La identidad de los jóvenes testigos de Jehová a través de las nuevas tecnologías
Arantza Monserrat García Durán
Resumen
Durante la última década, la globalización, por medio del consumo de la tecnología, ha llevado a una reconfiguración de los procesos políticos, sociales y culturales presentes, teniendo un gran impacto en la representación del individuo, tanto a nivel subjetivo y como parte de una comunidad. Este hecho también se puede reflejar en contextos religiosos donde muchas dinámicas se han transformado, desdibujado o, simplemente, desaparecido. Asimismo, muchas religiones se han resignificado, al margen de ciertas dinámicas globales, de acuerdo con sus percepciones simbólicas o a través de un hermetismo epistemológico, como efecto de un desencanto relacionado con el espacio digital de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC), pues estas encaminan a comportamientos que cuestionan la moral tradicional, sin embargo, no escapan a su uso como herramientas de extensión simbólica.
Los testigos de Jehová representan una identidad basada en consumos culturales –que los enfrenta a una disyuntiva entre lo tradicional y lo virtual–, e interactúan con una sociedad heterogénea y homogénea a la vez, donde las creencias se encuentran en un escenario complejo de discursos de secularización que se esparcen por diferentes escenarios digitales y terminan en contextos diversos de socialización, como lo son los escolares, los espacios públicos o las redes sociales, entre otros, influyendo principalmente en las identidades juveniles.
El análisis de este grupo social se interesa por el impacto del proceso globalizador dentro de una comunidad juvenil religiosa como ésta, que da la cara al conservadurismo y al dilema global del momento, para redefinir el esquema de determinados preceptos devotos y reproducir los significados de su comunidad.
Palabras clave: Identidad, Religión, Cultura, Tecnologías de la Información y Comunicación, Juventud
Presentación del tema
La globalización es un término que alude a una cultura sensible a lenguajes y significados usados para comunicar a la sociedad en un contexto mundial homogeneizador y se explica en inherencia con la posmodernidad[1]. Asimismo, la posmodernidad implica pertenecer a un espacio global que cambia velozmente, lo cual va deconstruyendo y deshaciendo toda la mentalidad que del pasado se refleja en las consecuencias de esta paradoja radical para darse un sentido desarrollado, considerando aspectos estructurales de la sociedad (Brüner, 1999).
Dentro de las manifestaciones de la globalización, se encuentran las acciones mediadas por las nuevas tecnologías que, a su vez, mantienen un juego vinculado a las posibilidades de comunicación global y causan una progresiva insatisfacción por lo inmediato, a medida que se va cumpliendo dicha demanda como parte de una certidumbre sobre la existencia del individuo y su sentido de pertenencia dentro del campo social virtual.
De esta manera, se puede interpretar a la globalización –fundamentada a través de una presencia implícita y simbólica– intrínsecamente como un proceso de territorialización mundial, pero cohesivo, de múltiples sectores como los religiosos; en este caso los Testigos de Jehová[2] y su papel dentro de fronteras digitales que indican la proyección de una reorganización a escalas macro y micro, reafirmada con base en una verdad propia que se rehúsa a posibles socializaciones en actividades antagónicas de la cultura popular como lo es el festejo de cumpleaños por decir alguno (Holden, 2012).
En este sentido, la comunicación y divulgación de sus creencias por medio de las herramientas digitales se ha visto aumentada proporcionalmente a la dinámica demográfica, de manera interesante. Es decir, se extiende su mensaje sobre una comunidad que idealiza la visión del paraíso fuertemente representado por el Armagedón, tras el cual sobrevendrá un nuevo reino donde la maldad ha de ser destruida y la tierra prometida inaugurada. A partir de este dogma[3] se genera un sentido de unidad, como condición de que llegará la verdadera vida con la eternidad (Weddle, 2000).
De acuerdo con lo que Clifford Geertz podría pensar acerca de las sociedades humanas, en la actualidad, los medios de comunicación construyen a las generaciones como individuos capaces de leer mensajes en un tiempo acelerado y más información de la que es posible manejar en la vida, desde un nuevo espacio de la realidad. Esto causa efecto en la cosmovisión proyectada a través de su estructura familiar y religiosa (Holden, 2012).
