- Participaron parteras tradicionales y representantes del sector
- Reflexionaron sobre el derecho a la salud, las dificultades para su acceso y el condicionamiento de los servicios
Alma Celia San Martín
Papantla, Ver., 26/06/2017.- Con la participación de más de un centenar de mujeres de 12 comunidades de los municipios de Mecatlán, Filomeno Mata y Espinal, se llevó a cabo el Foro “Protección de la salud de las mujeres indígenas”, convocado por la Universidad Veracruzana lntercultural (UVI), sede Totonacapan, y la Visitaduría Cuarta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, el pasado 8 de junio en el Museo “Teodoro Cano” de Papantla.
Cabe citar que los estudiantes de la UVI realizan sus procesos de investigación vinculada en dichas comunidades, y reflexionaron sobre la situación del acceso a los servicios de salud, las dificultades que enfrentan por su condición étnico-lingüística y de marginación.
Se contó con la presencia de agentes de salud comunitaria: parteras, auxiliares y promotoras de la salud que se ligan a diferentes programas y colectivos.
Blanca Estela Pelcastre Villafuerte, del Centro de Investigación en Sistemas de Salud del Instituto Nacional de Salud Pública, abordó las condiciones de desigualdad en el acceso a ésta, las cuales se acentúan en las regiones indígenas, donde el riesgo reproductivo de la mujer es tres veces mayor.
Expuso que durante el embarazo y la lactancia, la mujer indígena se ve afectada por la anemia en un 40 por ciento más que el promedio nacional; la esperanza de vida es de 69 años, menor a la media nacional; la desnutrición infantil es 44 por ciento mayor al promedio nacional; la mortalidad infantil y materna es dos veces mayor que el promedio nacional, por cada 10 mil bebés nacidos vivos hay 228 muertes, y por la misma cantidad de mujeres hay 104 decesos.
Por ello, el gobierno debe garantizar el acceso básico a la salud cuando se requiera el servicio médico, como lo establecen los artículos 2 y 4 constitucional, además del Programa Nacional de Salud, respetando los derechos humanos y la estructura sociocultural; para ello se han implementado políticas de interculturalidad en salud y se ha promovido el parto vertical, además de Casas de Salud de las Mujeres indígenas.
El principal reto es materializar el derecho de la mujer indígena a la salud, manifestó la ponente y exhortó a que el gobierno actúe pues Veracruz ocupa el segundo lugar nacional en maternidad infantil y, además, la normatividad obliga a que el médico investigue si la niña no fue violentada.
Por su parte, David Meléndez, promotor de la iniciativa Por una Maternidad Segura y miembro del Grupo Intersectorial para el Impulso de la Partería, señaló que las dimensiones del derecho a la salud están referidas a: disponibilidad, accesibilidad (desde lo geográfico –es decir la cercanía, lo económico– y cultural), aceptabilidad, calidad y maternidad elegida referente a cuándo, dónde, cómo y quién se atiende: “En dónde parir, con médico o partera. La mujer puede decir cómo, sentada, parada”.
La Norma Oficial Mexicana NOM-007-SSA2-2016 para la atención de la mujer durante el embarazo, parto y puerperio, y de la persona recién nacida, fue modificada el 7 de abril de 2016 para establecer quién es una partera tradicional y que está autorizada para atender los partos de bajos riesgos.
Define que la partera tradicional es una persona perteneciente a comunidades indígenas y rurales que practica el modelo tradicional, la cual está autorizada para la de atención del embarazo, parto de bajo riesgo y puerperio, y atención del recién nacido; también establece que pueden canalizar mujeres y recién nacidos a los servicios de salud donde deben ser atendidos con oportunidad.
Expuso que la maternidad segura implica llevar un control preconcepcional, revisión prenatal para identificar el riesgo del embarazo, planificación familiar y la anticoncepción a quien lo desee, “pues cinco de cada 10 mujeres no desean embarazarse”; asimismo, tener atención del parto por personal calificado a fin de reducir el número de cesáreas, además de recibir atención de emergencia obstétrica si fuera necesario.
En tanto, la maternidad gozosa debe ser disfrutable, agradable, alegre, feliz, con comunicación para recibir toda la información sobre su estado de salud, un trato respetuoso, recibir visitas familiares, y una atención pronta en un plazo no mayor de 15 minutos y con autonomía, donde la parturienta mantenga la capacidad de elección para seleccionar al proveedor médico.
En cada intervención de los ponentes hubo traducción del español al totonaco y viceversa, para mejor comprensión de las parteras y personas no hablantes del español. Tras las participaciones antes citadas, parteras de Francisco Villa y Las Flores, municipios de Filomeno Mata y Mecatlán, se expresaron en su lengua materna e intercambiaron experiencias; otras más expusieron sus casos en cuanto a la atención médica que reciben en clínicas, centros de salud y hospitales de la región.
Debido a que la partera comparte con la parturienta costumbres, tradiciones y experiencias de vida, esto genera confianza, apertura y sensibilidad que le dan pertinencia cultural a su modelo de atención, relataron. Sin embargo, éste ha sido limitado al rol de madrina obstétrica por la Secretaría de Salud, se le prohíbe ahora la atención del parto en casa, bajo el supuesto de reducir la muerte materna, sólo se le considera un auxiliar que vigila y canaliza, enfrenta una campaña de descrédito y menosprecio a sus saberes, haciendo un comparativo de las ventajas para atenderse en un hospital con personal que estudió.
Asimismo comentaron que la medicina alópata hegemónica ejerce violencia simbólica sobre los saberes médicos tradicionales y pone en riesgo una práctica que ha sido efectiva en la atención del parto en regiones apartadas, donde incluso las Unidades Médicas Rurales y Centros de Salud no los atienden y los canalizan a hospitales de Papantla y Poza Rica porque incluso el de Entabladero, municipio de Espinal, es insuficiente y con severas carencias de personal y equipo.
Después de reflexionar sobre la información proporcionada, las mujeres sobre lo que sucede cuando acuden a las clínicas y las dificultades para el acceso a la salud. En sus comentarios destacó el condicionamiento que algunos médicos y enfermeras realizan cuando la mujer no es atendida en el Centro de Salud o la Unidad Médica Rural y el nacimiento se da en casa, pues no se les realiza la prueba del tamiz ni otorgan la constancia de nacimiento para que el niño pueda ser registrado posteriormente: “Se debe aliviar y nacer en días hábiles, porque si el parto se adelanta y es en fin de semana nos niegan los servicios de la prueba del tamiz y la constancia”.
El Foro “Protección de la salud de las mujeres indígenas” permitió mostrar el trabajo de los estudiantes y egresados que se vinculan a sus grupos de colaboración o en sus comunidades de origen.
Más allá de que los recursos aportados por la Comisión Nacional de Derechos Humanos, este encuentro permitió una efectiva coordinación para el traslado de las mujeres al evento, el éxito de éste se debió a la destacada participación de los agentes de salud comunitaria, en especial las parteras, quienes expusieron sus experiencias, saberes, pero también las limitantes a su ejercicio médico tradicional.
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