- Saraí Hernández Barrientos, doctora en Investigación Educativa, fue galardonada con el Premio “Arte, Ciencia, Luz”
- Resaltó que la UV ha implementado programas para atender a la población sorda y que aún hay mucho por avanzar
Jorge Vázquez Pacheco
Fotos: José Rujiro Hernández Temis
18/12/2024, Xalapa, Ver.- Saraí Hernández Barrientos, egresada del Doctorado en Investigación Educativa del Instituto de Investigaciones en Educación de la Universidad Veracruzana (UV), fue galardonada con el Premio “Arte, Ciencia, Luz” 2024, por su trabajo “Procesos interculturales de aprendizaje de personas sordas en un contexto nahua, a partir de prácticas comunicativas y socializadoras”.
Su territorio de estudio fue la población de Aguacapa II, en la Huasteca veracruzana, que presenta elevado índice de personas sordas por razones sin definirse y que escapan de la parcela de estudio de Saraí.
La inquietud surge desde la implementación del conocimiento en la práctica laboral. Desde la licenciatura, el trabajo de investigación que realizó abordó la forma en que aprenden las personas y, en específico, la transmisión de conocimiento del arpa jarocha.
Años más tarde, durante la maestría y el espacio laboral, la prioridad fue conocer cómo aprenden las personas en condición de discapacidad, notando que ya existía atención y diversidad de materiales para la enseñanza de diversas condiciones de discapacidad, entre ellas Asperger, síndrome de Down y autismo. Sin embargo, la sordera como condición quedaba fuera de la atención.
Hoy ya funciona la Licenciatura en Pedagogía para personas en esa condición y la UV había implementado previamente el programa Alfabetizar a Sordos (Alas) de auxilio a los mismos. “Pero esto es tan novedoso que apenas se están adaptando los programas, en el contexto de una labor formidable. Esta comunidad estaba relegada y sólo hasta ahora cuenta con apoyos para que continúe sus estudios”.
Miguel Figueroa Saavedra, investigador del Instituto de Investigaciones en Educación de la UV, fue quien dirigió la tesis doctoral. Es historiador, trabaja con personas nahuablantes y acompañó la investigación realizada por Saraí Hernández, en Ahuacapa Segundo, donde fue recibida con los brazos abiertos por ser docente de música e iniciar su ingreso a campo con un taller de iniciación musical para niños con y sin condición de discapacidad.
De entrada, se advirtió que la forma de comunicación señada no coincidía con la lengua de señas estandarizada, de modo que las formas de comunicación señadas construidas al interior de los hogares y las de los adultos para la enseñanza de los menores, es una riqueza cultural que se gesta al interior de la población.
En la entrevista se enfatizó de qué manera el proceso de visibilización de la sordera como condición está en sus inicios en la población de Ahuacapa Segundo. Por tanto, espera una ardua labor para lograr que estas comunidades tengan acceso a una educación integral y no continúen relegados de los espacios educativos.
“Las lenguas señadas al interior de los hogares o caseras, como les llaman algunos, son las construidas a partir de clasificadores o escenificación; esto es, darse a entender mediante movimientos corporales para comunicar las necesidades básicas como apetito o necesidad de evacuar, por mencionar algunas. Sin embargo, no son la base de la Lengua de Señas Mexicana”.
Entonces, lo primordial es entender la sordera como una condición y no como una discapacidad, dejando de lado la perspectiva clínica y la mirada de la sordera como enfermedad. “Debemos prepararnos, porque las instituciones públicas y diversas autoridades administrativas carecen de personal que atienda a las personas sordas en la lengua señada que utilizan”.
Otro ejemplo son los padres de hijos sordos, ¿cómo los tratan?, ¿cómo los educan? “Debemos hacer entender al padre que su hijo tiene una condición. Vivimos en una sociedad que mantiene dos modelos: el clínico rehabilitador y el sociocultural.
El primero entiende la sordera como enfermedad y el otro nos encamina a verle como una persona más en una sociedad igualitaria. Tienen los mismos derechos y deben contar con las mismas posibilidades sociales y de trabajo”.
Finalmente agradeció a la UV por el premio, estímulo que le genera la satisfacción personal de contemplar el lugar que se otorga a la comunidad sorda.
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