Las TIC, como parte de un espacio que es simultáneamente heterogéneo y homogéneo, trazan la globalización desde un flujo de signos y símbolos que son transmitidos mediante las herramientas digitales –teléfono, televisión, comunicación satelital, internet, redes sociales–, de las que surgen intenciones de consumo mediante el acceso a diversas temáticas culturales y situaciones de tendencia en un entorno compartido. Los jóvenes son más sensibles a llevarse sus ideas sobre ellos mismos, las cuales comparten, a juicio de la sociedad, en una plataforma de sobrevivencia y reproducción.
El papel de las TIC, entonces, es determinante para la producción y desarrollo tanto de estrategias como de dinámicas identitarias con valor simbólico, que son propuestas por un grupo y les dan existencia en la complejidad del mundo actual visto desde una perspectiva cultural, misma que es entendida a través de significados compartidos de manera generacional, a nivel histórico o individual, con legitimación cohesiva mediante la experiencia y la reproducción (Giménez, 2005).
Los procesos anteriores, como parte de la cultura per se, constituyen sentidos de pertenencia social –la cual implica compartir modelos culturales simbólicos y expresivos– mientras definen las maneras de ser de los sujetos mediante relaciones o contacto con otras identidades, de acuerdo con el tiempo y espacio en el cual interactúan, por lo tanto:
Inciden en el desarrollo de alcance más global. Es decir, que los procesos de globalización no son fenómenos externos a la región y que influyen en ella, sino procesos en los cuales actores sociales regionales toman parte y que afectan al globo. Más allá de diferencias de poder y asimetrías diversas. (Mato, 1996, p. 20)
La práctica que forma parte de un fin globalizador se inclina hacia lo digital y se materializa de acuerdo con sus intenciones cohesivas y significativas, utilizando consumos culturales caracterizados por la presencia de mercantilización masiva, cuyo reflejo representa la idea del individuo en diferentes dimensiones de interacción.
Dentro de las sociedades contemporáneas, la generación juvenil, en contacto constante con la mercantilización, tiene una postura definida como “una condición de subordinación frente a la condición adulta, con la que las juventudes se disputan el porte del poder ideológico, que representa una posibilidad para quien lo porta” (Villa, 2011, p.156). No obstante, en algunos grupos específicos, esta disputa se vuelve estéril, por el hecho de que dentro de sus familias o en sus lugares de nacimiento se enfrentan a escenarios estrictos que delimitan su potencial de creatividad o de crítica. Por otro lado, este tipo de contextos da pie a la creación de propuestas, socioculturales y políticas, que actúen sobre estas cuestiones.
Tales panoramas crean una cultura propia que representa un “sistema de creencias, valores, normas, símbolos y prácticas colectivas aprendidas y compartidas por los miembros de una colectividad, que constituyen el marco de sus relaciones sociales.” (Mercado y Hernández, 2010, p.241). Este sistema se vuelve la base de lo que, de forma individual o colectiva, crea una identidad, entendiendo que esta es un producto de la cultura que se puede explicar cómo el:
[…] ejercicio de autorreflexión, a través del cual el individuo pondera sus capacidades y potencialidades, tiene conciencia de lo que es como persona; sin embargo, como el individuo no está solo, sino que convive con otros, el autoconocimiento implica reconocerse como miembro de un grupo; lo cual, a su vez, le permite diferenciarse de los miembros de otros grupos (Mercado y Hernández, 2010, p. 231).
La identidad, definida mediante su ratificación en interacción con el otro, es expresada en diferentes contextos de socialización. Actualmente los jóvenes forjan su identidad a partir de su adhesión a un grupo por el que sienten afinidad o porque son coaccionados a estar, llevándolos al consumo cultural material y subjetivo de elementos o expresiones culturales particulares. Por consiguiente, para explicar este fenómeno desde la sociología, la academia ha dividido los estudios sobre jóvenes de la siguiente forma:
Los estudios pueden reconocerse básicamente en dos tipos de actores juveniles: a) los que han sido pensados “incorporados”, cuyas practicas han sido analizadas a través o desde su pertenencia al ámbito escolar, laboral o religioso; o bien, desde el consumo cultural. b) los “alternativos” o “disidentes”, cuyas prácticas culturales han producido abundantes páginas y han sido analizados desde su no incorporación a los esquemas de la cultura dominante (Reguillo, 2003, pp. 362-363).
