- “Nosotras como formadoras de recursos humanos y tomadoras de decisiones en nuestros microespacios, podemos emprender acciones para cambiar y mejorar estos indicadores de los riesgos psicosociales, como es la violencia”: Silvina Contreras
Paola Cortés Pérez
19/10/2021, Xalapa, Ver.- Silvina Noemí Contreras Capetillo, de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), dijo que el objetivo de las universidades –como formadores de recursos humanos– es generar la investigación, la formación y la institucionalización de la equidad de género, al participar en la Cátedra de Excelencia “Ruy Pérez Tamayo”, el pasado jueves 14 de octubre.
En la conferencia “Efectos psicosociales y la perspectiva de género en la pandemia por Covid-19”, destacó que la meta final es corregir la desigualdad histórica en la que han estado sumergidas las mujeres, para generar un desarrollo social y bienestar humano.
“Lo anterior sólo podrá ser alcanzado si incluimos a toda la población humana y no solamente a la mitad, ya que generará unas sociedades sustentables más justas e igualitarias, donde se incluya el trabajo y el aporte económico de los hombres y las mujeres.”
Contreras Capetillo mencionó que en un lapso de 20 años la diferencia escolar entre hombres y mujeres sigue vigente, pese al incremento porcentual de mujeres que tiene acceso a los sistemas educativos, lo que está relacionado con las prácticas, usos y costumbres de la sociedad.
Detalló que, en el caso de las mujeres, el factor que genera mayor deserción escolar son las actividades del hogar, es decir, las niñas se quedan en casa como cuidadoras de sus hermanos o enfermos, lo que se traduce en un rezago escolar. Mientras que en los varones, el trabajo remunerado es la razón por la que dejan de acudir a la escuela.
Covid-19 y violencia de género
Silvina Contreras dijo que la pandemia por Covid-19 recrudeció las diferencias y desigualdades entre hombres y mujeres; generó incertidumbre en cuanto a las actividades económicas y laborales, así como problemas psicosociales. Además, puso a las mujeres en un mayor riesgo.
Agregó que la cuarentena y el aislamiento voluntario fueron catastróficos en el estatus emocional de personal de salud y la sociedad en general, esto demostró la desigualdad que se venía analizando desde hace mucho tiempo.
“Las personas más pobres son las más vulnerables a los choques causados por la pandemia en la economía, la salud, el apoyo y el aprendizaje; el clasismo surgió impresionantemente, sobre todo en redes sociales era impresionante ver la diferencia de vulneración entre las personas de acuerdo a su ingreso económico.”
La pandemia dio pie al resurgimiento de violencias que se mantuvieron ocultas y empiezan a intensificarse, las cuales han sido clasificadas en violencia de género (contra las mujeres y niñas, física, sexual, psicológica, patrimonial) y violencia simbólica (violencia cotidiana, generalmente se da en una relación de dominación).
Desde antes de la pandemia había 243 millones de mujeres y niñas, entre 15 y 49 años, que habían sufrido violencia física o sexual por parte de su pareja en el último año.
“Cuando comenzó la pandemia la violencia contra las mujeres, especialmente la violencia doméstica, se disparó desde una violencia directa o física, psicológica, hasta a una violencia de menos acceso al trabajo, ya que se convirtieron en las cuidadoras en sus hogares.”
Detalló que esta situación se ha medido con los servicios esenciales, como son los refugios y las líneas telefónicas de atención –que han alcanzado sus límites de capacidad y siguen estando en aumento.
Destacó que la amenaza más importante ocurre dentro de los hogares; la violencia contra las mujeres y las niñas es un problema generalizado en una situación de normalidad.
Indicó que uno de los problemas de desigualdad entre ambos sexos es la discriminación contra las mujeres y las niñas, problemas que se han visto exacerbados durante los conflictos y crisis humanitarias, como ocurre con la pandemia por la enfermedad de Covid-19.
“Nosotras como formadoras de recursos humanos y tomadoras de decisiones en nuestros microespacios, podemos emprender acciones para cambiar y mejorar estos indicadores de los riesgos psicosociales por la pandemia de Covid-19.”
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