- Genera presión en los ambientes naturales, aseguró Alejandro Antonio Castro Luna, investigador de Inbioteca
- Realizó estudio sobre comportamiento de aves en zona urbanizada y vegetación nativa, en las costas de Yucatán
- En vinculación con el Departamento de Ecología Humana del Cinvestav Unidad Mérida
Claudia Peralta Vázquez
Fotos: Omar Portilla Palacios (1) y Alejandro Antonio Castro Luna (2,3, 4 y 5)
19/08/2024, Xalapa, Ver. Alejandro Antonio Castro Luna, investigador del Instituto de Biotecnología y Ecología Aplicada (Inbioteca) de la Universidad Veracruzana (UV), advirtió de la seria amenaza que representa la urbanización en zonas, principalmente turísticas, para la conservación y comportamiento de diversas especies de aves.
Aseguró que debido a desarrollos inmobiliarios y turísticos actualmente no se respetan los ecosistemas: “Entre más población llega a esos sitios más demanda hay sobre los recursos naturales, y eso no ayuda a la conservación natural”.
Recientemente realizó una estancia de investigación de dos meses en el Departamento de Ecología Humana del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional (IPN), Unidad Mérida, con Miguel Ángel Munguía Rosas, líder del Laboratorio de Ecología Terrestre, donde midió el impacto del daño provocado por la urbanización a las especies de aves de esa zona, entre Chelém y Chuburná.
El estudio le permitió conocer el comportamiento de diferentes especies, tanto de la vegetación nativa como las que habitan en zonas urbanizadas.
La línea de investigación de Castro Luna se orienta a la ecología de ambientes fragmentados, pues desde hace varios años trabaja con la ecología de murciélagos y dispersión de semillas para la regeneración de la vegetación en zonas deforestadas, como es el caso de los incendios más recientes registrados en diversas regiones del estado de Veracruz.
Explicó que una franja de esa costa se encuentra urbanizada a raíz del turismo proveniente de varias partes del mundo, pues la eligen para vacacionar o vivir. El desarrollo inmobiliario también va de la mano con la migración hacia zonas turísticas de personas y familias enteras a causa de la violencia persistente en numerosas regiones del país.
Sin duda, es un hecho que propicia una presión en los ambientes naturales, tal y como sucede en otros contextos nacionales y turísticos, agregó, “la urbanización es un fenómeno que arrasa con áreas verdes y de vegetación, hábitat de cientos de especies de aves endémicas.”
Del otro lado de la costa, dijo, todavía se mantiene la vegetación, aunque de algún modo ya empieza a ser invadida.
Al vislumbrar ambos panoramas notó que hay un cambio drástico en cuanto a la composición de especies. “Las de zonas urbanizadas son muy distintas a las del otro lado”.
Comentó que, por ejemplo, la zenaida asiática o el zanate mexicano son aves sinantrópicas que habitan la zona urbanizada para beneficiarse de la actividad humana, y no son tan abundantes en donde existe vegetación nativa.
Lo preocupante es que el colibrí cola de tijera mexicano (Doricha eliza), endémico de la costa de Yucatán, fue más abundante en las zonas urbanizadas; “es normal, pues cuando la vegetación se urbaniza las aves se van del otro lado” y añadió que también se halló al perico pecho sucio (Eupsittula nana).
Sin embargo, en los remanentes de la vegetación nativa se encuentran aves como la matraca yucateca, el cardenal, perlita azulgris, chachalaca (Ortalis vetula) y cuclillo de manglar (Coccyzus minor).
Durante su estancia, considerada una oportunidad y ventana para adquirir nuevos conocimientos, el investigador logró un registro de 70 especies de aves, 20 de ellas son migratorias y 50 no migratorias (residentes).
Es decir, el 29% de las especies registradas son migrantes y permanecen únicamente durante el invierno, pues viajan desde Canadá o Estados Unidos.
Lamentó que esta zona no sea respetada, a pesar de que colinda con la Reserva Estatal Ciénagas y Manglares de la Costa Norte de Yucatán.
“Las reservas no son 100% respetadas como debe ser, hay un desarrollo económico importante, pero la otra parte es el daño a los ecosistemas, las autoridades no hacen mucho por conservar esas áreas”, afirmó.
Por esa razón, su interés es ampliar el estudio en el que empleó métodos de análisis o metaanálisis para la obtención de información bibliográfica; sobre todo, centrado en el comportamiento de las especies migratorias que llegan a pasar el invierno, porque desconocen que las áreas que consideraban su refugio están transformadas.
Sobre esta problemática, Alejandro Castro expresó que la velocidad a la cual se transforman y destruyen los ecosistemas es más rápida, si se compara con el tiempo y cantidad de conocimiento o estudios generados por estudiantes e investigadores.
En el transcurso de su permanencia también participó en actividades de divulgación, tanto con personal del Cinvestav del IPN, como con la asociación civil “El loro de mi cabeza: arte y ciencia para niñas y niños”, donde fue invitado a integrarse en charlas sobre la importancia de los polinizadores (murciélagos, aves e insectos) en escuelas de nivel preescolar y primaria.
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