Además de reconocer al grupo juvenil de los Testigos de Jehová como incorporados, las identidades intraculturales pueden ser una forma de interpretarlos, en cuya agregación identitaria deja entrever alguna relación con otros grupos –sus significados, espacios simbólicos o sus prácticas– como si fueran grupos de pares, esto quiere decir que ofrecen la ilusión de cohesión entre dos grupos, sin embargo, los lazos dialógicos solamente suceden entre los miembros del mismo grupo donde el otro se define mediante la no pertenencia realmente (Zebadúa, 2009).
Es preciso señalar que hay más estudios sobre jóvenes disidentes que de incorporados; y esto se debe, en buena forma, al hecho de que, al estar bajo las normas o reglas de la sociedad y no haciendo crítica de esta, no se vuelve tan interesante o desafiante su estudio, es por eso, que es más fácil encontrar infinidad de estudios de expresiones culturales, movimientos sociales de jóvenes disidentes, en contraste con los incorporados.
Otra división que existe para tipificar a los grupos juveniles ha sido proporcionada por Valenzuela (2009), en ella encontramos: a las identidades proscritas, que son aquellas formadas de identificación, rechazadas por los sectores dominantes, donde los miembros de los grupos o las redes simbólicas proscritas son objeto de caracterizaciones peyorativas y muchas veces persecutorias. Los grupos tolerados, cuya “presencia no conlleva una oposición que implique una toma de posiciones de los sectores fundamentales de la sociedad global y, finalmente, los grupos fomentados que son “agrupaciones estimuladas y apoyadas por los grupos dominantes” (Valenzuela, 2009, p.42).
Dentro de esta última tipificación entra el grupo de los jóvenes pertenecientes a los Testigos de Jehová, que si bien este no es el grupo religioso preponderante en México, en sus filas se encuentran personajes distinguidos dentro de los campos culturales, políticos e intelectuales, lo que lo hace un grupo con cierta injerencia en dichas áreas; por otra parte, sus miembros están en un constante acercamiento, tanto en espacios públicos como privados, con personas ajenas a su religión, con el fin de convertirlas a la suya, siendo esta práctica una de sus principales características. Tal acción es una de las tantas que se les inculcan a los jóvenes pertenecientes a esta fe, pues esta comunidad religiosa tiene su cultura propia, la cual en muchos casos es distante del contexto en donde se encuentre. Esto da a los que la conforman una identidad particular y, por ende, desarrollan un consumo cultural propio, que generalmente discrepa de lo que las sociedades actuales consumen.
La situación de pertenencia, hasta ahora entendida, entre el grupo joven de esta comunidad religiosa se complica con el avance de la globalización que tiende a una transformación cada vez más acelerada y que deshace aquella mentalidad representativa del pasado configurando así las consecuencias de su radical inversión, para adquirir un sentido mediante la ausencia del mismo sin dejar a un lado la diversidad de las esferas culturales y sociodemográficas en constante dinamismo (Brüner, 1999).
A consecuencia de lo anterior, y aunado al avance tecnológico que facilita ese proceso de pertenencia, es posible comprobar el impacto que tiene la globalización en un grupo como el de los jóvenes pertenecientes a los Testigos de Jehová, quienes parten de un acercamiento a los lenguajes de la tecnología para poder representarse y definirse dentro de cualquier escala y espacio social, es decir, la otredad.
El uso de espacios de streaming como JW.org, canales de YouTube, redes sociales, entre otras, cuyo impacto se da a nivel global, establece una realidad en donde se difunde material de consumo audiovisual y textual que encamina a la formación de cosmovisiones en sentido de una vida precedida por sistemas de valores y sentidos de pertenencia relacionados con lo individual y su grupo de adscripción, así como también se intenta responder, desde su estructura tradicional, cuestionamientos de incertidumbre que pudieran emerger en el imaginario globalizado de la dimensión virtual a la par con la física.
