotsontli.
Al preguntarle qué lo motivó a postularse para ingresar a la UVI, expuso que, primeramente, el tener una carrera universitaria que le permitiera generar un cambio en su persona y después en su comunidad.
Además, también lo motivó la cercanía de la UVI, pues se trató de una garantía para seguir en su lugar de origen, contrario a lo que tuvieron que vivir hermanos suyos, así como compañeros de generación de la preparatoria, quienes se fueron a Morelia, Michoacán, para continuar con sus estudios, porque allá existen casas de estudiantes que facilitan cursar una carrera universitaria.
De acuerdo con él, la UVI Huasteca es una buena escuela precisamente porque está muy cerca de las comunidades y su trabajo se centra principalmente ahí. Pero hay un motivo más por el que se vio impulsado a continuar con la educación superior: “Por la discriminación y desigualdad que se vive en nuestro municipio, porque Ixhuatlán de Madero aún sigue siendo un pueblo de caciques y los más afectados y marginados somos los masehualmeh.
”Desde que tengo uso de razón, son unos cuantos los que mandan en el pueblo, por eso quise terminar y estudiar para ser crítico ante esas políticas locales que sólo hacen ricos a los coyomeh o mestizos, mientras nuestras comunidades siguen en completo abandono. Eso siempre lo he visto, desde que nací.”
Sus expectativas se cumplieron, pues con base en los años de universitario, remarcó que para él la UVI es de las mejores universidades y justificó: “Porque nunca me ha gustado estar en un salón leyendo y escuchando a un profesor, eso no es lo mío. La UVI tiene otra dinámica de trabajo y otra metodología diferente a las demás facultades. Casi la mayor parte del tiempo nos la pasamos en campo, en comunidad, interactuando con la gente”.
Además, expuso su caso particular, el de un joven que había dejado el mundo escolar y académico hace mucho tiempo y que no sabía ni enviar un correo electrónico; ese camino que, de inicio, era completamente ajeno y desconocido, lo recorrió de manera satisfactoria con su tutor, Jaime Mondragón Melo, quien incluso lo impulsó a participar en diferentes congresos y foros universitarios.
“Cuando entré a la UVI tenía mucho pánico escénico y todo esto me ayudó a crecer como estudiante y como persona al mismo tiempo. Tenía mucha pena a participar, a exponer algún tema frente a un público, no sabía usar una computadora, no sabía utilizar las páginas de Internet, era cero en tecnología. Es más, no tenía un correo y no sabía cómo usarlo, ni Word, Excel, PowerPoint, nada de eso. Pero es increíble que en estos cuatro años haya aprendido a mejorar en lo profesional y en lo personal gracias a la UVI.”
El camino de flores
Rafael Ramírez siempre ha tenido un gusto por su cultura, sobre todo por la indumentaria tradicional, de ahí que la historia de su trabajo recepcional se remonta a octubre de 2016, cuando la UVI Huasteca recibió una invitación por parte de un grupo de mujeres del colectivo Xochikalli Tepeko de la comunidad Lomas del Dorado, para tomar un curso-taller de tlakakotomitl (camisa para hombre) y kaltzomitl (pantalón), donde las nanas (las abuelas) les enseñarían a cortar y bordar estas prendas.
“Tonana (la abuela) Florentina fue mi maestra, ella me enseñó a cortar, bordar y armar el tlakakotomitl. A partir de eso me interesé por saber más de los bordados y de la indumentaria. Desde ese momento me involucré, junto con otros cuatro estudiantes, con este colectivo: participando en faenas, en las ceremonias de elotlamanalistli y atlatlakualtilistli. Por eso Xochiojtli, porque es un camino donde ellas fueron las guías y nosotros fuimos aprendiéndoselo.”
En el documento, cuya asesoría estuvo a cargo del académico Guillermo Garrido Cruz, se lee: “Existe una problemática: se está perdiendo el legado de conocimientos ancestrales entre las comunidades originarias porque los jóvenes ya no tienen interés en continuarlos. Específicamente esta tesis aborda el caso de Xochikalli Tepeko de Lomas del Dorado, municipio de Ixhuatlán de Madero en la Huasteca veracruzana, que a través del Xochikalli Tepeko se han realizado esfuerzos por valorizar sus conocimientos ancestrales a través de cuatro surcos o líneas de conocimientos: el idioma, los bordados, la siembra y la música ritual.
”Estos conocimientos se basan en las enseñanzas de las abuelas y abuelos que aun los practican y enseñan en el Xochikalli.”
En el trabajo recepcional también muestra lo que realizó junto con las nanas (abuelas) bordadoras del Xochikali Tepeko y la vinculación que con ellas estableció desde 2016, cuando tomó aquel curso-taller. Asimismo, cita sus participaciones en los diferentes momentos que ha tenido Xochikali Tepeko, como las ceremonias rituales, las faenas, la organización para diferentes eventos y la participación en Cumbre Tajín, donde se dan a conocer los saberes tradicionales de los abuelos de esta comunidad.
Incluso, realizó una revisión bibliográfica sobre los textiles, que le permitiera saber lo que piensan diferentes autores sobre el origen de los bordados en otras regiones del estado de Veracruz y en otras partes de México.
“Las abuelas me tomaron mucho cariño porque iba muy constantemente y siempre llegaba a apoyar, también creo que me gané su confianza porque considero que me esforcé mucho por aprender a bordar”, fue parte de lo que compartió, aunque también lamentó decir que desde el inicio de la contingencia sanitaria por la pandemia, no ha podido reunirse con ellas de manera presencial.
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