- En un principio, el maíz no era una planta sagrada
- El arqueólogo Roberto Lunagómez Reyes detalló que una pequeña pieza hallada en el sitio Arroyo Pesquero proporcionó importante información de esta cultura
Karina de la Paz Reyes Díaz
Xalapa, Ver. 14/09/2016.- “El Elote”, una diminuta pieza elaborada en serpentina y única en su tipo, no sólo ha aportado valiosa información a los arqueólogos y especialistas en la cultura Olmeca, sino que es la más reciente obra que se incorporó al patrimonio del Museo de Antropología de Xalapa (MAX) de la Universidad Veracruzana (UV) y está en exhibición para el público en general.
Roberto Lunagómez Reyes, curador del acervo olmeca en el MAX, explicó que “El Elote” muestra la importancia del maíz en la etapa media de dicha cultura; si bien ya había manifiesto de ello en esculturas de piedra, no se tenía en este tipo de materia prima.
“Por esta pieza fue posible confirmar que los olmecas estaban representando objetos de arte no sólo en las cabezas colosales, tronos, entre otros monumentos de gran formato elaborados con rocas volcánicas, sino en diversos tamaños y materiales, como las piedras semipreciosas.”
Explicó que el jade original no existe en América, pues procede de Oriente, principalmente de China, Birmania y Tailandia; mientras que las variedades americanas del mineral son la jadeíta y la serpentina, trabajadas por los olmecas hace más de tres mil años. La mayor evidencia de ello está en el sitio arqueológico Arroyo Pesquero, ubicado en la zona limítrofe de los municipios de Agua Dulce y Las Choapas, en el sur del estado de Veracruz.
Arroyo Pesquero
Lunagómez Reyes detalló que en 1969 los pobladores de Arroyo Pesquero encontraron accidentalmente máscaras, hachas y figurillas de jadeíta. “Desafortunadamente, la mayoría de esas piezas fueron saqueadas en el momento del descubrimiento. Los arqueólogos llegaron tarde pero todavía pudieron recuperar algunas piezas y lo más relevante es que se tuvo información por primera vez sobre ese sitio”, relató.
Arroyo Pesquero corresponde a la época de esplendor de La Venta, sitio ubicado en Tabasco, a sólo ocho kilómetros de distancia, lo cual también habla de la importancia que tuvo en su momento.
El especialista explicó que ante la falta de evidencia clara sobre la función (funeraria, para ofrendas o habitacional) ni cronología del sitio, en 2008 el MAX de la UV y la Universidad Estatal de California, en Fullerton, Estados Unidos, realizaron un proyecto de investigación.
“En 2008 y 2010, con Carl Wendt, realizamos algunas primeras excavaciones y reconocimientos subacuáticos y no encontramos datos relevantes; sin embargo, hallamos algunos elementos que nos permitieron fechar el sitio, con muestras de Carbono 14, así como la importancia que para ellos tenía el chapopote”, narró.
El uso del chapopote entre los olmecas es un tema muy trabajado por Carl Wendt y, gracias a distintos estudios que realizaron en Arroyo Pesquero, se corroboró que este material formó parte indispensable de su vida, porque lo utilizaron para impermeabilizar vasijas, canoas, incluso para los pisos de las casas.
Los olmecas rompieron una regla elemental
Entre los hallazgos de 2012, gracias a un sondeo subacuático, se encuentran dos piezas: la figurilla de un personaje olmeca con brazos cruzados, que sujeta un hacha en una de sus manos; y “El Elote”, que representa la flor del maíz en el arte olmeca.
Lunagómez Reyes citó que el espacio donde se encontró “El Elote” es un pantano, lo cual dificultó los reconocimientos subacuáticos. Es más, cuando se dio el hallazgo, un buzo pensó que se trataba de una bujía de vehículo (en ocasiones los lugareños arrojan desechos), pues se trata de una pieza pequeña, con alrededor de 10 centímetros de largo y 3.5 de diámetro, que iconográficamente representa el brote de la espiga del maíz.
Como resultado de las investigaciones a las que ha sido sometida, se confirmó que la pieza, hecha en Veracruz, es de| serpentina, materia prima cuyo origen es el Valle del Motagua, Guatemala.