Es pertinente reafirmar que, a través de la cultura, las identidades y la juventud son realidades complejas de analizar e interpretar debido al surgimiento de paradojas afines con la globalización como hecho estructurante del actual espacio-tiempo, donde se complican percepciones sobre el mundo y sus sistemas de valores tradicionales dentro de las diferentes comunidades.
Interactuar con posturas religiosas diversas en esta realidad poniendo atención en cada orden simbólico resalta el instinto de supervivencia para cada estructura, como consecuencia de los obstáculos contradictorios de su misma identidad y esencia, abriendo un mosaico de posibilidades ante las interpretaciones de legitimidad entre comunidades tales como los jóvenes Testigos de Jehová, quienes intentan darle sentido a sus interacciones sociales y cotidianidad religiosa en un mundo adverso por naturaleza social (Bourdieu, 1990).
Referencias Bibliograficas
Brann, E. (1992). What is Postmodernism? The Harvard Review of Philosophy, 2(1), 4-7.
Bourdieu, P. (1990). Sociología y cultura. México: Grijalbo
Brünner, J. J. (1998). Globalización cultural y posmodernidad (Vol. 531). México: Fondo de Cultura Económica.
Cumberland, W. H. (1986). The Jehovah’s Witness tradition. En R. L. Numbers and D. W. Amundsen (eds.). Caring and curing: health and medicine in the Western religious traditions (pp. 468-485). Nueva York: Macmillan,
Giménez, G. (2005). Cultura, identidad y metropolitanismo global. Revista Mexicana de Sociología, 67(3), 483-512.
Holden, A. (2012). Jehovah’s Witnesses: portrait of a contemporary religious movement. London: Routledge.
Mato, D. (1996). Procesos culturales y transformaciones sociopolíticas en América Latina en tiempos de globalización. En D. Mato, M. Montero y E. Amodio (coords.): América Latina en tiempos de globalización: procesos culturales y cambios sociopolíticos (pp. 11-47). Caracas: UNESCO-Asociación Latinoamericana de Sociología-Universidad Central de Venezuela.
Mercado M. A., y Hernández A. O. (2010). El proceso de la construcción de la identidad colectiva. Convergencia Revista de Ciencias Sociales (53), 229-251.
Reguillo C. R. (2000). Emergencia de culturas juveniles. Colombia: Editorial Norma
Taguenca B. J. (2016). La identidad de los jóvenes en los tiempos de la globalización. Revista Mexicana de Sociología, 78(4), 633-654.
Valenzuela A. (1988). ¡A la brava ese! México: El Colegio de la Frontera Norte
Sepúlveda, M. E. (2011). Del concepto de juventud al de juventudes y al de lo juvenil. Revista Educación y Pedagogía, 23(60), 147-157.
Weddle, D. L. (2000). A New “Generation” of Jehovah’s Witnesses: Revised Interpretation, Ritual, and Identity. Nova Religio, 3(2), 350-367.
Zebadúa J. P. (2009). Culturas juveniles en contextos globales: cambio y construcción de identidades. Veracruz: Universidad Veracruzana Intercultural.
[1] Vista en relación con los hábitos de un grupo interiorizados mediante procesos de asimilaciones que definen una idea de constructo social, en una dinámica espacial y temporal acorde a dimensiones teológicas, nacionales, estéticas, sociales, entre otras (Bran, 1992).
[2] Conocidos también como: Watch Tower Bible and Tract Society, cuya fundación data de 1879 cuando el pastor Charles Taze Rusell publicó la revista Zion’s Watch Tower and Herald of Christ’s Presence, para después fundar la religión. Los testigos de Jehová se basan en las creencias en una biblia que ellos consideran la verdadera palabra de Dios (Cumberland, 1986).
[3] Reafirmado al no violar las consideraciones que tiene Dios sobre el valor y significado de la vida en todos sus aspectos espirituales y físicos (Cumberland, 1986).