“La trabajaron artesanos olmecas que representaron la espiga del maíz y aunque en la parte inferior se percibe una ruptura, no es así, significa que de ahí se unía a una especie de madero o bastón, es decir, un báculo de poder entre los gobernantes.
”Esto quiere decir que los olmecas en el preclásico medio (entre el 900 a 400 A.C.) estaban plasmando la iconografía y ésta estuvo muy relacionada con la planta del maíz, lo cual hace sugerir que en ese momento éste ya era la planta sagrada mesoamericana, pero no antes.”
El entrevistado aclaró que la subsistencia de los olmecas, en su primera etapa, no dependió totalmente del maíz, más bien la complementaban con la recolección y la caza. “Eso era más importante en un primer momento entre ellos. Siglos después, cuando ya estaban desarrollados como civilización, empezaron a utilizar muchísimo el maíz”.
Para el arqueólogo, los olmecas rompieron una regla elemental en el desarrollo de las sociedades antiguas, que primero implementaron la agricultura y después alcanzaron su máximo esplendor. En el caso de ellos, se consolidaron como civilización, formaron poblaciones extensas, utilizaron métodos para calcular el tiempo e incluso se dedicaron a la astronomía antes de desarrollar la agricultura, principalmente el cultivo del maíz.
Otro aspecto relevante de la pieza, remarcó, radica en que a través de ella fue posible verificar que el sitio Arroyo Pesquero no solamente fue ocupado para depositar máscaras y hachas, sino otro tipo de objetos que tenían que ver con la cosmovisión olmeca, que en esa etapa era ya una civilización en pleno.
“Los datos que tenemos de la primera capital olmeca, San Lorenzo, es de aproximadamente mil años antes de Cristo, es decir, pasaron entre 200 y 300 años para que desarrollaran una civilización basada en la agricultura. Esto nos habla no sólo de la complejidad que alcanzaron, sino de una larga tradición, una continuidad arqueológica muy importante. Fue una de las grandes civilizaciones del mundo antiguo.”
La función de la arqueología
Los materiales arqueológicos obtenidos de aquella colaboración académica entre la Universidad Estatal de California y el MAX de la UV quedaron bajo resguardo y estudio de éste. Al evaluar qué piezas valía la pena exhibir, decidieron que fuera “El Elote” y tras el protocolo administrativo que debe realizarse ante el Instituto Nacional de Antropología e Historia, en 2014 se colocó en el área de jades prehispánicos de la Sala Olmeca.
La pieza ya ha sido motivo de publicaciones en revistas especializadas de Alemania, Estados Unidos, Japón y naturalmente México, producto de la colaboración académica de la Universidad Estatal de California, la de La Sorbonne, en París, Francia, y la UV. Tales artículos despertaron el interés de los estudiosos de estos temas y ello también alentó al MAX a exhibirla.
Además de la belleza que caracteriza a la pieza, su singularidad y la valiosa información que aporta a las investigaciones de los especialistas en la materia, vale la pena que el público en general se interese en conocerla, remarcó Roberto Lunagómez Reyes.
“Hay que pensar en la función de la arqueología. Muchas veces los grandes especialistas sólo discuten entre ellos en eventos internacionales o lo hacen en lugares accesibles pero con un léxico poco entendible para la gente común. Sin embargo, la labor del arqueólogo, del investigador y del académico es precisamente ésta: la divulgación de los nuevos hallazgos y los resultados de las investigaciones que contribuyen al conocimiento, en este caso, de la cultura Olmeca.”
“El Elote” también evidencia que el trabajo arqueológico nunca concluye y que si bien son sitios que se estudian desde hace varios años, pueden dar más resultados y evidencias importantes que vale la pena mostrar a la sociedad, añadió.
“La labor básica de la arqueología es el estudio y conocimiento de las civilizaciones del pasado. El conocer el pasado de nuestras raíces siempre nos hace valorar más nuestra situación histórica y política contemporánea. Si no sabemos qué fue nuestro pasado, menos sabremos qué somos ahora y qué queremos hacer en el futuro”.
Por ello, invitó a la sociedad en general a visitar el MAX de la UV y particularmente la Sala Olmeca, donde está “El Elote” y 300 piezas pequeñas más, así como 56 esculturas de gran tamaño, entre ellas las cabezas colosales.
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